Debaten si es conveniente seguir promoviendo desde el Estado el desarrollo de los biocombustibles

El académico Victor Bronstein planteó que los biocombustibles no son una alternativa para reemplazar al petróleo y el directivo Claudio Molina se manifestó a favor de una nueva ley que le dé un desarrollo sustentable a la actividad.

El Comité de Asesores Energéticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) organizó un Foro Virtual bajo el lema “Propuesta y Discusión de la Política de Biocoimbustibles en la Matriz Energética Argentina”. Expusieron el Director del Centro de Estudios de Energía de la Universidad de Buenos Aires, Victor Bronstein –quien desde una mirada crítica planteó que los biocombustibles no son una alternativa al reemplazo de los combustibles fósiles- y el Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, Claudio Molina, que planteó criticas hacia la autoridad de aplicación que regula la actividad y se manifestó a favor de una nueva ley, que reemplace a la vigente 26.093, que “favorezca a nuevas inversiones”.

Mirada crítica

Bronstein abrió el debate planteando la cuestión del desarrollo de los biocombustibles desde cinco dimensiones: científico-técnica, económica, ambiental, social y política.

Desde el punto de vista científico-técnico, indicó que a lo largo de la historia lo que definió el cambio de paradigma de una matriz energética a otra fue la tasa de retorno energético. En ese sentido, señaló que actualmente en el petróleo es de 20 a 1, mientras que en el caso de los biocombustibles es de 2,5 a 1, “en el mejor de los casos”. Por lo tanto sostuvo que “los biocombustibles no son una alternativa al remplazo del petróleo. Se necesitaría toda la tierra cultivable del mundo para la producción de los biocombustibles”.

Desde el punto de vista de la dimensión económica, puso el eje en las exenciones fiscales con las que cuenta la industria de los biocombustibles. Indicó que “si hacemos el cálculo del costo fiscal  acumulado que dejó de percibir  el Estado por exportar biodiesel en lugar de exportar aceite de soja, se perdieron de recaudar 4700 millones de dólares en el caso del biodiesel y 1300 millones en el caso del etanol”.

Desde la dimensión ambiental, sostuvo que la deforestación que impulsa la industria de biocombustibles lleva a un aumento de la emisión de dióxido de carbono. Desde el punto de vista social, Bronstein indicó que paralelamente al desarrollo de los biocombustibles se dio un aumento del precio de los alimentos.  “Es muy difícil hacer este cálculo, pero el 40% del maíz en Estados Unidos se utiliza para la producción de bioetanol. Con lo cual, haría que pensar cuál sería el precio si ese 40% se volcara al mercado de alimentos”, afirmó.

Cuestiones geopolíticas

Finalmente, Bronstein tocó la dimensión política. “Nuestra hipótesis es que el tema de los biocombustibles fue promovido por cuestiones geopolíticas”, sostuvo. Recordó que en  2008, la Administración de Información Energética de Estados Unidos sacó un informe donde advertía que para el 2030 podría llegar a faltar 43 millones de barriles diarios de petróleo de suministro.

“Ese fue  el gran temor que impulsó la búsqueda de reemplazos de los combustibles fósiles. Bush inició en ese momento una gira por Latinoamérica con el desarrollo de los biocombustibles como una de sus temas de agenda.  Las proyecciones de la OPEP para el 2045 muestran que el 80% de las exportaciones de crudo van a provenir de Rusia y África. Por lo tanto, la seguridad energética del mundo resulta preocupante para los países centrales”, indicó. “Entonces, la razón fundamental por la que se ha promovido los biocombustibles fue política. Parafraseando mal a Clinton, en el caso de los biocombustibles, hay que decir: “es la política, estúpido”, remató Bronstein su posición.

A favor de los biocombustibles

Claudio Molina buscó rebatir varios de los puntos expuestos por Bronstein. Señaló que los trabajos que analizan la eficiencia en la relación insumo/producto de biocombustibles están “desactualizados” y que en la actualidad esa relación “cambió significativamente”. Sobre la forma en que los biocombustibles afectarían al precio de los alimentos indicó que “quienes plantean esto no tuvieron en cuenta que la participación del precio de las materias primas agrícolas en la estructura del precio de los alimentos es muy baja”.

Molina negó también que los biocombustibles emitan más gases de efecto invernadero que los combustibles fósiles a los que sustituyen. “está demostrado por trabajos sólidos del INTA que exterioriza que la huella de carbono en el caso de los biocombustibles está por arriba de 70% de reducción en relación con los combustibles minerales que los producen”, afirmó.

Con respecto a las exenciones impositivas que goza la industria de los biocombustibles, Molina planteó que en esa cuestión se juegan “dos problemas”.  Planteó que es un absurdo “querer gravar a los biocombustibles con impuestos que nacieron para castigar la contaminación y los daños a la salud”. El otro “problema” señaló que tiene que ver con lo que el Estado deja de percibir vía retenciones por los cereales destinados al biodiesel y que no se exportan. “Entonces no industrialicemos esa materia prima. Primaricemos las exportaciones, todo lo contrario a lo que se plantea para el desarrollo argentino, Y al mismo tiempo les propongo que los combustibles minerales que se utilizan para la Argentina los importemos. Y el petróleo crudo lo exportamos así tributa también los derechos de exportación. De esa manera igualamos la situación”, planteó con ironía.

Una nueva ley

Por otro lado, Molina consideró que la “situación de bancarrota” en la que se encuentra la industria local de los biocombustibles se debe a los “gravísimos errores” cometidos por la autoridad de aplicación. “Las evidencias indican que hubo una captura del regulador por parte de los adversarios”,  enfatizó. Consideró que es necesario una nueva ley de biocombustibles “que permita generar un horizonte de largo plazo, que va a favorecer nuevas inversiones, le va dar un desarrollo sustentable a la actividad y va a terminar con estos problemas que se han generado en la administración del programa, que lleva a un festival de medidas cautelares”.

Para culminar, Molina consideró que la solución en el desarrollo de los biocombustibles pasa por decisiones políticas que se toman. “Sin la política, los biocombustibles desaparecen porque no tienen la fuerza que ha logrado el complejo de petróleo a lo largo de 160 años. No hay forma en el corto y mediano plazo de introducir biocombustible y otras energías renovables sin la mano del Estado. De lo contrario, seguiríamos consumiendo el cien por ciento de combustibles minerales con los efectos colaterales que los mismos tienen”, remató.

Original: https://econojournal.com.ar/2020/12/debaten-si-es-conveniente-seguir-promoviendo-desde-el-estado-el-desarrollo-de-los-biocombustibles/

 

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El mundo espera la vacuna, el petróleo también

Por Martín Bronstein

El rebrote ocurrido en Europa y Estados Unidos obligó a los países desarrollados a volver a las medidas de confinamiento, impactando directamente en la recuperación económica y, en consecuencia, en la demanda y en los precios del petróleo.  Hace tres semanas, tuvieron la caída más pronunciada en tan solo tres días, pasando de US$ 42 a US$ 35.

“Una vacuna sería un tipo de mitigador más importante que los recortes de producción llevados a cabo por la OPEP+. Todavía tenemos la esperanza de que se encuentre la vacuna y que la vacuna o las vacunas se propaguen y, con suerte, se recupere la movilidad en el mundo”. Esto decía el ministro de Energía de Arabia Saudita, el Príncipe Abdulaziz Bin Salman, justo antes del anuncio de Pfizer de su vacuna contra el coronavirus.

Previo a la pandemia, el mundo consumía 100 millones de barriles de petróleo por día con un crecimiento anual promedio de entre 1 y 1,5 millones de barriles anuales. Los precios del crudo se ubicaban entre US$ 60 y 70. Todavía el petróleo es la fuente de energía que mueve al mundo, pero el COVID-19 paró el mundo y el petróleo se derrumbó. Debido al coronavirus, la demanda de crudo se precipitó de los 100 millones a 77 millones diarios (hoy se ubica en 92 millones), y los precios cayeron a menos de US$ 20. Destacando el triste y celebre hito de los precios negativos del crudo en Estados Unidos.

A partir septiembre, parecía que el mundo se encaminaba hacia una lenta y ardua recuperación, los precios del crudo habían encontrado un punto de equilibrio entre los US$ 40 y 45. Sin embargo, el rebrote ocurrido en Europa y Estados Unidos obligó a los países desarrollados a volver a las medidas de confinamiento y distanciamiento social, impactando directamente en la recuperación económica y, en consecuencia, en la demanda y en los precios del petróleo.  Hace tan solo tres semanas, tuvieron la caída más pronunciada en tan solo tres días, pasando de US$ 42 a US$ 35.

