El Toro de Wall Street desafía a Vaca Muerta

La producción de los pozos no convencionales en EE.UU. mostró ser más baja que lo que se esperaba años atrás. Los mercados miran de cerca si seguirán financiando los proyectos.

Los recursos no convencionales de petróleo y gas lograron desviar la historia. En 2007, el mundo avanzaba hacia un colapso energético y a importantes conflictos por los recursos petroleros. China e India impulsaban un fuerte crecimiento de la demanda y había dificultades para satisfacerla. En ese año el mundo consumía 85 millones de barriles por día y EE.UU. 20, de los cuales producía sólo 5,8 millones e importaba el resto. Su dependencia del petróleo extranjero alcanzaba casi el 70%.

Ante esa situación, EE.UU. y los países OCDE comenzaron a ensayar distintas estrategias para salir de la dependencia del petróleo: promocionar los biocombustibles, incentivos y subsidios para el desarrollo de energías renovables, programas de eficiencia energética y miles de millones de dólares para investigación en tecnología y nuevas fuentes de energía. Estas decisiones se tomaban en función de la seguridad energética, no del costo fiscal de los proyectos. En 2008, el barril de crudo alcanzó los USD 147. El mundo temblaba.

Este panorama crítico impulsó el desarrollo de los recursos no convencionales: off shore de aguas profundas, arenas bituminosas en Canadá y, en EE.UU. el desarrollo del shale y tight de petróleo y gas. Estos últimos eran recursos que se conocían desde principios del siglo XX, pero no se sabía cómo extraerlos del subsuelo. Un viejo adagio de los petroleros norteamericanos profetizaba: «El shale es el recurso del futuro, y siempre lo será». La industria no confiaba en poder extraerlos, pero el gobierno norteamericano no perdía las esperanzas, el petróleo es irreemplazable.

Después de la segunda crisis petrolera de 1979, el Departamento de Energía de EE.UU. comenzó a investigar la manera de obtener esos recursos providenciales y lanzó el proyecto Eastern Gas Shales en la cuenca de los Apalaches, en una formación shale rica en gas natural. El proyecto, apoyado por el DOE, probó el uso de espuma de nitrógeno para fracturar estas formaciones y su análisis condujo a una comprensión más profunda de las fracturas naturales del shale.

A partir de estos antecedentes, en 2007 George Mitchell, experimentado geólogo y dueño de Mitchell Energy, estudió esos resultados para concretar la primera perforación utilizando fractura hidráulica a gran escala en la formación Barnett, cerca de Fort Worth, Texas. La compañía se basó en las investigaciones del Laboratorio Nacional de Sandia para mapear las fracturas de shale en los pozos. La empresa también se benefició de los créditos fiscales federales para perforaciones no convencionales que ayudaron a financiar el costo del desarrollo de la fractura hidráulica. Así, además de la inversión e iniciativa privada, el Estado Federal se hizo cargo de apoyar el desarrollo de estos recursos porque hacían a la seguridad nacional.

Gracias al shale, hoy EE.UU. logró compensar la declinación en la producción de gas y petróleo convencional, se ha convertido nuevamente en el mayor productor de petróleo del mundo con más de 11 millones de barriles diarios, y se encamina a alcanzar su independencia energética. En la última década, se han perforado más de 70 mil pozos no convencionales y se han producido más de 10 mil millones de barriles a partir de proyectos financiados por inversores de Wall Street. Sin embargo, el futuro no es tan claro; hoy están en discusión los costos del shale, la productividad de los pozos y la rentabilidad de las empresas petroleras, datos que Wall Street analiza permanentemente para seguir financiando a las empresas productoras.

En este sentido, un hecho significativo fue la publicación, el 2 de enero, de un artículo en el Wall Street Journal: «El problema secreto del Fracking: los pozos de petróleo no producen tanto como estaba previsto». La bajada de la nota destaca que: «el análisis de datos revela que miles de locaciones están rindiendo menos de lo que las empresas proyectaron»; habla de una «imagen ilusoria» de las perspectivas según el análisis realizado por Rystad Energy y confirmado por otras firmas consultoras de energía. La historia concluye que «miles de pozos de shale perforados en los últimos cinco años están produciendo menos petróleo y gas de lo que las empresas pronosticaron para los inversores, lo que plantea dudas sobre la fortaleza y la rentabilidad del shale«. Estas conclusiones se hicieron a partir del análisis de unos 16 mil pozos operados por los 29 productores más importantes de shale oil en EE.UU.

Al principio del artículo, el Wall Street Journal aclaró que «el pronóstico crítico no significa que la producción de petróleo de EE.UU está a punto de caer». Sin embargo, gran parte de la nota apuntó a la conclusión de que una cantidad importante de los recursos proyectados para los próximos años podrían no producirse ya que, como muestra una investigación de la empresa Schlumberger, la productividad de los pozos baja hasta un 30% cuando se perforan pozos secundarios, fuera de los sweet spot. Así está ocurriendo en Permian, la formación más productiva de EE.UU., ubicada en el oeste de Texas.

Hay otros ejemplos, todos muestran que, con los precios actuales, la producción acumulada de los pozos de shale puede no alcanzar para cubrir los costos. La nota señaló también que las 29 compañías estudiadas gastaron USD 112 mil millones más de lo que generaron en sus operaciones de los últimos diez años. En el mismo sentido, otros estudios mostraron que sólo un tercio de las empresas que operan en Permian tuvieron cash flow positivo en el tercer trimestre de 2018. Si bien todavía los inversionistas confían y continúan financiando la producción de shale, en algún momento esta situación puede cambiar si los precios no acompañan.

Lo que está ocurriendo en EE.UU. es un alerta para nuestro país y desafía el desarrollo de Vaca Muerta. Estamos recorriendo un camino similar en un contexto distinto. Los primeros pasos en el desarrollo del shale se dieron cuando el gas en boca de pozo estaba a USD 14 el millón de BTU, el barril de petróleo a USD 100 y el gobierno norteamericano impulsaba ese desarrollo. Hoy, el crudo está a USD 60 y el precio del gas está en discusión en nuestro país con un gobierno dubitativo y condicionado. Como demuestra la historia del shale y el informe del Wall Street Journal, la rentabilidad de estos recursos es crítica y, por consiguiente, es necesario tanto la inversión empresaria como el apoyo del Estado y cierto esfuerzo fiscal para que Vaca Muerta pueda desarrollarse de manera sustentable. El recurso está. Esperemos que la política acompañe. Necesitamos a Vaca Muerta.

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El combo de la energía

Por Víctor Bronstein, Medio Página 12.

La energía es un campo de conocimiento donde confluyen las ciencias sociales con las naturales. Esta perspectiva académica, que permite comprender en toda su complejidad la cuestión energética, se traduce en términos de gobierno como que la gestión de la energía requiere de conocimientos técnicos y sabiduría política.

Estos dos elementos han faltado en los tres años de  gestión energética del gobierno de Macri y son la causa principal de su desconcierto, que lo llevó a cambiar tres ministros en tres años y a poner como fundamento de su gestión el aumento de las tarifas. La renuncia de Iguacel y el nombramiento de Lopetegui como nuevo secretario de energía parecieran agravar esta situación. Aranguren e Iguacel tenían, por lo menos,  conocimientos técnicos y cierta visión estratégica en un campo donde las políticas de mediano y largo plazo son imprescindibles. Con Lopetegui, la política energética pareciera reducirse a una cuestión de costos, tarifas e impacto fiscal.

Sin embargo, la energía es la base de la vida y la sociedad y nuestras sociedades modernas se caracterizan por ser sociedades de alta energía donde el consumo energético es una medida de la calidad de vida de los ciudadanos. El gobierno plantea, para justificar los permanentes aumentos tarifarios, que hay que pagar la energía por lo que vale, confundiendo así el costo de la energía con el valor de la energía. El valor de la energía está dado por el hecho de que, en nuestro país y en el mundo, es considerada un derecho social y los estados deben ocuparse de tutelar este derecho estableciendo políticas de acceso a la energía, más allá de su costo.

Así, la electricidad y el gas se definen como un servicio público y el Estado es el responsable del servicio y de establecer las tarifas. En nuestro país, a partir de las reformas de la década de los 90, es un servicio público de gestión privada y por eso la definición de las tarifas genera tensiones permanentes entre las empresas prestadoras de los servicios y los usuarios. Es en esta tensión donde el Estado debe establecer los criterios para una política energética que contemple distintos criterios. Uno de ellos, propio de la lógica individualista neoliberal, es definir que se pague por la energía lo que cuesta. Otro, más inclusivo, es reconocer el derecho a la energía y que el Estado establezca la manera de alcanzar este objetivo.

Es en este punto donde el gobierno tiene un planteo equivocado al poner el énfasis sólo sobre los costos y negar los subsidios por una cuestión de principios. Europa y EE.UU. han desarrollado sus políticas energéticas en base a subsidios y con una estrategia a largo plazo. Desde garantizar el acceso a la energía hasta promover políticas para el desarrollo de los biocombustibles con el objetivo de disminuir su dependencia del petróleo importado. Una política energética no puede establecerse sólo a partir del impacto fiscal. Es más, en los países desarrollados que el gobierno toma como ejemplo, la política energética se sustenta en dos pilares: Seguridad Energética y Accesibilidad. En Argentina, la seguridad energética sólo se garantiza con el autoabastecimiento de gas y petróleo, por eso es correcto subsidiar el desarrollo de Vaca Muerta, aunque tenga un costo fiscal.

Un ejemplo de política energética estratégica es EE.UU. En ese país, el Departamento de Energía se ocupa de cuestiones regulatorias junto con las distintas comisiones estaduales de servicios públicos, cuyos integrantes son elegido por voto popular Sin embargo, la política energética depende del Departamento de Estado, ya que consideran a la energía una cuestión de seguridad nacional. Por eso, subsidiaron el desarrollo de los recursos no convencionales, las energías renovables y mantienen una flota en el estrecho de Ormuz para garantizar la salida del petróleo de los países del Golfo. El costo fiscal es enorme, pero entienden que el valor de la energía es mucho más que su costo. Como contraste, en la Argentina de hoy, la Secretaría de Energía depende del Ministerio de Hacienda y su preocupación es cumplir con el FMI.

La complejidad de la cuestión energética emerge una vez más al tratar de compatibilizar la seguridad energética y la accesibilidad. Esto genera una tensión esencial: las tarifas deben ser lo suficientemente altas para garantizar las inversiones necesarias para la seguridad energética, pero también lo suficientemente bajas para que toda la población tenga acceso a la energía. Para resolver esta tensión esencial hace falta sabiduría política, algo que el gobierno, hasta ahora, no ha mostrado.

* Director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad. Profesor UBA.

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Petróleo: La demanda seguirá creciendo, Shell se equivoca

Martín Bronstein

Gracias al impulso generado por la revolución del shale en EE. UU., la producción mundial de petróleo ha aumentado en más del 20 por ciento en los últimos 15 años. Este incremento, impensado hace diez años, ha adormecido las predicciones apocalípticas de la teoría del peak oil, pero todavía no sabemos si las ha eliminado definitivamente. Sin embargo, hay que reconocer que la hipótesis del peak oil, tal como la plantearon en 1996 Colin Campbell y Jean Laherrèrre, no afirmaba que el petróleo se iba a agotar en el corto plazo, sino que se iba a alcanzar un máximo de producción mundial de los recursos convencionales antes de 2010. Esta hipótesis fue confirmada, cuando la producción convencional alcanzó en 2009 un pico de 75 millones de barriles diarios. Los autores también reconocían la posibilidad del desarrollo de los recursos no convencionales para superar el pico de producción convencional y acompañar el crecimiento de la demanda. Sin embargo, también plantearon que el agotamiento de los recursos convencionales y fáciles de extraer traería como consecuencia el fin del petróleo barato. En este punto, la hipótesis del peak oil ha sido certera, más allá de la volatilidad de los precios.

Hoy, la industria del petróleo teme una nueva amenaza generada, ya no por el pico de producción, sino por el temor a alcanzar el pico de demanda a nivel mundial, generando una nueva preocupación en la industria. De hecho, no son sólo los grupos ecologistas que se oponen al uso de los combustibles fósiles los que proclaman esta situación; uno de los principales productores de petróleo (Royal Dutch Shell) afirma en uno de sus últimos estudios prospectivos que el consumo mundial de petróleo pronto alcanzará su pico y luego comenzará su declive terminal. No está claro si estas afirmaciones la empresa las hizo ante la presión de los grupos que sostienen el carácter antropogénico del cambio climático o a partir de estudios prospectivos serios. También es interesante destacar que esta preocupación ha marcado la historia de la empresa angloholandesa. La teoría del Peak Oil fue enunciada por M. King Hubbert, geofísico que trabajaba para Shell en EE.UU. con el objetivo de dar respuesta al temor de la empresa sobre la demanda de petróleo futura ante la irrupción de la energía nuclear. Hoy, el sustento de esta postura es el crecimiento de las ventas de vehículos eléctricos y la necesidad de implementar políticas para reducir el uso de petróleo con el objetivo de combatir el cambio climático. Es cierto que, por primera vez en más de un siglo, el mundo puede vislumbrar un futuro sin petróleo, sin embargo, esto todavía es incierto y seguramente llevará varias décadas. En este contexto, tanto los modelos de la Administración de Información de Energía (EIA) como la Agencia Internacional de Energía (AIE) han pronosticado repetidamente una mayor demanda de crudo. Hoy, el petróleo sigue siendo la fuente de energía más importante del mundo, ya que suministra el 35 por ciento de toda la energía utilizada y es el combustible que utiliza el 95% del transporte. El vínculo entre el crecimiento económico y el uso del petróleo puede verse desde una variedad de perspectivas, pero los dos claramente avanzan en conjunto.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el petróleo se ha constituido como la principal fuente de energía y alimenta el motor económico mundial. La demanda sigue en constante crecimiento: 61 millones de barriles por día (MMbpd) en 1980, 77 MMbpd en 2000 y 100 MMbpd este año. En los últimos 33 años, la demanda mundial anual de petróleo solo no ha aumentado tres veces, de manera contundente, en tiempos de recesión económica. La demanda global de petróleo y el desarrollo económico

Fuente: EIA

En muchísimas actividades, el petróleo todavía no tiene ningún sustituto significativo, por lo tanto, no hay evidencia de que la demanda mundial de petróleo alcance su punto máximo en el corto plazo. Alrededor del 85 por ciento de la población mundial vive en países en vías de desarrollo, como China, India, Pakistán y Nigeria. Tienen una gran población y sus futuras necesidades de transporte dependen de más petróleo y ahora están comenzando a verse. Estos países, naturalmente buscan crecer y aumentar su riqueza, y la historia de Occidente les ha mostrado que la salida de la pobreza requiere, de manera indispensable, la construcción de una amplia infraestructura de transporte basada en el petróleo. Estos sistemas son capaces de lograr economías de escala masivas que proporcionan grandes cantidades de energía a bajo costo. Para ilustrar el alto valor del petróleo, las naciones ricas de la OCDE consumen el 46 por ciento del total mundial, a pesar de ser sólo el 15 por ciento de la población. Los números a favor del petróleo son abrumadores. La flota global de vehículos de pasajeros basada en el petróleo es de alrededor de 1.500 millones, con 95 millones de nuevos comprados solo este año. En total, hay menos de 5 millones de autos eléctricos en operación, un nicho de mercado en crecimiento, pero que no está cerca de reducir la demanda de petróleo de manera significativa. De hecho, solo lograr una participación de mercado del 20 por ciento del total de las ventas mundiales de automóviles para el año 2040 sería un gran logro para quienes operan con electricidad, pero no lo suficiente como

para reducir significativamente las necesidades de petróleo, ya que una mayor cantidad de aviones y camiones pesados lo compensarán, además del crecimiento de la petroquímica. Incluso con incentivos y enormes subsidios, los automóviles eléctricos son todavía más caros que los convencionales basados en petróleo. Este es un problema importante para las naciones más pobres que son las que generan casi toda la nueva demanda de petróleo en el mundo. Hoy, con menos del 1% de la población mundial capaz de pagarlos, los autos eléctricos realmente son «juguetes para ricos». Hasta que veamos una disminución absoluta en la demanda mundial de petróleo durante varios años (no solo una disminución en el crecimiento incremental), la idea de «pico de demanda de petróleo” carece de fundamento. Entonces, si bien es comprensible que empresas como Shell quieran salir del petróleo y posicionarse como “grandes jugadores del gas natural” en la era del cambio climático y las políticas contra el carbono, se les recomienda recordar que el futuro del petróleo es todavía brillante.