El laboratorio Pfizer anunció que su vacuna era efectiva en un 90% para la prevención del COVID-19. Esto tuvo un impacto directo en los precios del petróleo que recuperaron las pérdidas de las semanas anteriores. Una vacuna efectiva  permitirá retomar el sendero de recuperación económica y, con ella, de la demanda de crudo. Apenas una semana después de que los gigantes farmacéuticos Pfizer y BionTech anunciaran su vacuna, el laboratorio Moderna reveló una cura potencialmente mejor.

Moderna ha informado que su candidata a vacuna contra el coronoavirus, mRNA-1273, ha demostrado tasas de eficacia del 94,5% en las primeras pruebas y se mantiene estable durante un mes entre los 2° y 8° C, o aproximadamente la temperatura estándar de funcionamiento de una heladera cotidiana. Por el contrario, la vacuna de Pfizer necesita una temperatura mucho más fría de -70° C y hasta -78° para ser transportada, lo que podría representar un gran desafío para su extensión alrededor del globo.

No es sorprendente que los precios del petróleo, uno de los sectores más afectados por la pandemia, se hayan disparado desde las noticias de la vacuna de Pfizer, subiendo un 23,4% solo durante la semana pasada y, luego del anuncio de Moderna, haya superado la barrera de los US$ 44.

Pfizer y Moderna no son los únicos laboratorios con vacunas contra el COVID-19. Los laboratorios CureVac,  Sanofi y GlaxoSmithKline ‘s, y Johnson & Johnson han anunciado que sus vacunas están en una etapa avanzada y que podrán mantenerse y distribuirse a temperatura moderada, aproximadamente entre los 2° y 8°. Esto está generando un enorme entusiasmo para la industria de la energía. Se espera que las vacunas de Pfizer y Moderna podrían entrar en distribución general en cuestión de semanas. De hecho, se proyecta un amplio acceso a las vacunas para mediados de 2021.

Ante estos anuncios, la OPEP ya salió exultante a pronosticar un aumento para la demanda de su petróleo del 25% para 2021, por encima de los 29,8 millones de bpd, ligeramente por encima de los niveles de 2019. Igualmente, una recuperación sólida de la demanda de crudo podría llevar meses, aunque las vacunas puedan frenar de una vez por todas el avance del coronavirus. La Agencia Internacional de Energía (IEA) ha pronosticado una recuperación en la demanda de petróleo de 5,8 millones de bpd para 2021, 300 mil bpd más que su pronóstico de hace un mes, previo a que Pfizer anunciara su vacuna.

Igualmente la IEA pide cautela ante el renovado optimismo. La agencia asegura que la recuperación del mercado petrolero llevará un “progreso lento” ya que todavía la situación del coronavirus es realmente complicada en los principales países consumidores, a excepción de China. La IEA asume que las vacunas estarán ampliamente disponibles a partir de mediados de 2021, momento en el que la movilidad y la demanda de petróleo “volverán progresivamente a la normalidad”.

Es probable que persista la divergencia de la demanda entre Europa, Norte América y el resto del mundo. “Seguimos asumiendo en nuestra perspectiva que los países tendrán que combatir los resurgimientos esporádicos del virus mediante la implementación de medidas de distanciamiento social”, agregó la IEA. Los puntos más importantes de la demanda siguen centrados en Asia, especialmente China e India. La demanda de petróleo de la India se ha recuperado con fuerza cuando el país del sur de Asia reabrió su economía en octubre.

Otro hecho importante que contribuirá en la evolución de los precios del crudo tiene que ver con la decisión de la OPEP+ (una alianza entre la OPEP y un grupo de países liderados por Rusia) sobre continuar o no con el actual nivel de recortes de producción petrolera, que hoy en día alcanza los 7,7 millones de barriles diarios. El pasado lunes se llevó a cabo la reunión de monitoreo permanente sobre los recortes de la OPEP+ y parecer haber terminado con un apoyo generalizado para extender por tres meses el nivel actual de recortes. A partir de enero, la coalición liderada por Rusia y Arabia Saudita debería reducir los recortes en 2 millones de barriles diarios. La decisión final será tomada en la próxima reunión a desarrollarse entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre próximo. Si la OPEP+ finalmente decide extender el actual acuerdo indudablemente tendrá un impacto positivo en los precios del petróleo.

Fitch, una de las calificadoras de riesgo más importantes del mundo, también observa que el avance de las vacunas contribuirá a la recuperación del precio del petróleo. “Mantenemos una visión alcista en 2021, basada en el supuesto básico de un lanzamiento de una vacuna eficaz en la segunda mitad de 2021 y una recuperación económica global más amplia que respalde un retorno de la demanda de petróleo”, dijeron los analistas de Fitch, señalando, sin embargo, que hay que estar atentos a la evolución de las restricciones en Europa y Estados Unidos. Para el próximo año, Fitch espera que el crudo promedie los US$ 48, aumentando a US$ 50 en 2022

Durante este año, se estima que las renovables crecerán un 7% y no hay ninguna duda que serán las energías del futuro. Sin embargo, hoy en día el petróleo es la fuente de energía que mueve al mundo y  todavía es irreemplazable e imprescindible. El 95% del transporte a nivel mundial se mueve con derivados del mismo. Es por esto que es imperante seguir de cerca su evolución. El mundo de la pos-pandemia seguirá, por varias décadas, caminando gracias al petróleo.

Original: https://politicaymedios.com.ar/nota/15834/el-mundo-espera-la-vacuna-el-petroleo-tambien/
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Debate ¿El mundo abandona los biocombustibles?

Por Victor Bronstein

Argentina debe definir una política respecto al sector de hidrocarburos que equilibre los distintos intereses, cuando comienza a discutirse una nueva ley para los biocombustibles.

En la Argentina muchas veces solemos ir a contramano del mundo, llevando adelante políticas que otros países están dejado de lado o poniendo en duda por ineficaces. Cuando, a pesar de las evidencias, estas políticas se siguen defendiendo apasionadamente por parte de algunos sectores, cabe preguntarse qué intereses hay detrás de estas posturas.

En esos casos es común comprobar que estamos ante un negocio que afecta a la competitividad de la economía y, por lo tanto, al bienestar de la mayoría de la población, especialmente a los sectores más vulnerables.

Este problema ocurre hoy con los biocombustibles. Ante la crisis económica producto de la pandemia, el mundo está girando hacia otras opciones energéticas y en nuestro país estos sectores nos quieren hacer seguir de largo o, dicho en forma coloquial, comernos la curva.

El desarrollo de los biocombustibles a nivel mundial estuvo impulsado por necesidades geopolíticas de EEUU y la Unión Europea para salir de la dependencia del petróleo.

En 2006, casi el 70% de las exportaciones de crudo provenían de la OPEP y EEUU importaba más del 60% de lo que consumía. Era una cuestión de seguridad nacional para esos países desarrollar alternativas al petróleo. En nuestro país estábamos en una situación similar.

El máximo de la producción de crudo se había alcanzado en 1998 y habíamos entrado en un proceso de clara declinación. Los biocombustibles parecían ser una alternativa y en 2006 se aprueba una ley para promocionarlos. Sin embargo, desde el comienzo, los biocombustibles fueron interpelados en el mudo por sus limitaciones y sus consecuencias negativas, entre ellas, su impacto sobre el precio de los alimentos.

En la “Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía”, organizada por la FAO en junio de 2008, los participantes acordaron que era esencial evaluar detalladamente las perspectivas, riesgos y oportunidades que plantean los biocombustibles.

Las recomendaciones de la FAO se tomaron parcialmente ya que los países centrales, urgidos por sostener sus políticas, no las tuvieron en cuenta. Recién en 2018 la Unión Europea votó para terminar con los subsidios al aceite de palmaal entender que la deforestación de selvas tropicales trae como consecuencia más emisiones de CO2 que el ahorro por reemplazar a los combustibles fósiles.

El desarrollo de los recursos no convencionales en Estados Unidos cambió el escenario energético y, como consecuencia, la política sobre los biocombustibles a nivel global. Se alejó el temor por un posible agotamiento del petróleo y muchos países comenzaron a preguntarse para qué necesitamos a los biocombustibles si no generan una disminución significativa de gases de efecto invernadero, impactan en el precio de los alimentos, tienen costo fiscal y nunca van a poder reemplazar la eficiencia energética de los combustibles fósiles.

La Agencia Internacional de Energía publicó recientemente su informe sobre inversiones energéticas mundiales, el “World Energy Investment 2020”, donde remarca que el impulso político, no los beneficios económicos, sigue siendo el factor determinante para el crecimiento de los biocombustibles.

El año pasado, cuando todavía la pandemia no había emergido, la inversión global en biocombustibles, incluidos los biocombustibles líquidos, el biogás y el biometano, se había reducido a menos del 1% de la inversión total de la oferta de combustibles.

Desde finales de la década de 2000, cuando los biocombustibles disfrutaban de un apoyo político mucho más generalizado que impulsó su rápida expansión, la cantidad invertida en nuevas instalaciones de producción se ha reducido sustancialmente.