 

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Todavía no podemos escribir el obituario de los combustibles fósiles

Por Víctor Bronstein 

El último informe publicado por la Agencia Internacional de Enegía: World Energy Outlook 2018, que apareció el 13 de noviembre, proyecta que, a pesar del crecimiento sostenido de las energías renovables, los combustibles fósiles aportarán más del 72% de la energía que se consumirá en 2040.

Según el WEO 2018, uno de los informes de pronósticos de energía más importantes que se publica anualmente, la demanda mundial de petróleo alcanzará su punto máximo en 2040, aunque, paradójicamente, una escasez de suministro de petróleo podría surgir antes de esa fecha. Las proyecciones del informe señalan que la demanda mundial de petróleo aumentará en 1 millón de barriles por día (mb / d) cada año hasta el 2025, antes de disminuir drásticamente a 0,25 mb / d a partir de entonces.

 

 

Los vehículos eléctricos ya están avanzando en el sector del transporte, y se espera que se acelere en los próximos años. A mediados de la década de 2020, la AIE dice que la demanda de petróleo alcanza su punto máximo en el mercado de vehículos de pasajeros, incluso a pesar de que las ventas de vehículos aumentarán un 80% hasta 2040. La agencia prevé 300 millones de vehículos eléctricos en los caminos para 2040, que deberían desplazar a unos 3,3 millones de barriles de la demanda de petróleo. Aún así, la demanda sigue creciendo y no alcanza su punto máximo hasta 2040, lo que, en este punto, es una estimación bastante conservadora en el universo de pronósticos de demanda máxima. La razón de esto es que la AIE cree que otros sectores comienzan a adquirir una importancia creciente en el impulso de la demanda de petróleo. Todos piensan que los automóviles y los camiones son la principal fuente de demanda de petróleo, pero en las próximas dos décadas, los productos petroquímicos, la aviación y los camiones pesados representarán la mayor parte del crecimiento de la demanda. Aquí hay algunas cifras clave en el pronóstico principal de la AIE:

Los productos petroquímicos tendrán un crecimiento de la demanda de 5 mb / d, el más grande de todos los sectores. • Los camiones pesados representan un crecimiento de la demanda de 4 mb / d hasta 2040, a pesar de que las eficiencias logísticas y de los vehículos ahorran casi 5.5 mb / d de crecimiento de la demanda adicional. • Las economías en desarrollo sumarán más de 5 mb / d de crecimiento de la demanda de vehículos de pasajeros, pero esto se verá compensado por la disminución de la demanda (en gran parte debido a los vehículos eléctricos) en las economías avanzadas.

Por el lado de la oferta, EE. UU. aportará aproximadamente las tres cuartas partes del aumento de la producción mundial de petróleo hasta 2025, una cifra sorprendente. Pero el shale comienza a desvanecerse en términos de importancia después de esa fecha, y la OPEP recupera su posición como la principal fuente de crecimiento de la oferta. De hecho, la AIE plantea que a pesar de que el shale de EE. UU. sigue creciendo, existe el peligro de que el mercado del petróleo se vuelva excesivamente dependiente de este recurso no convencional. Después de la caída del precio del petróleo en 2014, la industria petrolera recortó drásticamente las inversiones. Esto se ha traducido en menos descubrimientos y menos nuevos proyectos en desarrollo. La inversión global comenzó a aumentar en el último año, pero solo lentamente, y la AIE teme que a este ritmo, el mercado del petróleo pueda verse afectado por un problema de suministro en la década de 2020. La agencia se ha mantenido en esta línea de argumentación desde hace algunos años, y la perspectiva de este año no fue diferente. «Si estas aprobaciones no se recuperan drásticamente de los niveles actuales, la producción de tight oil de EE. UU. tendría que crecer a más de 15 mb / d para 2025 para satisfacer la demanda», advirtió la AIE. Pero está lejos de ser claro si el shale norteamericano puede alcanzar hasta 15 mb /d. De hecho, el caso base de la AIE considera una producción de shale de EE. UU. con un máximo de 9.2 mb /d a mediados de la década de 2020. Si la inversión en recursos convencionales no aumenta dramáticamente y el shale de EE. UU. no pueden asumir la enorme tarea de crecer a 15 mb / d, «existe una posibilidad real de que los precios aumenten y que haya una mayor volatilidad», advirtió la Agencia. En general, el mensaje de la AIE es que la demanda de petróleo crecerá en el mediano plazo antes de aplanarse y finalmente alcanzar un pico en 2040. Pero mientras tanto, el déficit en las inversiones de las compañías petroleras podría traducirse en una escasez de suministro a mediados de la década de 2020. En ese caso, el mundo podría enfrentarse a una crisis energética impensada, ya que el petróleo y los demás combustibles fósiles proveen más de 2/3 de la energía global.

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Vaca Muerta: fortaleza económica y debilidad política

Por Víctor Bronstein

Los abundantes recursos no convencionales de petróleo y gas con que cuenta nuestro país están cambiando radicalmente el panorama y el destino energético de Argentina. Entre estos, Vaca Muerta es la estrella. Sin embargo, a pesar del encandilamiento que nos provoca el brillo de este “player” de la industria petrolera, es importante hacer un análisis un poco más profundo de lo que significa esta formación para alcanzar un desarrollo energético soberano.

Desde sus inicios, el petróleo trascendió la cuestión económica y se convirtió en un recurso estratégico para el desarrollo de los países, siendo fuente de conflictos, guerras e invasiones.  Esto tiene su explicación. La fuente de energía que permitió la expansión del capitalismo en el siglo XIX fue el carbón. Y tanto Estados Unidos como Europa tenían carbón en sus territorios. En cambio, cuando a principios del siglo XX el petróleo empieza a cobrar una importancia estratégica como fuente de energía única por sus cualidades, los países europeos, que no tenían ese recurso, salen a conseguirlo en Medio Oriente y en América Latina. Nace así la geopolítica del petróleo, donde sobresalen tres actores: los países productores, los países consumidores y las grandes empresas petroleras. La dinámica entre ellos ha marcado la historia del petróleo y sus conflictos.

En nuestro país, Mosconi trata de salir de esta dinámica impulsando la creación de YPF y tratando de alcanzar el autoabastecimiento como forma de lograr nuestra soberanía energética. Sin embargo, las características geológicas de nuestro país hicieron que el autoabastecimiento petrolero fuera un objetivo que sólo se cumplió durante breves períodos de nuestra historia y cuando se permitió la participación de otras empresas además de YPF. Esto lo entendió bien Juan Domingo Perón, cuando en 1955 intenta firmar el contrato con la California para la exploración en la Patagonia. Por eso, a los que se opusieron a este acuerdo, los llamó “nacionalistas de opereta”. El tema no es si aceptamos la participación o no de empresas privadas, sino las condiciones en que lo hacen. Lograr el autoabastecimiento era fundamental para nuestra seguridad energética y Argentina era un país con petróleo, no un país petrolero. Teníamos petróleo, pero no mucho. Hasta Vaca Muerta.

Hoy, a partir del desarrollo de los recursos no convencionales, Argentina se encamina a ser un país petrolero y con capacidad exportadora. La potencialidad de Vaca Muerta es incontrastable. Su desarrollo nos permitirá revertir el declino inevitable de la producción de petróleo y gas de los yacimientos convencionales y lograr el autoabastecimiento de manera sustentable. Para 2030, la producción de petróleo podría pasar de los actuales 500 mil barriles/día a más de un millón. La producción de gas, de los 130 millones de m3/d a 250 millones de m3/d.

Las perspectivas económicas son promisorias. En 2017, se han invertido más de 7 mil millones de dólares y este nivel de inversión se repetirá anualmente. Si se cumplen con las previsiones de producción, Argentina podría llegar a exportar entre 25 y 30 mil millones de dólares anuales entre petróleo y gas, valores similares a las exportaciones del complejo agroindustrial.

Sin embargo, la producción de los recursos no convencionales tiene características geológicas y tecnológicas diferentes a la explotación convencional. Los pozos declinan rápidamente su producción. Esto implica desarrollar un sistema de perforación permanente y, consecuentemente, grandes inversiones anuales. Esta situación hace que sea imprescindible la participación de empresas privadas, la mayoría de ellas extranjeras, que, lógicamente, persiguen un objetivo económico independientemente de las necesidades que pueda tener nuestro país. Soberanía energética no es sólo autoabastecimiento, sino también capacidad de establecer una política energética para el desarrollo y poder definir los precios de la energía que sea accesible a todos los ciudadanos.

Tiempos novedosos, tendremos autoabastecimiento sin soberanía y nuestra seguridad energética será débil. Una tranquilidad económica y una preocupación política.

Medio: Página 12

https://www.pagina12.com.ar/150386-de-pais-con-petroleo-a-pais-petrolero

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Los 5 países que pueden influir en los precios del crudo

Los precios del petróleo estuvieron aumentando las últimas semanas y por primera vez desde 2015 perforaron la barrera de los USD 60 el barril. Esto se debió principalmente a que el congelamiento dispuesto entre la OPEP y Rusia está comenzando a dar resultados, pero además hay un factor geopolítico que podría incidir directamente en un alza de los precios en las próximas semanas o meses. La inestabilidad política de varios productores importantes de petróleo, que en cualquier momento podría cortar el flujo de exportaciones de cualquiera de estas naciones. En este breve artículo, analizaremos la realidad de cada uno de estos países.

Irak: Es el país con mayor riesgo para garantizar el flujo de sus exportaciones en el corto plazo. La toma de los campos petroleros de Kirkurk, en la zona del Kurdistán, por parte del gobierno iraquí ya ha interrumpido varios envíos de crudo. Los yacimientos de Bai Hassan y Avana (próximos a Kirkuk) permanecieron cerrados desde el 19 de octubre, manteniendo 275 mil barriles fuera del mercado, aunque se espera que estos cortes sean temporales hasta que la situación se estabilice. De hecho un agente del puerto turco de Ceyhan, el destino de las exportaciones petroleras del norte de Irak, avisó que los flujos a ese puerto han caídos en 196 mil b/d. Como dijimos, Irak representa la amenaza más evidente para un corte en el suministro petrolero, sin embargo como la mayor parte de la producción se concentra en el sur del país, lejos del conflictos, la interrupción cortaría un máximo de 600 mil b/d, que no deja de ser despreciable para nada. Pero se espera que esto sea temporal y que los conflictos puedan resolverse, y retomar el flujo petrolero a la normalidad.

Irán: el principal punto de conflicto que puede enfrentar Irán es la imposición de una nueva serie de sanciones por parte de los Estados Unidos en respuesta a la continuación de su plan nuclear. Igualmente es incierto hoy en día las sanciones tendrían la capacidad de reducir las exportaciones de crudo iraní. Tal vez podría afectar la llegada de nuevas inversiones aunque todavía es una incógnita. Pero incluso, el Secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, hizo todo lo posible por asegurar a los funcionarios europeos que su país no bloquearía los negocios de empresas europeas con Irán. Por lo tanto, hoy en día Irán produce alrededor de 4 millones de barriles diarios y no representa un riesgo para el suministro petrolero mundial, por lo menos para lo que resta del año, y no afectaría los precios del petróleo en el corto plazo.

Libia: este país miembro de la OPEP fue eximido del acuerdo de congelación de la producción y durante gran parte del año representó un riesgo bajista para los precios del crudo. Esto se debe a que casi ha triplicado su producción desde agosto de 2016 hasta hoy, pasando de 300 mil a cerca de 850 mil. Ha tenido picos de 1 millón de barriles diarios hace no tanto, sin embargo la guerra ha golpeado la infraestructura del país, por lo que varias terminales de exportación han sido dañadas. Es difícil que Libia vuelva en el mediano plazo a producir 1,6 millones de b/d que producía antes del conflicto bélico interno. El país se está acercando hoy en día a su techo de producción y es probable incluso que la inestabilidad constante haga retroceder los volúmenes de producción por lo que en un futuro cercano pasaría a representar un riesgo alcista de los precios.

Nigeria: la situación es similar a lo que pasa en Libia, este país se encuentra exento de los recortes acordados por la OPEP debido a que la violencia e inestabilidad que lo aquejan afectaron el normal desarrollo de su producción. Sin embargo, la restauración de la producción en Libia coincidió con una reducción similar de la violencia en el Delta del Niger. Un alto el fuego trajo la calma durante gran parte del año pasado, permitiendo que la producción rebote desde 1,2 hasta los 1,8 millones de b/d en la actualidad. Nigeria se comprometió a limitar su producción cuando alcanzar los niveles actuales, sin embargo la paz en el Delta del Niger pende de un hilo, de hecho el grupo armado Vengadores del Delta del Niger levantaron el alto el fuego y prometieron volver al ruedo con brutalidad y sangre. Si el conflicto se retoma hay grandes probabilidades que afecte el normal funcionamiento de la industria hidrocarburífera y asistamos nuevamente a una reducción de la producción nigeriana.

Venezuela: la crisis económica que atraviesa el país casi augura que la producción de petróleo continuará en descenso. En septiembre, Venezuela “solo” produjo 1,89 millones de b/d, para tener una idea a fines de la década de 1990 llegó a producir 3,2 millones de b/d y en 2015 anduvo cerca de los 2,4 millones. Las deudas aquejan al país y sin efectivo, PDVSA no puede invertir en nueva producción y ni siquiera puede invertir en el mantenimiento para que la producción no decaiga. Según una serie de informes, incluso el petróleo sube un deterioro en su calidad, ya que PDVSA no cuenta con los medios para tratar adecuadamente sus crudos pesados. Para complicar más la situación, en las próximas semanas se vienen varios vencimientos de deuda y un posible incumplimiento de los mismos se afectaría la situación financiera del país y contribuiría a un mayor deterioro de la producción de petróleo del país.

 

 

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La cuestión del Litio: reservas, uso y demanda futura

Por Martín Bronsteín

Las energías renovables como la eólica, solar o geotérmica aportan cada vez más a la generación eléctrica, pero sólo el 40% de la energía primaria se utiliza con este fin. El resto de la energía primaria se utiliza para la industria, comercio y transporte.  Esta situación limitaba el aporte de las renovables, ya que el 95% del transporte se mueve con derivados del petróleo. Esta situación empezó a cambiar hace pocos años con el desarrollo de las baterías de ion-litio, que sacaron del estancamiento de décadas al auto eléctrico al lograr aumentar de manera significativa la capacidad de almacenamiento y el ciclo de cargas.  Hoy, un número cada vez más creciente de políticos, especialistas y empresarios consideran que el auto eléctrico representa el futuro del transporte, por lo menos en lo que respecta al transporte terrestre y de uso particular. Por ejemplo, en algunos países europeos se está anunciando que para 2040 cesaría la producción de automóviles impulsados por motores de combustión interna. En general, las prospectivas energéticas no suelen ser muy precisas, pero está claro que la clave del funcionamiento de los autos eléctricos reside hoy en el almacenamiento de energía eléctrica en las baterías de ion-litio. Esto nos lleva a analizar, así como se hace con los hidrocarburos, sobre las reservas y suministros del litio.

 

Principales características del Litio:

En 2015, la producción mundial de Litio fue de 32.500 toneladas anuales y las reservas se estimaron en 14 millones de toneladas, una relación reservas producción de 431 años tomando como referencia esos niveles de producción y consumo.

Sin embargo, se estima que el consumo mundial de Litio se cuadriplicará hacia 2025, lo que reduce la relación de producción/ reservas y la ubica en 108 años. Además, se espera que el consumo de este mineral sea cada vez mayor, por lo que esa relación iría en descenso salvo que se descubran nuevas reservas. Sin embargo, el aumento de la demanda y de los precios permitirá un aumento de la actividad minera, por lo que se espera descubrir nuevos yacimientos tal como ocurre en todas las actividades extractivas

Las fabricación de las baterías de ion-litio representan el 35% de la demanda global de este mineral en la actualidad. A su vez, en 2015/16 los vehículos eléctricos representaron el 64% de la demanda de baterías de ion-litio, el resto se utilizó en las baterías de dispositivos como celulares o computadoras. De esta forma, los autos eléctricos utilizan hoy el 22% del consumo mundial de litio.