En 2019, las inversiones en la capacidad de producción de etanol y biodiesel disminuyeron en alrededor de 30%, en gran parte debido a la política de China, donde las inversiones en etanol se redujeron a la mitad en comparación con el año anterior por haber suspendido la obligación de mezcla de etanol al 10% en todo el país a fin de reducir la competencia por la producción del maíz y garantizar así la seguridad alimentaria del gigante asiático.

Por su parte, en Estados Unidos y Brasil las inversiones en etanol están impulsadas por políticas activas y de subsidios representadas por el “Renewable Fuel Standard” (RFS2) y “Renovabio”, respectivamente. Sin embargo, es probable que igualmente bajen las inversiones de biocombustibles en ambos países en 2020 debido a la caída de la demanda de naftas, lo que reducirá el impulso por nuevas inversiones en el corto plazo.

Los bajos precios del petróleo de este año traen una renovada incertidumbre al sector de los biocombustibles, donde las inversiones de capital a nivel global llegaron al mínimo de la década en 2019. En ausencia de un fuerte apoyo político, la erosión de los márgenes operativos puede conducir a la inactividad de las plantas y a un mayor recorte en inversión hasta que mejoren las condiciones, una tendencia ya visible en los Estados Unidos y en nuestro país.

En este contexto, Argentina deberá definir una política respecto al sector que equilibre los distintos intereses en un momento donde comienza a discutirse una nueva ley para los biocombustibles.

Hoy, el aporte de Argentina a los gases de efecto invernadero es de sólo el 0,6% de las emisiones globales por lo que nuestra política energética debe basarse en criterios de seguridad y eficiencia energética.

Recientemente se publicó que la pobreza en nuestro país alcanzó el 40,9% en el primer semestre. Con este dato impactante es urgente lograr una rápida recuperación económica a partir de la energía más barata posible. No estamos en condiciones de comprar la “agenda verde” de Europa y debemos establecer nuestros tiempos y prioridades para la transición energética.

Victor Brontein es Director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys) Profesor Regular UBA

Fuente: Clarín

https://www.clarin.com/opinion/eleccion-interesa-mundo_0_VNRAUVAv9.html

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La OPEP cumplió 60 años: cuál es su rol en el equilibrio del mercado petrolero global

Esta semana se publicó el informe anual de la OPEP sobre el futuro del mercado petrolero global. Este trabajo se publica en un contexto particular justo cuando la organización cumple su 60 aniversario. Este hecho debería haber sido motivo de celebración, pero el aumento de la  producción de EEUU desde 2014 gracias al desarrollo del fracking y este año la pandemia del  COVID-19 que redujo dramáticamente la demanda mundial de petróleo empañaron un poco el festejo. Sin embargo, la OPEP sigue vigente y su alianza con Rusia ha fortalecido su rol como regulador del mercado petrolero mundial.

Fundada por Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita y Venezuela, la Organización de Países  Exportadores de Petróleo (OPEP) se originó a partir de una base sólida con el objetivo de  brindar una voz colectiva a los países productores de petróleo que estaban siendo explotados  por el grupo de “las siete hermanas”, las grandes compañías petroleras internacionales que en  1960 dominaban la producción de crudo.

Su misión declarada era: “Coordinar y unificar las  políticas petroleras de sus países miembros y asegurar la estabilización de los mercados  petroleros, a fin de asegurar un suministro eficiente, económico y regular de petróleo a los consumidores, un ingreso estable a los productores y un rendimiento justo del capital para quienes invierten en la industria del petróleo “. Durante casi 55 años pudo lograr ampliamente estos objetivos gracias a que sus miembros detentan el 40% de la  producción mundial de petróleo crudo y alrededor del 60% del total de petróleo comercializado internacionalmente. Sin embargo, en 2014, la producción de los recursos no convencionales del shale norteamericano (nuestros recursos de Vaca Muerta) empezó a poner en duda su poder.

Antes de 2014, la OPEP había logrado  controlar el poder de las principales compañías petroleras, la Anglo-Persian Oil Company  (actual BP) y Royal Dutch Shell (RDS), además de tres desprendimientos de la Standard Oil (Standard Oil  de California, Standard Oil de Nueva Jersey y Standard Oil Company de Nueva York), además de Gulf Oil y Texaco. En un momento, estas siete empresas controlaban al menos el 85% de las reservas de petróleo del mundo, habiendo pagado a menudo a los países donde operaban un porcentaje mínimo de los beneficios de las ventas.

Este modelo de expoliación  data del primer gran descubrimiento de petróleo en lo que es hoy Irán (el yacimiento Masjed  Soleiman) realizado por la Anglo-Persian Oil Company. El acuerdo establecía la participación del 16% de Irán en las ganancias de su petróleo antes de 1951, a partir de ese momento el parlamento iraní votó a favor de nacionalizar la compañía británica debido a su insignificante pago. Sin embargo, esta retribución parecía generosa en comparación con el pago de la Standard Oil de US$ 275.000 en abril de 1933 (equivalente a alrededor de EE.UU. US$ 6 millones en 2020) a  Arabia Saudita para asegurar los derechos exclusivos para perforar en todo el país.

La actitud iraní generó una respuesta por parte de los países centrales y el entonces primer  ministro de Irán, Mohammad Mosaddegh, fue destituido en 1953 por un golpe militar conocido como “Operación Ajax” organizado conjuntamente entre el Servicio Secreto de Inteligencia del Reino  Unido y la CIA después de que él nacionalizara los activos de infraestructura local de la Anglo Persian Oil Company y la rebautizara como National Iranian Oil Company.  El entonces presidente Perón fue una de las pocas voces a nivel mundial que se alzaron contra este derrocamiento.

El verdadero punto de inflexión para la OPEP como fuerza comercial y geopolítica internacional  se produjo en octubre de 1973 cuando los miembros de la OPEP más Egipto, Siria y Túnez  comenzaron un embargo a las exportaciones de petróleo a los EEUU, el Reino Unido, Japón,  Canadá y los Países Bajos en respuesta al suministro continuo de armas a Israel en la Guerra de  Yom Kippur. Esta crisis cambió la historia del petróleo y generó una nueva geopolítica donde la OPEP tiene un rol fundamental. El equilibrio de poder entre los grandes consumidores de  petróleo de los mercados desarrollados y los grandes productores de petróleo de los países  emergentes había cambiado, como lo destacó el ministro saudita de petróleo y reservas  minerales en ese momento, el jeque Ahmed Zaki Yamani. El mismo que también advirtió sobre  los límites de aumentar demasiado los precios del crudo ya que daría oportunidad al desarrollo  de energías alternativas. Lo resumió en una frase: “la edad de piedra no se acabó porque se hayan agotado las piedras”.

A partir del 2006 emerge el gran rival de la OPEP para regular el mercado petrolero en los últimos años: el shale estadounidense. Gracias a su crucial aporte (más de 7 millones de barriles) Estados Unidos llevó su producción de poco más de 5 millones de barriles diarios en 2006 ha poco más de 13 millones a finales del 2019, previo a la crisis del coronavirus. El ascenso de Estados Unidos, ya no solo como un gran consumidor, sino como uno de los principales productores de petróleo generó un exceso en la oferta mundial de petróleo que se vio reflejado en el 2014 con el derrumbe de los precios, que cayeron de US$ 100 a 60 por barril.

En un período de sobreoferta de crudo, en diciembre de 2016 se produce un nuevo hito en la historia del cártel. La OPEP más un grupo de 11 países liderados por Rusia se reúnen para dar formar a una nueva coalición de países productores de petróleo, la OPEP+. En su momento acordaron recortes de producción, que duraron dos años, por 1,8 millones de barriles diarios y a finales de 2018 se decidió ajustar ese número en 1,2 millones.

Este año, a causa de la pandemia generada por el Covid-19 el mundo se paró y la demanda de petróleo se derrumbó. La misma pasó de casi 100 millones de barriles diarios (para tener una idea Argentina consume aproximadamente 500 mil barriles por días) a principios de año a menos de 80 en el segundo trimestre y actualmente se ubica en aproximadamente 93 millones. Esta es, sin lugar a dudas, la crisis más importante que tuvo que afrontar la industria petrolera a nivel global, donde se produjo una situación inédita cuando el precio del barril de crudo alcanzó valores negativos en el mercado de EEUU en abril de este año.

Ante este contexto de incertidumbre la OPEP+ volvió a emerger como el principal actor para equilibrar el mercado petrolero al anunciar el plan de recortes de producción más importante de la historia. Entre casi todos los países, a excepción de Venezuela y de Libia, que componen la organización se comprometieron a bajar la producción de petróleo en 9,7 millones de barriles diarios por tres meses, para luego bajar a 7,7 millones entre agosto y diciembre, y se mantendrán en 5,7 millones diarios desde el 1 de enero de 2021 y el 30 de abril de 2022. Este ambicioso programa de recortes fue fundamental para la recuperación de los precios del petróleo, aunque todavía sus valores se ubican por debajo de los precios previos a la pandemia. Así, la OPEP mostró que sigue vigente y que su rol es fundamental para el equilibrio del mercado petrolero global, algo que en los últimos años había sido puesto en duda por el desarrollo del shale de EEUU.