En 2015, China era el fabricante del 32,5% de las baterías de ion-litio a nivel mundial, seguido por Estados Unidos con el 7,3% y la Unión Europea con el 3,5%. Para 2018 se calcula que esto se modificará con un gran incremento de China (42%) y Estados Unidos (32%),  la UE, por su parte, descenderá a sólo el 1,4%.

El gran crecimiento en la fabricación de baterías en los Estados Unidos se debe a la Giga Factory de Tesla, que está proyectando la fabricación de 35 GWh de baterías de ion-litio por año.

Los usos principales de las baterías de ion-litio en 2016 fueron:

  • Celular 19%
  • Tablet 7.3%
  • Computadoras 10.2%
  • Autos eléctricos 28.8%
  • Plugin híbrido EV 5.3%
  • Buses eléctricos en China 29,3%

La cifra de los buses eléctricos en China es asombrosa, debido a que 94.000 vehículos fueron producidos en 2015

 Las baterías de ion-litio han sido uno de los pilares fundamentales de las nueva era de los dispositivos móviles que ha permitido la proliferación de las redes sociales. Este tipo de baterías constituyó el elemento disruptivo que permitió la masificación y el uso de estas redes, con todas las implicancias que están generando en la dinámica social. Este tipo de baterías tiene la capacidad de almacenar mucha más energía que sus pares. La siguiente tabla nos muestra como las baterías de ion-litio ofrecen entre 4 y 5 veces la cantidad de energía que las baterías VRLA de plomo y ácido, su competidora más cercana. Esto queda en evidencia con el rendimiento de un auto eléctrico, que con las ion-litio puede recorrer alrededor de 300 km, mientras que con de ácido y plomo  realiza sólo entre 50 y 60 km. Más allá de un coste inicial más alto, ofrece una serie considerables de ventajas que podemos observar a continuación.

El dato crucial sobre el cual se sustenta la ventaja de las batería de ion-litio por sobre las de plomo y ácido reside en la densidad energética, permite almacenar una mayor cantidad de energía por unidad de peso. Esto es lo que permitió que hoy exista el auto eléctrico como realidad y deje de ser un proyecto como ocurrió en los últimos treinta años. El costo de estas baterías es mucho más alto, aunque como gozan de grandes subsidios, pueden venderse a un costo aproximado de US$ 600 el kwh. Esto hace que un auto eléctrico madiano tenga un costo de aproximadamente US$ 40.000 en su pack de baterías. Además, otro problema es el ciclo de cargas que limita la durabilidad de las baterías y el tiempo de recarga. Para superar estos problemas, Tesla ofrece hoy el reemplazo gratis del pack de baterías y una cantidad de recargas gratuitas en los surtidores eléctricos de alta potencia.

Otro punto importante que debemos mencionar es que la mayoría de las baterías de ion-litio, hoy en día, utilizan un compuesto de litio y cobalto (Co) en el electrolito, por lo que la disponibilidad de cobalto es tan importante como el litio. Existen alternativas a la utilización de Co como el manganeso (Mn), aunque ofrece un rendimiento más pobre, pero la tecnología puede verse forzada a utilizar ese componente si la disponibilidad de cobalto resulta ser un factor limitante. En la tabla que sigue podemos observar una serie de datos para comprender mejor la realidad de estos dos minerales tan importantes en el futuro. Los datos corresponden al año 2015.

Vemos que para el litio la relación producción (32.500 toneladas anuales) y reservas (14 millones) nos sugiere que tenemos recursos aprovechables por 431 años con la tasa de consumo actual. Por lo que claramente no existe una preocupación inmediata. Más allá de esto, se espera que crezca sustancialmente el consumo de litio por lo que se acortará el tiempo arriba proyectado. También debemos destacar que es factible que se descubran nuevas reservas.

Haciendo las mismas proyecciones para el cobalto, tomando como referencia una producción anual de 99 mil toneladas y 7,1 millones de toneladas de reserva, podemos observar que tenemos recursos de este mineral a los niveles actuales por 72 años. Por lo que el cobalto es una fuente con proyecciones más cortas que el litio. Salvo claro está, que en algún momento se puedan aprovechar los 120 millones de toneladas de recursos a nivel global, en ese caso tendríamos cobalto por 1.200 años. Por lo que no habría mucho de que preocuparse.

La producción de litio se distribuye entre varios países, entre los que destacan Chile, Argentina, Bolivia, China y Australia. Mientras que la oferta de cobalto está dominada por la República Democrática del Congo, la cual se encuentra bajo permanentes conflictos geopolíticos.

 

La materia prima de las baterías: el litio

El litio es un metal alcalino que comparte propiedades químicas con el sodio (Na) y el potasio (K). Es por esta razón que las principales fuentes de este mineral se encuentran en las salinas o bien en las formaciones rocosas que contienen spodumena, un mineral compuesto, entre otros elementos, por Li2O. En el siguiente gráfico podemos observar los principales productores mundiales históricos de litio.

El 50% de la oferta mundial de litio proviene de las salinas, los principales yacimientos de este tipo se encuentran en nuestra región. En China y Estados Unidos se produce tanto mediante salares como también en formaciones rocosas. Este último tipo es el que predomina en Australia.

 

Batería de ion-litio

En la actualidad, China lidera la producción mundial de baterías de ion-litio con un 32,4% (16.704MWh) del mercado mundial. Mientras que los Estados Unidos cuentan con 7,3% (3.770MWh) y la Unión Europea un 3,5% (1.798MWh). Corea del sur con el 31,1% (16.059MWh) y Japón con el 20,9% (10.778MWh) son, junto a China, los otros dos grandes productores mundiales de este tipo de baterías. La producción mundial de baterías es equivalente a 51.549 MWh

Para poder analizar concretamente estas cifras, el auto eléctrico Tesla Modelo S tiene un paquete de baterías de 75 KWh. Por lo que la producción anual de baterías actualmente alcanza para alimentar 687.320 nuevos de este tipo de vehículos.

China continúa expandiendo su producción y está fabricando baterías por 18.730 MWh (36,33% del total actual). Por su parte, Estados Unidos anunció que está planeando producir 35.000 MWh de nuevas baterías lo que permitiría ampliar el total actual en casi un 70%.

 

Uso actual de las baterías

Los siguientes cuadros resumen el uso hoy en día que tienen las baterías de ion-litio (datos de 2016). Un primer dato a tener en cuenta, es que China desplegó el año pasado 94.000 buses eléctricos consumiendo 21,6 GWh de baterías. Esto sumado a la totalidad de baterías utilizadas en dispositivos móviles y en vehículos eléctricos o híbridos nos da un total de baterías a nivel mundial equivalente a 73,7 GWh distribuidos de la siguiente manera.

Los vehículos eléctricos (excluyendo el eBus chino) representan actualmente el 34,1% y esta cifra crecerá sustancialmente. Sin embargo, debemos recordar que las baterías consumen el 35% de la producción total de litio y, por lo tanto, las baterías de los autos eléctricos representan actualmente sólo el 12% de los suministros totales de este mineral. Esto se puede ver de manera clara en el siguiente gráfico.

Este gráfico es una proyección que muestra donde se espera que sea el crecimiento futuro de la demanda de litio. La unidad del mismo es toneladas por año.

Mientras que otros usos se mantienen constantes en 20.700 toneladas por año, el consumo en electrónica en 20.700 toneladas por año para 2025. Pero el dato fundamental es el masivo crecimiento de los vehículos eléctricos para los próximos 10 años, de 7.500 a 80.000 toneladas por año en 2025. Sin embargo, estas proyecciones no son del todo seguras. Uno de los puntos críticos para estas proyecciones es saber si será posible que la oferta mundial se cuadruplique en un período tan corto de tiempo.

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Reflexiones sobre población, recursos y la economía basada en la fe

Por Matías Lagraña

 

Desde el Club de Roma a la actualidad.