Exportaciones de petróleo por región 2019-2014 en millones de barriles por día.

Desde una perspectiva de mediano plazo, en su World Energy Outlook de este año publicado esta semana la OPEP nos muestra un escenario posible para 2045 donde surgen algunos datos interesantes. Por un lado, nos muestra que el consumo de petróleo seguirá creciendo a pesar del desarrollo de otras fuentes de energía y seguirá siendo la principal fuente utilizada a nivel mundial, la estrategia de los países centrales para salir de la dependencia del “oro negro” no será tan fácil de cumplir. Justamente, otro dato significativo es que en este escenario, el 60% de las exportaciones de crudo provendrán de los países pertenecientes a la OPEP. Esta cifra llega al 75% si consideramos a la OPEP+, un dato que atemoriza a EEUU y a la Unión Europea. Es en este contexto que debemos analizar el objetivo de descarbonización de los países centrales. Más allá de sus discursos, su preocupación no es solo el cuidado del medio ambiente sino lo que buscan es salir de la dependencia del petróleo por razones de seguridad nacional. Es una cuestión geopolítica donde la OPEP está más vigente que nunca.

Fuente: Política y Medios

https://politicaymedios.com.ar/nota/15531/la-era-de-los-combustibles-fosiles-continuara-por-varias-decadas/

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Biocombustibles. ¿Son tan buenos como parecen?

Por Victor Bronstein

La característica distintiva de nuestra civilización es el alto consumo de combustibles fósiles que energizan nuestras sociedades. Si cae la economía, disminuye el consumo energético. Hoy, distintas proyecciones económicas advierten que este año el producto bruto interno argentino registrará una caída en torno al 10%, lo que implicaría volver a los niveles de PBI que teníamos hace 14 años, y para el próximo año registrará un tímido rebote. Entre los economistas existe también coincidencia en que lo que ocurra con la inflación será determinante para la trayectoria y velocidad de la recuperación. Sin duda, la energía debe ser parte y aportar a esta recuperación.

Los precios de los combustibles son un factor fundamental para el funcionamiento y la competitividad de la economía y por eso es un tema que genera tensiones permanentes entre la industria del petróleo, el gobierno y los consumidores ya que nuestro sistema productivo y la dinámica de nuestras sociedades depende del transporte en sus distintas formas, y el 95% del transporte funciona con derivados del petróleo. Sin petróleo se para el mundo y colapsa nuestra civilización.

Justamente, la pandemia del Covid-19 paró al mundo y esto provocó un derrumbe en la demanda de petróleo y en los precios del barril. Esta situación es una buena noticia en el corto plazo. En el escenario crítico de la pandemia necesitamos que los combustibles sean lo más barato posible para facilitar la recuperación económica. En nuestro país, tradicionalmente el precio de los combustibles estaba determinado por cuatro componentes:

1- el precio del barril de petróleo (cotizado en dólares)

2- el costo de refinación

3- los costos de distribución y comercialización

4- los impuestos

Sin embargo, desde 2007 en la Argentina a estas variables tenemos que agregarle el costo de los biocombustibles. Y en estos momentos críticos es cuando debemos preguntarnos el sentido de pagar más caro las naftas y el gasoil para mantener una actividad que el mundo está empezando a cuestionar porque, a pesar de su nombre, el beneficio ambiental de su utilización no resulta tan claro y los costos de su uso impactan principalmente en las economías de los países en desarrollo.

Los hoy llamados biocombustibles se conocen desde hace muchos años, incluso antes de que la agenda ambiental estuviera vigente. El objetivo para su desarrollo estuvo impulsado por tratar de reemplazar al petróleo cuando este recurso escaseaba, no por políticas ambientales.

Por ejemplo, en 1948 el entonces presidente Perón, ante la escasez de recursos energéticos que sufría nuestro país, estableció un Plan Nacional de Energía por el cual creó la Dirección General de Combustibles Vegetales y Derivados que tenía a su cargo «…la obtención de alcohol de maíz y de otros cultivos». No hablaba de biocombustibles porque ese nombre empieza a usarse muchos años más tarde por motivaciones estratégicas y geopolíticas, tratando engañosamente de contraponerlos como alternativa verde a los combustibles derivados del petróleo.

En realidad, el petróleo también es un biocombustible y lo que hoy llamamos biocombustibles (bioetanol y biodiesel) deberían llamarse más precisamente «agrocombustibles». Los dos son producto de la transformación de la energía radiante del sol en energía química; la diferencia es que, en el caso de los combustibles fósiles, la energía solar ha sido concentrada en un proceso natural de cientos de millones de años, lo que hace que la tasa de retorno energético (energía invertida sobre energía obtenida) sea de treinta a uno. En cambio, en los agrocombustibles depende del tipo de cultivo.

En el caso del bioetanol obtenido a partir del maíz la tasa es un poco mayor que uno a uno y puede llegar a ser dos a uno si se consideran los derivados obtenidos en su producción. El bioetanol obtenido a partir de la caña de azúcar tiene mejor rendimiento energético y se justifica más, pero sigue dependiendo de subsidios para ser económicamente viable.

Además, el uso de tierras cultivables para la producción de etanol restringe el suministro de cultivos para la alimentación, con un impacto pronunciado en la alimentación del ganado y, por tanto, en la carne. Como resultado, el precio de todos los alimentos, no sólo los directamente relacionados con el maíz, aumentan.

En Estados Unidos, casi el 40% del maíz se utiliza para producir bioetanol y debido a que es el mayor exportador de alimentos del mundo, los precios de los alimentos han aumentado en todo el planeta. Así, el programa de subsidios a los biocombustibles funciona como un impuesto oculto a los alimentos, tal vez el más regresivo de todos los impuestos.

Desde el punto de vista ambiental, se requiere una gran cantidad de combustible fósil para producir, cultivar, cosechar, transportar y especialmente procesar un litro de etanol, consumiendo gran parte de la diferencia en las emisiones de carbono entre el bioetanol y la nafta. Además, un litro de etanol rinde energéticamente el 75% de un litro de nafta; y el biodiesel, un 87% del litro de gasoil, lo que baja el rendimiento de los motores. Cuanto mayor es el corte con biocombustibles, menor es el rendimiento y más caro resulta el costo de los combustibles.

Esto nos marca que los biocombustibles no son un negocio energético. Son un negocio de subsidios nacido por cuestiones geopolíticas, y que impacta, además, encareciendo el precio de los alimentos.

Para recuperarnos lo antes posible de los estragos de la pandemia necesitaremos de una multiplicidad de cuestiones. Entre las más importantes, tener la energía más eficiente y económica posible.

Fuente: La Nación

https://www.lanacion.com.ar/economia/la-energia-necesitamos-pospandemia-nid2456823

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Biden versus Trump: Estados Unidos elije su futuro energético

Por Martín Bronstein.

Uno de los hechos que marcarán el futuro del mercado energético a nivel global por los próximos años son las elecciones presidenciales de EE. UU que concluirán el segundo martes de noviembre. Trump y Biden tienen posturas contrapuestas respecto a la política energética, por lo que el resultado tendrá implicancias directas y será decisivo respecto a la transición energética, la geopolítica de la energía, el comercio mundial y el posicionamiento de Estados Unidos respecto al cambio climático.

A lo largo de la historia, las elecciones entre Demócratas y Republicanos se debatían en torno a una agenda donde sobresalían temas como las relaciones exteriores, el rol de EE.UU. como potencia mundial, la relación con China y  cuestiones militares relativas a su posicionamiento como gendarme del mundo. En cuestiones internas, las diferencias se daban respecto a la inmigración, el acceso a la salud, la generación de empleo y cuestiones impositivas. Esta será la primera vez en donde el debate entre ambos candidatos a presidente esté centralizado en la cuestión energética.

El candidato demócrata, Joe Biden, se muestra como un promotor de la agenda “verde”. Toda su plataforma política se encuentra atravesada por la cuestión climática y está orientada a acelerar la transición energética hacia las llamadas energías renovables, reducir las emisiones de carbono y alcanzar el objetivo de emisiones netas cero en 2050. Por su parte, el presidente Donald Trump, descree del cambio climático y refuerza su apoyo a la industria petrolera como garante de la independencia energética y la seguridad nacional.

En los cuatro años de su mandato, Trump ha promocionado el desarrollo de los hidrocarburos y lo ha convertido en un factor principal de la independencia energética de EE.UU. y de su proyecto económico. Trump considera que la industria del petróleo, gas y carbón es la que ha hecho grande a esa nación y su discurso de “America First” busca reafirmar esa centralidad. Recordemos que el primer pozo petrolero se perforó en EE.UU. en 1859 en Pensilvania y desde entonces ha sido el mayor productor de crudo y quien moldeó la industria petrolera mundial durante la mayor parte del siglo XX hasta el surgimiento de la OPEP en 1960. Para Trump, la industria de la energía fósil es clave para asegurar el abastecimiento energético y generar millones de puestos de trabajo.

Trump interpela a sus seguidores al afirmar que “los trabajadores de la energía de EE.UU. deberían preguntarse: ¿qué haría Joe Biden para luchar por ellos? Después de todo, Biden se ha comprometido abiertamente a sacrificar trabajos de energía y prohibir los combustibles fósiles en pos de su agenda ambiental extrema.”

Debido a las acusaciones de Trump, Biden ha tenido que salir abiertamente a aclarar que no tiene pensado prohibir el fracking, a pesar que su candidata a vicepresidenta, Kamali Harris ha denunciado como fiscal a muchas empresas petroleras. “No prohibiré el fracking…no importa cuántas veces Donald Trump mienta sobre mí, déjenme aclararlo de nuevo: no voy a prohibir el fracking”. El desarrollo del shale, recursos que utilizan fracking como método de extracción, le ha permitido a EE.UU. pasar de una producción de 5,5 millones de barriles por día en 2006 a casi 13 millones a fines del año pasado.

El pasado 8 de agosto, el Gobierno estadounidense dio un nuevo paso de un proceso administrativo que facilitará el “fracking” en tierras federales del estado de California y que podría abrir más de 6.400 kilómetros cuadrados a esa práctica. Esto constituye un caso más sobre la gran cantidad de permisos de exploración y explotación petrolera que ha otorgado el gobierno de Trump en estos cuatro años en tierras federales. Uno de los casos más emblemáticos de esta postura refiere a los permisos de exploración en el Refugio de Vida Silvestre del Ártico, ubicado en Alaska. Biden acusa al presidente de no proteger los tesoros naturales de EE.UU. y asegura que el cuidado de esos territorios será una de las primeras medidas a tomar, empezando por la prohibición de nuevos arrendamientos de petróleo y gas en tierras y aguas públicas.

Durante el gobierno de Trump la industria del petróleo y el gas ha tenido uno de los crecimientos  más importantes de su historia. En 2018 y luego de casi 50 años, EE.UU. volvió a ser el mayor productor de crudo a nivel mundial superando a Rusia y a Arabia Saudita. Por su parte, el gas natural es la fuente de energía que más ha crecido en la última década en los EE.UU. y se ha profundizado en los últimos cuatro años. La producción alcanzó un máximo histórico en 2019 de 953 mil millones de m3 (aproximadamente veinte veces lo que produjo Argentina el año pasado). Hasta 2016, EE.UU. era un importador neto de gas. Desde 2017 exporta más de lo que importa y en 2019 logró exportar un récord de casi 142 mil millones de m3, principalmente a México y Canadá, a través de su red de gasoductos. Pero también ha ampliado la venta a otros países más alejados gracias al desarrollo del Gas Natural Licuado (GNL), que ha transformado la dinámica del gas tradicionalmente limitada a los mercados regionales en un mercado global. La posibilidad de transportar el gas a cualquier parte del mundo lo llevó a aumentar fuertemente su capacidad de licuefacción y en 2019 se convirtió en el tercer mayor exportador de GNL. Solo superado por Qatar y Australia.

En contraposición, Biden busca otorgarles a las energías renovables un rol central en la generación de energía y de puestos de trabajo, planea generar más de 10 millones de empleos dedicados a la construcción y operación de nueva infraestructura energética. Para ello, el candidato demócrata buscará invertir US$ 400 mil millones durante los próximos diez años en generación limpia e innovación. En su plataforma, Biden se vanagloria de que ese monto es el doble de la inversión del programa Apolo que puso a un hombre en la luna.

Con el objetivo de apuntalar la industria de los combustibles fósiles, Trump relajó las políticas ambientales de EE.UU. El presidente norteamericano se retiró del Acuerdo Climático de París en 2017 y quitó regulaciones ambientales sobre la industria de los combustibles fósiles facilitando la construcción de ductos y minas sin la necesidad de control federal. Biden asegura que el primer día de su mandato EE.UU. volverá a formar parte del Panel intergubernamental sobre Cambio Climático y del Acuerdo de París y que tomará medidas que exigirán límites agresivos para combatir la contaminación por metano para operaciones de petróleo y gas nuevas y existentes. El candidato demócrata establecerá el objetivo de reducir la huella de carbono de todos los edificios de EE.UU. en un 50% para 2035, creando incentivos para modificaciones profundas que combinen electrificación de hornallas y calefacción, eficiencia y generación de energía limpia.

Trump buscó otorgarle fuerza a la industria petrolera también desde el lado del consumo. Es por eso que buscó fomentar el crecimiento del parque automotor y para eso flexibilizó los estándares de combustibles para automóviles de la época de Obama, que exigían la fabricación de vehículos menos contaminantes y más eficientes. Por su parte, Biden busca darle un impulso al desarrollo de la movilidad eléctrica e híbrida, buscando que los vehículos ligeros y medianos sean cero emisiones durante las próximas décadas. Para ello buscará la construcción de 500 mil puntos de carga de automóviles eléctricos alrededor del país.

El proyecto de Trump parece conservador y opuesto a las políticas energéticas de sus aliados europeos, pero le garantiza a EE.UU. su independencia energética y la competitividad de su economía. Biden, por otra parte, propone una agenda verde muy ambiciosa que implica una política energética arriesgada que no es seguro que pueda alcanzar. Es una agenda europea que intenta acelerar la transición energética hacia un futuro sin combustibles fósiles. Gane Trump o Biden, no hay que olvidar que EE.UU. siempre eligió el pragmatismo y nunca soslayó que antes que el futuro  el presente.

Fuente: Política y Medios

https://politicaymedios.com.ar/nota/15598/biden-versus-trump-estados-unidos-elije-su-futuro-energetico/

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YPF: una empresa argentina que tenemos que fortalecer

Por Martín Bronstein.

YPF está sufriendo las consecuencias de los cuatro años de gestión macrista que la dejaron en una posición de alta vulnerabilidad. La gestión en ese período fue errática: disminuyeron las inversiones en Vaca Muerta, aunque se invirtió en comprar centrales térmicas de generación eléctrica y se creó YPF Luz para invertir en energías renovables, un negocio que está fuera del foco de la compañía.

YPF es una herramienta fundamental para el desarrollo de Vaca Muerta y Vaca Muerta es fundamental para el desarrollo de nuestro país. Así lo entendió Cristina Kirchner cuando en 2012 decidió la recuperación de YPF. Así no lo entendió Mauricio Macri cuando, durante su mandato, YPF perdió liderazgo y disminuyó las inversiones necesarias.

Hace dos semanas YPF fue noticia por los resultados negativos de su balance del segundo trimestre, el cual reflejaba la abrupta caída de la demanda por la pandemia y el impacto del congelamiento del precio de los combustibles. Sin embargo, más allá del contexto, YPF está sufriendo las consecuencias de los cuatro años de gestión macrista que la dejaron en una posición de alta vulnerabilidad. Durante el gobierno de Cambiemos no se tomó en cuenta el valor estratégico de YPF y funcionó con la lógica de una empresa privada sin compromiso con el país. La gestión en ese período fue errática: disminuyeron las inversiones en Vaca Muerta, aunque se invirtió en comprar centrales térmicas de generación eléctrica y se creó YPF Luz para invertir en energías renovables, un negocio que está fuera del foco de la compañía.

Además, el deterioro se ve reflejado en el balance de 2019 que dio pérdidas por más de $ 33 mil millones y que muestra el aumento del ratio de deuda/ebitda de 1,5 a 2,7, un problema que está renegociando la gestión actual de la empresa. En 2015, cuando termina el mandato de Cristina Kirchner, YPF tenía un valor de mercado de US$ 6.550 millones; en 2019 cuando termina el gobierno de Macri YPF valía poco más de la mitad, US$ 3.400 millones.