Los años de la posguerra fueron de un extraordinario crecimiento económico y también poblacional sustentado en el petróleo como fuente  de energía barata y abundante sumado al desarrollo tecnológico, que se constituyó así en una de las herencias positivas del horror que suscitó la 2da Guerra Mundial. A fines de la década de los 60, ese crecimiento empezó a generar preocupaciones “neo malthusianas” sobre el crecimiento exponencial de la población y el agotamiento de los recursos finitos y no renovables del planeta. En los países desarrollados, desde los políticos hasta los científicos empezaron a ocuparse del tema. Uno de ellos, Jay W. Forrester, del MIT, plantea por primera vez la utilización de modelos computacionales para estudiar la evolución de las sociedades.  En 1968, Forrester se reúne en Roma con otras 34 personalidades, entre científicos, investigadores, economistas y políticos para discutir sobre el impacto del hombre sobre el planeta. Crean entonces un grupo al que denominan Club de Roma, aunque éste recién se constituye en el año 1970. Este club tiene por objetivo el estudio y análisis de los grandes procesos y fenómenos que atañen a la humanidad para su desarrollo equilibrado y su supervivencia, así como la divulgación y promoción de la toma de conciencia sobre los grandes temas y retos a los que se ha de enfrentar la humanidad para lograr esos objetivos. Se encargó, entonces, un estudio al mencionado MIT System Dynamics Group, al frente del cual estaban Donella Meadows, Jorgen Randers y Dennis Meadows. El informe de dicho estudio se llamó «Los Límites Del Crecimiento» y fue publicado en 1972, poco antes de la primera crisis del petróleo de 1973. La crisis puso en primer plano el informe y el Club de Roma cobró un gran protagonismo, aunque sus conclusiones fueron discutidas en nuestro país con un modelo mundial alternativo elaborado por la Fundación Bariloche. Este informe planteaba que el informe del Club de Roma era ideológico ya que limitaba el crecimiento de los países en desarrollo. Sin embargo, hoy vemos que los problemas relativos al crecimiento alcanzan a todo el planeta.

 

Población y alimentos

También para esa época, en 1968, Paul Ehrlich publica The Population Bomb o Bomba P, haciendo referencia a la Bomba A (atómica) y Bomba H (de hidrógeno) que en ese momento de Guerra Fría tenían en vilo a la humanidad. La tesis del libro predecía una hambruna masiva para las próximas décadas por causa del crecimiento poblacional mundial y planteaba la necesidad de acciones políticas para limitar el crecimiento demográfico. Si bien el libro presentaba inexactitudes, tenía un tono alarmista y sus predicciones no fueron correctas, sirvió para sensibilizar a la población sobre las cuestiones medioambientales y poblacionales.

Hoy,  el panorama actual sobre población-recursos-medio ambiente es mucho más serio que el pronosticado por  “The Population Bomb” en 1968. La población mundial es más del doble, los recursos clave están mucho más agotados y el deterioro ambiental es sustancialmente más avanzado.

Una cuestión central de la problemática humana, tanto en 1968 como ahora, es la perspectiva de alimentar a una población creciente. Actualmente, la Tierra es habitada por aproximadamente 7.500 millones de personas en lugar de las 3.500 que tenía en 1968. Alrededor de 200 a 300 millones han muerto de hambre o por enfermedades relacionadas con el hambre y la mala alimentación en estos años, pero no las cantidades anticipadas por los trabajos e investigaciones de especialistas en agricultura durante las décadas del 60 y 70. Los agricultores de países en desarrollo adoptaron tecnologías basadas en mejores cepas de grano y en el uso intensivo de combustibles fósiles (“La Revolución Verde”) y como resultado la producción de cereales aumentó por encima del incremento poblacional. Además, se crearon sistemas de almacenamiento y transferencia de alimentos para los momentos en los que la cosecha se viera afectada, programas de planificación familiar, tasas de natalidad decrecientes en muchos países, todo contribuyó al crecimiento de la demanda de alimentos.

Sin embargo la escasez crónica de alimentos sigue siendo un problema en muchos países en desarrollo. Debido principalmente a la mala distribución de alimentos se calcula que 800 millones de personas están gravemente desnutridas, y según la FAO, hasta 2.000 millones de personas padecen malnutrición por micronutrientes.

El científico Norman Borlaug, una de las cabezas de la Revolución Verde, introdujo el problema de la población en su discurso del Premio Nobel de 1980:

“No puede haber progreso permanente en la batalla contra el hambre hasta que las agencias que pelean por el incremento en la producción de alimentos y aquellos que pelean por el control poblacional se unan en un esfuerzo común. Por separados podrán tener victorias temporales, pero unidos la victoria puede ser decisiva y duradera para promocionar alimentos y otros servicios de una civilización progresiva para el beneficio de toda la humanidad.”

La necesitada unión no ha ocurrido lamentablemente y debemos agregar que la humanidad se acerca rápidamente al fin de poder explotar la bonanza de los combustibles fósiles que impulsó la vasta expansión de la civilización durante el siglo y medio pasado.

Empíricamente, la forma más eficaz de avanzar hacia la reducción de la población implica proporcionar a las mujeres derechos, oportunidades y educación iguales a las que se les proporcionan a los hombres (hoy estos derechos no son verdaderamente iguales en ninguna nación y carecen gravemente de muchos) y proveer el acceso a todas las personas sexualmente activas a la anticoncepción moderna y aborto seguro.

Lidiar con el consumo excesivo es más complejo en teoría. Podríamos esperar que las amenazas existenciales planteadas hoy por la disrupción climática, la agricultura vacilante, el aumento de los mares, la contaminación generalizada y el agotamiento de los recursos también cambiarían el comportamiento, pero el peligro aún no se percibe ampliamente para producir el efecto deseado.

 

 

Economía

 

Una causa central de preocupación ahora es la persistencia y presencia de creencias no demostradas de la «macroeconomía basada en la fe», donde se sostiene  la expansión económica continua a través de la tecnología, los mercados y la denominada economía del conocimiento. Por ejemplo, el Premio Nobel de economía, Paul Krugman, con cuyos puntos de vista sobre el corto plazo frecuentemente coincidimos, casi siempre escribe sobre el crecimiento como una cura para los problemas, especialmente el desempleo. Su desprecio por las limitaciones impuestas por el mundo biofísico es típico de su disciplina, que aparentemente no es consciente del grado en que la humanidad está cooptando los flujos de energía que sustentan los sistemas de apoyo a la vida del hombre.

Un segundo problema fundamental con la macroeconomía que acompaña a su fe, de que el crecimiento puede continuar para siempre en un sistema confinado, es que la gente hace elecciones racionales. El crecimiento puede, por supuesto, mejorar temporalmente el desempleo, pero los defensores pro-crecimiento rechazan obstinadamente reconocer las, cada vez mayores, restricciones biofísicas. También ignoran las posibilidades de reorganizar la economía sobre una base más equitativa y la posibilidad de hacer cambios importantes y, a nuestro juicio, necesarios, tales como semanas de trabajo más cortas.

Sin embargo, la falacia del crecimiento interminable ha sido bien reconocida hace mucho tiempo. El distinguido economista Kenneth Boulding escribió en 1966: «Cualquiera que crea que el crecimiento exponencial puede durar para siempre en un mundo finito es un loco o un economista». Bueno, los locos y la mayoría de los economistas están todavía en ello. Por supuesto, algunos economistas creen que hay límites pero en un futuro lejano. En parte eso puede ser porque están bajo la ilusión de que la problemática del clima es la única amenaza existencial para la civilización.

La segunda creencia falaz, que las decisiones humanas son racionales, es simplemente errónea; las emociones y la racionalidad limitada son fundamentales para la toma de decisiones y juegan roles importantes tanto en las opciones reproductivas como en las de consumo.

Gran parte del fracaso de la macroeconomía para convertirse en evidencia puede ser atribuido a la capacitación proporcionada a los estudiantes graduados en los departamentos de economía, donde los fundamentos básicos de la ciencia ambiental, en nuestra opinión cada vez más central a la mayoría de los resultados económicos, son ampliamente descuidados. Ese fracaso, entre otras cosas, permite que muchos economistas consideren el cambio climático como una amenaza en su mayoría lejana y que ignoren la naturaleza de otros grandes desafíos medioambientales y sus interacciones con la cuestión climática y, sobre todo, con las tendencias demográficas, cuyas consecuencias se malinterpretan totalmente.

Por ejemplo, una reciente ilusión de la macroeconomía basada en la fe es que las tasas de natalidad deben aumentarse para evitar que una población envejezca -con una proporción cada vez mayor de personas mayores-, lo que aumenta la preocupación de que habrá muy pocos trabajadores para sostener el sistema de pensiones. Esta idea es especialmente común entre los políticos europeos, que no se dan cuenta de que sólo lo imposible, manteniendo a la población en crecimiento para siempre, podría impedir que la población envejeciera a menos que se emplearan políticas muy socialmente inaceptables (por ejemplo, la eutanasia).