Los malos balances de las petroleras se dieron a nivel mundial. Exxon Mobil y Chevron, por ejemplo, registraron las peores pérdidas en décadas después de la pandemia. La pérdida de Exxon de US$ 1,1 mil millones en el segundo trimestre fue la más profunda en la historia moderna de la compañía. Chevron registró su peor desempeño en al menos tres décadas. El petróleo se ha convertido en el sector de peor desempeño de los mercados de valores de EEUU. Lo mismo ha ocurrido, aunque en menor medida, con las empresas europeas como Shell y Total, las que pudieron compensar parte de las pérdidas gracias al downstream, aprovechando que los precios de los combustibles en Europa se mantuvieron estables a pesar de la baja del crudo. Por otra parte, las ganancias de Saudi Aramco, la petrolera más grande del mundo, se derrumbaron un 73,4%. Sin duda alguna, este ha sido uno de los trimestres más difíciles para la industria petrolera global donde las cinco grandes petroleras privadas han reducido en casi US$ 50 mil millones el valor de sus activos. Sin embargo, a pesar de esta situación extrema creada por la pandemia, las empresas se recuperarán ya que el mundo va a seguir necesitando del petróleo y el gas por muchas décadas.

El sistema petrolero mundial está estructurado a partir de grandes empresas que producen diariamente el crudo que el mundo necesita para su funcionamiento. Antes de la pandemia, la demanda alcanzaba los 100 millones de bpd, en abril se derrumbó a 74 millones, hoy se está recuperando y se calcula que para fin de año llegará a 94 millones de bpd. En nuestro país, los porcentajes fueron similares, o incluso peores. A pesar de la crisis actual, el petróleo sigue siendo imprescindible ya que el 95% del transporte se mueve con derivados de esta fuente de energía y su uso como materia prima para la industria petroquímica es irreemplazable. Todavía el petróleo es imprescindible. Esto hizo que las compañías petroleras, además de sus intereses económicos, hayan cargado a través de la historia con el mandato de garantizar este recurso estratégico para sus países de origen.

Actualmente, en el mundo encontramos tres categorías de empresas petroleras. Por un lado están las llamadas Internacional Oil Companies (IOCs), entre las cuales encontramos a Exxon Mobil, Shell, BP, Total y Chevron, entre otras. Estas empresas son totalmente privadas. Hoy, las IOCs tienen sólo el 15% de las reservas petroleras mundiales, pero producen alrededor del 45% del petróleo a nivel global.

Luego, están las denominadas Nacional Oil Companies (NOCs), las cuales funcionan como una extensión de los gobiernos. En general, estas empresas nacieron con el objetivo de defender los recursos petroleros y apropiarse de su renta. Entre estas encontramos hoy a Saudi Aramco (Arabia Saudita), PEMEX (México, PDVSA (Venezuela), las empresas chinas y las empresas estatales de los países pertenecientes a la OPEP. Estas empresas funcionan adecuadamente en los países con grandes recursos petroleros de fácil extracción. Hoy, las NOCs poseen el 85% de las reservas y producen aproximadamente el 50% del petróleo a nivel mundial.

Por último están las llamadas empresas mixtas como nuestra YPF actual, Petrobras y Equinor (Noruega). Tienen participación accionaria mayoritaria estatal, pero poseen una autonomía estratégica y operativa que le permite una gestión dinámica y acceso al mercado de capitales para poder desarrollar sus recursos.

YPF  tiene una historia única ya que, en pocos años, pasó por las todas las categorías.  Entre 1922 y 1993, fue una empresa 100% estatal, que dadas las características geológicas y los problemas políticos de nuestro país, no logró alcanzar el autoabastecimiento de manera sostenida. En 1993, se reestructura el sector petrolero y nace una nueva YPF privada con sólo un 20% de capital estatal, que alcanza el autoabastecimiento, pero a costa de descuidar la inversión en exploración lo que generó una disminución de las reservas.  En 1999, el ex presidente Carlos Menem decide, extrañamente, vender el 100% de YPF a Repsol. Con esta venta, YPF deja de ser YPF y pasa a ser Repsol YPF, una empresa que, siguiendo la lógica de las IOCs, deja de tener como objetivo principal el desarrollo hidrocarburífero de nuestro país y establece una estrategia de crecimiento global.

En 2007, el entonces presidente Néstor Kirchner, con el objetivo de cambiar esa lógica, impulsa el ingreso de capitales nacionales  a YPF, lo que permite tomar posición en el desarrollo de Vaca Muerta. En 2010, YPF perfora el primer pozo no convencional de gas en Argentina y comienza a adquirir áreas en esa formación, de tal forma que hoy YPF tiene el 40% de la superficie de Vaca Muerta.

En 2012, el mundo se enfrentaba a una posible crisis petrolera porque la oferta de crudo convencional estaba llegando a su máximo y la demanda global seguía aumentando impulsada por el crecimiento de China. Cristina Kirchner decidió entonces acelerar el desarrollo de los recursos de Vaca Muerta. Para esto, decide la expropiación del 51% de las acciones de YPF que tenía Repsol y que el estado retome el control del a empresa. Fue una sabia decisión política de seguridad energética. Nace así la YPF mixta con el mandato de hacer de Vaca Muerta una realidad y lograr el autoabastecimiento de manera sustentable.

En el actual contexto de nuestro país, es cuando más necesitamos a YPF. Hoy Argentina tiene que desarrollar Vaca Muerta como motor de crecimiento y oportunidad para aumentar de manera significativa nuestras exportaciones. Las distintas empresas petroleras que operan en nuestro país son también necesarias, pero tienen una lógica de oportunidad que hace que su compromiso con las inversiones en Vaca Muerta dependan muchas veces de agendas globales o de condiciones coyunturales. Sólo YPF nos garantiza su compromiso con el desarrollo de los recursos no convencionales en nuestro país, por eso, hoy es clave tomar las medidas necesarias para fortalecer a YPF. Tenemos que cuidar a nuestra empresa petrolera, Argentina la necesita.

Fuente: Política y Medios

https://politicaymedios.com.ar/nota/15424/ypf-una-empresa-argentina-que-tenemos-que-fortalecer/

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Charla: Argentina en la transición energética

La Casa de San Luis realizó una nueva actividad virtual. Se trata de un ciclo de charlas, en el marco de la crisis sanitaria y para dar continuidad a las actividades de políticas públicas, culturales, científicas, económicas y tecnológicas.

La directora de la Casa de San Luis, Laura Cuffini, agradeció la participación y destacó que en medio esta pandemia es “urgente comprender que la cuestión medioambiental es un derecho humano y San Luis es pionera en políticas públicas para garantizarlo”.

El experto invitado Víctor Brosntein, dijo: “Las energías renovables son el futuro; la reflexión que tenemos que hacer es a cuántos años estamos de ese futuro” y agregó que “las transiciones energéticas se dan en el mundo para mejorar la calidad energética y son procesos que llevan décadas”.

En la charla, Bronstein analizó la evolución de las fuentes de energía a lo largo de la historia de la humanidad, su calidad, su potencia, duración y flexibilidad del uso, capacidad de almacenamiento y sus variadas características.

Luego expuso Evangelina Cornellana, técnica en energías renovables, jefa del Subprograma de Energías Renovables y Eficiencia Energética del Gobierno de San Luis y especialista en energía solar fotovoltaica.

En su intervención detalló la implementación de políticas públicas para lograr el equilibrio en la provincia entre medioambiente, desarrollo y energías renovables. “Las políticas transversales en San Luis van más allá del cuidado del planeta sino que fueron útiles para llevar luz y conectividad, usar material sustentable para las obras, cambiar la calidad de vida de las personas que viven en la zona rural y lograr la integración a las urbes”.

De la actividad participaron: Franco Todone de la UNLC junto a docentes y alumnos; Zulema Rodriguez Saá, presidenta de Laboratorios Puntanos; Liliana Scheines, coordinadora del Comité de Refugiados y público presente.

A su vez, la Casa de San Luis presenta cada jueves, a las 18:00, el ciclo de breves entrevistas en vivo en tiempos de pandemia desde su cuenta de Instagram @casadesanluisba, y los “viernes expo” de arte virtual también desde sus redes.

Publicado en Agencia de noticias San Lui http://agenciasanluis.com/notas/2020/09/09/la-casa-de-san-luis-continua-con-el-ciclo-de-charlas/

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Ecología de las Fuentes de Energía

Más allá del drama por las muertes provocadas por el COVID-19 y los estragos ocasionados en la economía global, la pandemia también está desafiando el sistema energético mundial.

Por un lado, la industria del petróleo y el gas ha disminuido de manera muy significativa sus inversiones en nuevos proyectos. Según Rystad Energy, la disminución podría alcanzar el 75% respecto a los niveles de 2019, ya que los gastos en exploración y producción caigan mucho más de lo que se calculaba al comienzo de la crisis.  Del valor total de la inversión global en 2020, se espera que unos US$ 27 mil millones sean para proyectos en alta mar, y los US$ 20 mil millones restantes para tierra adentro. En 2019, el valor total de la sanción alcanzó los US$ 197 mil millones, con US$ 109 mil millones destinados a proyectos en alta mar y US$ 88 mil millones a proyectos en tierra. Esto podría generar una crisis de oferta en los próximos años. Incluso, estos valores podrían ser aún menores si no fuera por los recientes desarrollos en Noruega y Rusia. El paquete de desgravación fiscal anunciado por el gobierno noruego el mes pasado ha ayudado a los operadores de petróleo y gas a mejorar la economía de los proyectos en Noruega, a pesar del discurso anti combustibles fósiles de ese país.

A estas cuestiones se suman los proyectos de la Unión Europea y las propuestas del candidato demócrata Joe Biden en EEUU para acelerar la transición energética hacia las llamadas energías limpias en una cruzada contra los combustibles fósiles, que se suma a la que en su momento Alemania y otros países hicieron contra la energía nuclear. Sin embargo, el presidente y candidato a la reelección, Donald Trump, refuerza su apoyo a la industria petrolera como garante de la independencia energética y la seguridad nacional. En las últimas semanas se ha lanzado una nueva campaña de promoción del hidrógeno y reforzado los subsidios a los vehículos eléctricos. Como afirmamos reiteradamente, esta manera de pensar el sistema energético global como una lucha entre distintas fuentes, tiene más que ver con cuestiones geopolíticas que con avances tecnológicos, de ahí sus dificultades. El llamado “net zero” para 2050 es hoy una meta sin plan.

Como contrapartida, se lanzó una nave hacia Marte, un paso importante en la investigación del espacio. La carrera espacial que se desarrolló durante la guerra fría, fue un factor fundamental para el desarrollo tecnológico, desde los motores de propulsión y nuevos combustibles, pasando por la creación de nuevos materiales hasta el desarrollo de la microelectrónica. El cohete Atlas V que llevó al espacio el módulo hacia Marte tiene dos etapas. En la primera, se utilizó un motor propulsor ruso RD-180 que usó como combustible el llamado RP-1 (Rocket propellant) que es un derivado del petróleo semejante al kerosene. Se oxida utilizando oxígeno líquido (LOX) llegando a casi 3400°C, produciendo una gran potencia para el despegue. Actualmente se está ensayando un nuevo motor BE-4 que utilizará metano en vez del RP-1. En su segunda etapa, llamada Centauro, utiliza el motor RL-10 que quema hidrógeno líquido. Por su parte,  la fuente de energía para el vehículo marciano es un generador termoeléctrico de radioisótopos, RTG, que genera energía eléctrica al convertir el calor generado por la descomposición del combustible de plutonio-238 en electricidad utilizando un sistema de termocuplas y donde se aprovecha también el calor para mantener la temperatura de la nave espacial en el rango en que funcionan los dispositivos. En la misión también hay un pequeño helicóptero que utiliza paneles solares. Es decir, el viaje a Marte, una gran empresa tecnológica, se sustenta en distintos dispositivos y fuentes de energía, todas necesarias: derivados del petróleo o gas natural, hidrógeno, energía nuclear y energía solar.

Es un buen ejemplo que nos señala que el futuro sistema energético global no debería construirse a partir intereses geopolíticos o comerciales sino del concepto de ecología de fuentes energéticas, donde cada una tendrá su lugar, su uso y su aplicación.

 

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El hidrógeno verde será nuclear

En las últimas semanas los medios de prensa comenzaron una nueva campaña de promoción del hidrógeno para uso energético, reflejando las estrategias de los países europeos para alcanzar el objetivo de “net zero” (emisiones cero)  en 2050. En nuestro país, YPF también se sumó a esta ola de final todavía incierto. Después de décadas de estancamiento y amaneceres falsos,  la Unión Europea estableció una nueva estrategia para el hidrógeno, nuevamente inspirada más en cuestiones geopolíticas que tecnológicas. Este impulso está  sustentado en que las energías renovables se están topando con ciertos límites a su desarrollo y porque tampoco han logrado la baja esperada en las emisiones de CO2. Más allá del fenomenal sistema de subsidios, hay problemas que tienen que ver con la termodinámica y la estructura del régimen energético de nuestras sociedades. Sólo el 40% de la energía primaria se utiliza para generar electricidad; calor y movilidad son muy difíciles de reemplazar por fuentes como la solar y la eólica. Y estas fuentes requieren la utilización de más materiales y minería. Ante esta situación,  los promotores de la descarbonización están proponiendo esta nueva agenda aún más ambiciosa, tal vez como una manera de encubrir sus predicciones erróneas.  Alemania y el Reino Unido son un buen ejemplo del enfoque europeo emergente. Estos países  planean quemar hidrógeno en lugar de gas natural para generar electricidad con el objetivo de equilibrar y asegurar el inestable sistema eólico y solar creado por US$ 14 mil millones al año en subsidio en el Reino Unido y más de US$ 30 mil millones en Alemania.  El hidrógeno reemplazará al gasoil para la maquinaria agrícola y para los camiones, y suministrará casi todo el calor del proceso industrial. Además, para garantizar que los hogares no recurran a la calefacción eléctrica resistiva cuando sus bombas de calor  no funcionan en los días más fríos del año, cada casa tendrá una caldera de respaldo alimentada con hidrógeno. Un proyecto para el primer mundo y con muchos interrogantes tecnológicos.

El problema es que el hidrógeno no es una fuente de energía, no se encuentra libre en la naturaleza y hay que producirlo, para lo cual se utilizan dos procesos conocidos desde hace muchos años,  como la electrólisis del agua y la reforma química del gas natural utilizando vapor (Stream Methane Reforming). Ambos procesos funcionan bien para la producción de poco volumen de hidrógeno para fines específicos y no energéticos. Pero, con la tecnología actual, es un sinsentido termodinámico sugerir su uso para la producción de hidrógeno como un vector energético para toda la sociedad. Este objetivo ya había sido planteado por Jeremy Rifkin en 2002 en su popular libro “La economía del hidrógeno”. Ahí Rifkin planteaba una utilización casi utópica del hidrógeno inspirado en la necesidad de buscar reemplazos para los combustibles fósiles. En ese momento, el problema no era las emisiones de CO2 sino la dependencia cada vez mayor de EEUU y los países OCDE del petróleo árabe. Hoy, el objetivo declarado es la descarbonización, pero la tecnología no ha cambiado y los problemas relacionados a la producción del hidrógeno tampoco. La novedad, en todo caso,  es la capacidad instalada de energías renovables que permitirían lograr la producción de hidrógeno sin emisiones. Por eso, antes de contar los proyectos impulsados principalmente por Alemania, hay tres desventajas principales que es importante tener en cuenta:

En primer lugar, los costos serán enormes. Los SMR y los electrolizadores son caros de construir y operar, y los electrolizadores al menos no tienen una vida útil prolongada, lo que implica un ciclo de renovación de capital corto. A esto podemos agregar el reemplazo de dispositivos de conversión final y el establecimiento de infraestructura de hidrógeno, tuberías y sistemas de almacenamiento que van desde tanques hasta cavernas de sal.

En segundo lugar, debido a las pérdidas de conversión y almacenamiento, el hidrógeno de la electrólisis y SMR nunca puede competir económicamente con sus propios combustibles  que son utilizados para su generación. Es más eficiente y económico utilizar la electricidad y el gas natural directamente. En consecuencia, habrá ventajas competitivas sustanciales para las economías que no sigan con la agenda europea del hidrógeno.

En tercer lugar, el Steam Methane Reforming emite grandes cantidades de dióxido de carbono, comprometiendo cualquier objetivo de Net Zero a menos que los SMR estén equipados con captura y secuestro de carbono (CCS), que es costoso y actualmente no está disponible a gran escala. De hecho, lo que revela la exageración actual sobre el hidrógeno es que los objetivos globales del Net Zero dependen de manera crítica del metano ya que la mayor cantidad de hidrógeno se obtendrá a partir del SMR, por lo tanto, el objetivo de no emisión se logra sólo por la captura de carbono. Pero si CCS se vuelve viable, lo cual es posible, será más efectivo usar el metano directamente en las turbinas de gas de ciclo combinado con CCS, y suministrar electricidad al consumidor, y no habría razón para producir hidrógeno, con todos sus costos asociados, problemas y peligros. Por esta razón, el objetivo del proyecto europeo es establecer una economía del hidrógeno a partir del hidrógeno verde.
El llamado “hidrógeno verde” se lo está promocionando como uno de los combustibles del futuro en la Unión Europea y también en Japón, China, Estados Unidos, Australia y Corea del Sur.  Alemania apunta a liderar comercialmente su desarrollo y anunció que invertirá 9 mil millones de euros. Una iniciativa que va de la mano con la creciente producción de energía renovable.

El hidrógeno verde es aquel obtenido a través de la electrólisis del agua, con el aporte de electricidad proveniente de fuentes renovables. La quema de este gas emite solo agua y no genera emisiones de dióxido de carbono (CO2). Alemania es uno de los países que más ha impulsado la transición energética. En este marco, busca desarrollar una “estrategia nacional de hidrógeno” (NationaleWasserstoffstrategie) con una inversión centrada en el apoyo a la electrólisis y apuntando a la generación de 14 TWh a partir del hidrógeno verde para 2030,lo que cubriría alrededor del 15% de la demanda total esperada. El gobierno alemán estima que su consumo de hidrógeno podría aumentar de los actuales 55 TWh a un rango de 90-110 TWh para 2030.