 

Recursos

 

El sistema basado en la fe ignora aún más que muchos recursos, si no la mayoría, son más escasos o menos accesibles en 2015 que en 1968 (y anteriores). Los seres humanos, siendo inteligentes, han tendido a recoger la fruta más accesible primero. Esto se ve con más facilidad mirando el EROI— o tasa de retorno energético- del inglés Energy Return On Investments, donde se toma en cuenta cuántas unidades de energía se deben utilizar para obtener ese recurso energético (descubrimiento, explotación, la perforación, el transporte, etc.).

Un ejemplo clásico de la disminución del EROI es la obtención de petróleo. El primer pozo petrolero se hizo a unos 22 metros de la superficie para alcanzar el petróleo en Pensilvania en 1859, mientras que el pozo Macondo que explotó en el Golfo de México en 2010 fue perforado por debajo de 1600 metros de agua y alcanzó el petróleo a casi 3200 metros por debajo del suelo marino.

La eficiencia del uso de los recursos ha aumentado en muchos casos en sintonía con la regulación y las fuerzas del mercado, pero a menudo es contrarrestada, en parte o en su totalidad, por el crecimiento del uso. Entre 1975 y 2015, la eficiencia de los automóviles estadounidenses se duplicó, pero el número de vehículos aumentó en más del 50%. Alrededor del mismo período, la población mundial de vehículos casi se cuadruplicó. El aumento de la eficiencia en el uso de los recursos suele ir acompañado de un crecimiento del consumo; cuando ese crecimiento es un resultado, es conocido como «Paradoja de Jevon» por los economistas.

La paradoja es que, a medida que la producción de energía se ha vuelto más eficiente (y cada unidad de energía es más barata), más productos que utilizan energía llegan inevitablemente al mercado, aumentando así el consumo de energía

Además de estos límites termodinámicos de la eficiencia que son claramente reconocidos (aunque en muchos casos hay un largo camino por recorrer), hay otras cuestiones que debemos atender. En lo que respecta a los vehículos, aunque la eficiencia del consumo de combustible es la que más llama la atención, cuestiones como la contaminación por neumáticos abrasivos en las rutas, los efectos tóxicos del césped artificial basado en caucho sintético, los impactos de pavimentar valiosas tierras agrícolas y reservas de biodiversidad para construir ciudades y caminos; la necesidad de materiales exóticos (como las tierras raras) y los insumos de energía en la fabricación de automóviles de alta tecnología, todas estas cuestiones son generalmente ignoradas.

La situación de los recursos hoy en día es mucho más compleja por el sistema del Estado-nación. Es triste que aparentemente pocas personas comprendan las consecuencias de un hecho simple: los recursos naturales se distribuyen más o menos aleatoriamente entre las naciones. Si se comprendiera esto, una cuestión crucial en las relaciones «internacionales», destacada por una crisis migratoria segura de estallar, sería una cuestión que rara vez se plantea en el discurso público: «¿Son éticas las fronteras?».

 

Recursos y Población

 

El papel del tamaño de la población y el crecimiento en la situación humana sigue siendo, tristemente, plagado de ideas erróneas. Uno, la «Falacia de Pearce», lleva el nombre del reportero ambiental Fred Pearce, quien en varias ocasiones afirma que el consumo excesivo es un contribuyente mucho mayor al deterioro ambiental que la superpoblación. Esto es más o menos como afirmar que la longitud de un rectángulo es un contribuyente mucho más grande a su área que su anchura. Hay que tener en cuenta que los problemas de cambiar el ancho (tamaño de la población) de la escala del rectángulo de la travesía humana son bastante más complejos que los de cambiar la longitud (consumo per cápita).

El crecimiento de la población en la mayoría de las circunstancias impide el «desarrollo» exitoso de las sociedades y retarda el aumento del consumo per cápita, evitando que la mayoría de las personas se vuelvan más prósperas. Lo que típicamente sucede es que, después de la reducción en las altas tasas de mortalidad de los bebés y los niños, la población de una nación crece rápidamente durante un tiempo. Luego, cuando se ha introducido la planificación familiar, se sigue un período de disminución del crecimiento demográfico y un aumento concomitante del consumo per cápita. El rápido crecimiento de la población y el consumo no ocurren simultáneamente, pero el resultado final es una cantidad gigantesca de consumo y, lamentablemente, la destrucción de los sistemas de soporte vital humano.

 

Gobernabilidad, instituciones y colapso

 

Desde la publicación de  “The limits of Growth” y «The Population Bomb», el discurso sobre la situación humana ha cambiado. Además de una nueva atención a los límites del crecimiento y el desarrollo de la economía ecológica basada en la evidencia, también hay una creciente discusión sobre las maneras de evitar el posible colapso de la civilización.

En su trabajo clásico, «El colapso de las sociedades complejas», Tainter (1988) atribuye una causa primaria de tales colapsos a una disminución marginal de los retornos per cápita sobre la creciente complejidad social. Eso parece ser exactamente lo que está ocurriendo en la civilización global actual, un Sistema Adaptativo, global y Complejo (SAC) que interactúa con el SAC (Levin 1999) de la biosfera. Pero en muchos aspectos, un colapso próximo de la civilización (Ehrlich y Ehrlich 2013) podría explicarse en gran medida por la falta de esfuerzo para evitarlo, rastreable a un fracaso de la gobernanza, y la adherencia obstinada al falso sistema económico basado en la fe.

El fracaso gubernamental se demuestra internacionalmente por la incapacidad (hasta ahora) del sistema estatal-nacional de afrontar:

  • La superpoblación y el crecimiento demográfico continuo;
  • El consumo excesivo de los ricos, el hambre y la malnutrición que sufren miles de millones (Wilkinson y Pickett, 2009);
  • La creciente disrupción climática y una denegación sistemática de la misma patrocinada por las empresas (Farrell, 2015; Mann, 2012; Oreskes y Conway, 2010);
  • El aumento de la inequidad económica bruta, con vulnerabilidades que podrían exacerbarse por las alteraciones del clima (Dennig et al., 2015);
  • Desatención a la sexta extinción en masa de la Tierra, que ya está amenazando al sistema vital de la humanidad (Ceballos et al., 2015b);
  • Sobrepoblación de animales domésticos para aumentar el consumo de carne;
  • La contaminación del planeta (Carson 1962; Cribb 2014) y una preocupación importante en The Population Bomb;
  • El inicio de lo que eventualmente será una vasta crisis de refugiados, prevista dramáticamente hace 45 años en una novela (Raspail 1975).

 