Según Peter Altmaier, ministro de economía y energía de Alemania, el objetivo es claro: “Buscamos liderar el suministro mundial de tecnología de hidrógeno, pero también la producción. Nos proponemos llegar a ser el país número uno por razones de competitividad, pero sobre todo para cumplir con nuestros ambiciosos objetivos climáticos.” De los 9 mil millones de euros que invertirán, 7 mil serán para desarrollar el mercado interno de tecnologías de hidrógeno y 2 mil para acuerdos internacionales. Estas declaraciones muestran una vez más el objetivo geopolítico no declarado detrás de la agenda energética alemana. El hidrógeno en su estado de desarrollo actual no es la mejor solución energética, pero permitiría la transición energética de los recursos naturales como los hidrocarburos, (que Alemania no tiene) a los recursos tecnológicos (que Alemania sí tiene) más el viento y el agua.

En este sentido, se espera que el hidrógeno verde permita utilizar la energía renovable que no se consume por la red eléctrica y que, por lo tanto,  no se puede almacenar. Es decir, sería muy útil como vector o portador de energía capaz de almacenar los excedentes de energía eléctrica proveniente de fuentes renovables, como la solar o eólica

Hoy en día, el hidrógeno se utiliza principalmente como insumo para la industria (producción de amoniaco, metanol, acero, alimentación y refinación de petróleo).También sirve como combustible para vehículos eléctricos que funcionan con celdas de combustible de hidrógeno (fuel cell) aunque su uso es muy acotado, fundamentalmente por los altos costos y la falta de infraestructura. Japón, con más de 100 estaciones de servicio de hidrógeno, y Alemania con 82, se encuentran a la vanguardia de esta tecnología. Según la Alianza de Hidrógeno de China, si cumplen los plazos establecidos, para fines de este año el gigante asiático debería tener un total de 66 instalaciones de reabastecimiento.

Hoy, alrededor del 95% del hidrógeno que se utiliza en el mundo se obtiene a partir del gas natural, a través del proceso de SMR que consiste en separar el hidrógeno haciendo reaccionar gas con vapor de agua en presencia de un catalizador. Esta forma de producir el hidrógeno da como resultado de 9 a 12 toneladas de CO2 por cada tonelada de hidrógeno producido, por lo que no parece que tenga sentido para ser el sustituto de los fósiles. La electrólisis es una alternativa que permite obtenerlo a partir del agua (H2O). Para esta reacción es necesario el aporte de una gran cantidad de electricidad, que permite descomponer el agua y obtener moléculas de oxígeno e hidrógeno.

Figura 1: Formas de producción del hidrógeno. El hidrógeno se puede producir a partir de fuentes renovables utilizando biogás, una forma gaseosa de metano obtenida de la biomasa, o mediante electrólisis, utilizando electricidad generada por fuentes renovables. Fuente: Shell

Según la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA) actualmente menos del 1 % del hidrógeno se produce a partir de energías renovables. Su desarrollo a escala industrial se encuentra aún en etapa experimental y su futuro depende de solucionar problemas tecnológicos y encontrar formas de producción a precios competitivos. Sin embargo, IRENA asegura que recién entre 5 y 15 años el hidrógeno verde podría ser competitivo con el hidrógeno proveniente de energía fósil.

La estrategia nacional para el hidrógeno pone de manifiesto que Alemania ha decidido invertir fuertemente para desarrollar la producción y el uso del hidrógeno verde en su mercado interno. A su vez, dado que las capacidades de generación renovable en Alemania son limitadas, impulsará proyectos colaborativos con la Unión Europea y en otros continentes. En este sentido, consideran la construcción de instalaciones para aprovechar la energía de los parques eólicos en el Mar del Norte y el Mar Báltico, y el potencial para la energía solar y eólica del sur de Europa. Suponen que, en el futuro a mediano y largo plazo, será necesario importar hidrógeno para abastecer la creciente demanda.

Fuera de Europa, una de las instalaciones experimentales más avanzadas para producir hidrógeno de origen renovable a escala industrial se encuentra en Japón, que también apuesta a este gas como combustible del futuro. El Fukushima Hydrogen Energy Research Field (FH2R) fue presentado a principios de este año por la empresa Toshiba y utiliza un parque solar de 20MW, respaldada por energía renovable de la red, para ejecutar un electrolizador de 10MW. Su producción inicial está pensada para alimentar a los coches y autobuses de pila de hidrógeno que se utilizarán en los Juegos Olímpicos de Tokio, que buscan mostrar como “un punto de inflexión en la realización de una sociedad de hidrógeno”.

Figura: Campo de investigación de energía de hidrógeno de Fukushima (FH2R). Fuente: Toshiba

En Estados Unidos se espera para 2023 la construcción de una instalación para producir hidrógeno verde en Lancaster, California, que producirá unas 40 mil toneladas al año, capaz de alimentar diariamente a 2,2 mil vehículos eléctricos con celdas de combustible. Aseguran serán capaces de suministrar el combustible a un costo competitivo con la tecnología de producción de hidrógeno convencional.

El uso de hidrógeno como combustible alternativo a los tipos convencionales es uno de sus grandes atractivos. Los alemanes lo consideran sobre todo para el transporte pesado, cuando el uso directo de la electricidad no alcanza para sustituir a los combustibles fósiles. Por ejemplo, en la aviación y el transporte marítimo; o en el transporte terrestre para trenes, autobuses de larga distancia y camiones. Esto puede ser posible gracias al desarrollo tecnológico de las pilas de combustible. Una celda o pila de combustible es un dispositivo electroquímico capaz de transformar la energía química, en este caso proveniente del hidrógeno, en energía eléctrica, mediante su combinación con el oxígeno del aire

Varias empresas llevan adelante proyectos relacionados con los vehículos de hidrógeno, que a diferencia de los eléctricos tienen una autonomía y tiempo de carga similar a los motores diesel actuales, entre 3 y 5 minutos. Toyota, BMW, General Motors y Hyundai, entre otras, tienen planes para desarrollar autos, camiones y barcos en base a este combustible. La fabricante Nikola Motor ha llamado la atención recientemente gracias ala fuerte promoción de sus camionetas y camiones eléctricosen base a hidrógeno. Su CEO, Trevor Milton,busca seguir los pasos de Tesla y anunció que iniciará la construcción de su primera fábrica el próximo 23 de julio en Arizona (EEUU), y promete producir 35.000 camiones eléctricos al año.

Figura2: Camión con celda de combustible de hidrógeno. Fuente: Nikola

Figura3: De la creación al consumo de hidrógeno. Fuente: Nikola

La empresa francesa Alstomha aplicado el hidrógeno de manera experimental en el transporte ferroviario con pasajeros. Recientemente presentó en el norte de Alemania un tren impulsado por esta tecnología, que proporciona una alternativa libre de emisiones para líneas no electrificadas, donde hasta ahora circulan trenes diesel. Tienen 1000 km de autonomía y alcanzan 140 kilómetros por hora.

Alemania busca reducir su dependencia de los combustibles fósiles y liderar la transición energética europea. El desarrollo del hidrógeno verde como vector de energía es una de las claves para alcanzar los objetivos que se proponen para alcanzar la llamada neutralidad climática en 2050. Permitiría abastecer los dos flujos energéticos que posibilitan las sociedades modernas sin emisiones de carbono. Para lograr esto, los desafíos son enormes. Con la tecnología actual, la capacidad de la electrólisis a partir de generación renovables es limitada y no alcanza para abastecer las necesidades de toda la sociedad. Sin embargo, se podría volver a rescatar viejos proyectos que surgieron en la década de los 70 del siglo pasado, cuando después de las crisis petroleras Nixon y sus socios europeos deciden apostar al hidrógeno. Entonces, el físico italiano Cesare Marchetti que trabajaba en la Agencia Atómica de la Comunidad Europea, EURATOM, convenció al gobierno japonés de que el hidrógeno podría tener un futuro como vector de energía universal si se generara a partir de una fuente de energía de muy alta calidad, como los reactores nucleares de alta temperatura, y a través de la descomposición térmica del agua de mar en presencia de un catalizador adecuado. Japón continúa trabajando en silencio en esto. Pero los problemas de ingeniería nuclear y química son todavía de primer nivel, y los resultados no llegarán rápidamente. Pero al menos el concepto tiene una base física auténtica. Así, el futuro del hidrógeno verde parecería estar más allá de la electrolisis y el SMR ¿Alemania será capaz de volver a la energía nuclear para materializar su proyecto del hidrógeno?

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