Religión


Reducir la escala de la cuestión humana global es una condición previa para tener alguna esperanza de resolver estos problemas. Esto a su vez requiere no sólo detener el crecimiento de la población humana, sino comenzar una contracción humana lenta, algo que ya está ocurriendo en algunos países ahora y pronto comenzará en muchos otros, en particular China. El tabú de la discusión del problema de la población se demostró dramáticamente en la reciente encíclica del Papa Francisco, en la que el Papa advirtió enfáticamente sobre muchos factores en la situación humana, pero menoscaba la importancia de las tendencias demográficas. Esto es especialmente preocupante, ya que el Papa se enfrenta claramente a la presión conservadora de no ir «demasiado lejos», a la luz de sus comentarios anteriores sobre la «obsesión» de la Iglesia con la anticoncepción y el aborto. Y, por supuesto, el pronatalismo católico institucionalizado, el chovinismo masculino y la misoginia son compartidos o superados por la derecha religiosa y muchos elementos en el Islam y otros grupos religiosos. Además, la creencia generalizada de que las entidades sobrenaturales pueden intervenir (y lo harán) para impedir que los seres humanos arruinen sus propios sistemas de soporte vital es una barrera significativa para abordar los problemas serios de manera directa. Sin embargo, teniendo en cuenta el poder obvio de la creencia religiosa, apoyamos la idea de que un movimiento cuasi-religioso, uno preocupado por la necesidad de cambiar los valores que ahora gobiernan gran parte de la actividad humana, puede ser esencial para asegurar la persistencia de nuestra civilización ahora casi global.  Los mitos a gran escala son los que hacen posibles sociedades de millones. En el contexto de este trabajo, una de las más pertinentes es la cuasi religión de la economía capitalista, para la cual el crecimiento perpetuo es una creencia fundamental y esencial. Todos mantenemos la fe de que una pieza de papel de lujo materialmente sin valor, llamada “dólar” o “yen” o “euro”, será intercambiable por bienes materiales. Es evidente que la humanidad debe inventar nuevos grandes mitos para reemplazar a los actores sobrenaturales y un crecimiento sin fin. Sin embargo, hay una pequeña razón para animarse en este frente. A pesar del tabú político religioso sobre el tratamiento del tamaño de la población y el crecimiento, John Holdren, asesor científico del ex Presidente Obama, declaró que la encíclica del Papa Francisco era demasiado desestimable acerca de “el papel del tamaño de la población humana en la adición a las emisiones, complicando las soluciones y desplazando el resto de la creación”. La declaración de “hacinamiento” es una forma basada en la evidencia de decir que la civilización está socavando la extremidad sobre la que se asienta destruyendo la biodiversidad, las partes de trabajo de los sistemas de apoyo a la vida humana. Por último, los impactos difíciles de cuantificar de la sobrepoblación y el aumento de los conflictos sobre los recursos han sido mucho más difíciles de evaluar en dos áreas críticas donde existe un alto potencial de discontinuidades. Una es la creciente probabilidad de una vasta epidemia. Las probabilidades de que ocurra una plaga son casi imposibles de calcular, pero es prácticamente cierto que aumentan con el tamaño de la población, los altos niveles de malnutrición y desnutrición global y el aumento de la movilidad. Incluso la amenaza de una pandemia seria podría cerrar las fronteras y devastar el comercio internacional, con resultados incalificables en un sistema mundial cada vez más estresado con gigantescos flujos de refugiados. La otra posible discontinuidad difícil de cuantificar, relacionada con la población y el medio ambiente, es la guerra nuclear y sus consecuencias medioambientales, un tema pionero en The Population Bomb. La continua competencia y las amargas relaciones entre el Imperio económico norteamericano y Rusia en un mundo abarrotado con recursos en declive podrían conducir a una guerra nuclear por diseño o accidente. Expertos como Theodore Postol del MIT estiman que las probabilidades de una guerra accidental son ahora más altas que en tiempos de la Guerra Fría, en gran parte debido a las políticas de armas nucleares de Estados Unidos. Igualmente, o tal vez incluso más probable es un «pequeño» conflicto nuclear entre la India y Pakistán, dos naciones muy sobrepobladas con arsenales nucleares, o la amenaza de Corea del Norte. Los factores sociales, religiosos y políticos no son los únicos agentes causales potenciales.
Debido a que el agua es un recurso escaso en muchas naciones, y la escasez de agua ya es reconocida como una gran posibilidad generadora de conflictos militares, los efectos de los trastornos climáticos son peligrosos y en última instancia impredecibles. Pero es poco reconocido que tal guerra regional podría fácilmente terminar con toda la civilización; desgraciadamente, las consecuencias ambientales de la guerra nuclear pueden ser subestimadas por muchos tomadores de decisiones.
Tal vez una cosa crucial a tener en cuenta relativa a la situación humana es que una larga historia de un tipo exponencial de crecimiento no señala un largo futuro para ella, un punto que Al Bartlett pasó gran parte de su larga vida tratando de explicar a la gente. El tiempo para actuar es mucho más corto de lo que la mayoría de la gente piensa, y el costo de la inacción podría ser el primer colapso calamitoso de una civilización global.
Otro punto es que el Homo sapiens, tanto genéticamente como culturalmente, siempre ha sido un animal de pequeño grupo. Los grupos de cazadores-recolectores tenían generalmente entre 90-220 miembros, e incluso hoy el número de conocidos de un individuo tiende a ser sobre ese tamaño. Sin embargo, la gente de hoy está luchando para vivir en grupos de millones a miles de millones y no le está yendo demasiado bien en eso. Como se ha afirmado, sólo un cambio de sociedad tan profundo y lejano como la revolución agrícola parece ser de las pocas esperanzas de evitar un colapso.

 

Un camino hacia adelante

 

Tal vez un buen enfoque sería que las Naciones Unidas convocaran una «convención constitucional» global que abordara el problema de cómo los diversos estados podrían organizarse políticamente para enfrentar los problemas existenciales globales sin perder aspectos valiosos de sus identidades individuales. Podría simultáneamente convocar conjuntos paralelos de conferencias de negociación sobre ecosistemas / biodiversidad, agricultura, población, etc., buscando tanto interconexiones como soluciones realistas. Combinados, podrían lograr mucho. En este proceso, los resentimientos y los problemas políticos entre las naciones pueden ser superados mejor que por una convención general con el objetivo de modernizar la gobernanza global.

¿Totalmente utópico e impráctico? Quizás. Pero nada es más impráctico ahora que seguir con los asuntos como siempre. La humanidad tiene una larga historia de cambio cultural revolucionario. Esperamos que se continúe en un ritmo muy acelerado, moviéndose, esperamos, en una dirección progresiva.

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Petróleo y economía global

Pasaron dos semanas de señales contradictorias en cuanto al curso de los precios del petróleo. La semana pasada, los precios cayeron alrededor de un 1,5%, cerrando en  US$ 48.82 en Nueva York, esto se debió en gran medida a preocupaciones referidas a que los países de la OPEP y algunos no OPEP no estaban cumpliendo su promesa de limitar su producción. El stock estadounidense sigue en caída, esto se debe principalmente al aumento de las exportaciones de petróleo liviano y productos petroleros terminados, y no a un aumento de la demanda interna. La OPEP y otros interesados en el día a día de los precios del petróleo continúan elaborando informes optimistas, pero el consenso parece ser que los precios del petróleo se mantendrán en torno a sus niveles actuales para el resto del año, a menos que exista un trastorno geopolítico.

Hay indicios de que los precios del petróleo serán mayores en el próximo año o dos, pero por ahora, la interacción entre la reducción de la producción, tomando en cuenta que el shale norteamericano sigue aumentando, y varias proyecciones de la demanda son las que determinarán los precios.

Sobre el recorte de producción de la OPEP: esta semana se ha llegado a un consenso sobre la situación que está atravesando el mercado petrolero, dando cuenta de que el recorte en la producción esperado de parte de la coalición de la OPEP y países no OPEP, no se ha cumplido. Actualmente están produciendo alrededor de 470 mil barriles por día por encima del compromiso asumido. A Pesar que se supone los saudíes deben realizar cortes más grandes en su producción, todavía no han sido realizados, ya que estos dependen de otros países cooperantes que no parecen muy dispuestos a cumplir con su parte, ya que la mayoría de los miembros de la coalición son productores de bajo costo que están haciendo algo de dinero con los precios actuales de cerca de US$ 50 por barril de petróleo. Como no hay mucho optimismo de que pronto veremos los precios del petróleo significativamente más altos, la mayoría de los exportadores se conforman con sólo mantener los ingresos corrientes y hacer crecer su producción. No parece haber producido ningún resultado concreto, las nuevas rondas de conversaciones de la semana pasada sobre los necesarios cumplimientos de la OPEP.

Las preocupaciones irán en aumento si la OPEP no amplía el recorte de su producción como está previsto hasta finales del marzo de 2018. En cambio, si los recortes se cancelan y la producción se mantiene en alza en más 1,5 millones de barriles por día los precios podrían caer de nuevo, generando todo tipo de estragos en la próximo año si todo el mundo intenta producir petróleo en los volúmenes más altos posible.

El shale oil norteamericano: A pesar del optimismo sobre el futuro de la industria del petróleo del shale de Estados Unidos, hay una serie de preocupaciones que van en aumento debido a la tasa de declinación de los pozos en las principales formaciones: la del pérmico, Eagle Ford, Bakken, Haynesville, Marcelus, Niobrara, y Utica; deberán lidiar con una disminución en el orden de los 350 mil barriles por día entre julio y agosto debido al declino inevitable de los pozos. Esto significa que la industria tiene que renovar 350 mil barriles por día de nuevos spots para mantener la producción de petróleo de shale constante. Se está perforando a buenos niveles por lo que se espera que la industria logre aportar otros 113 mil barriles por día de nueva producción en agosto; Sin embargo, informa que no hay suficientes equipos de fractura disponibles para completar los pozos perforados recientemente lo cual pone en duda esta proyección.

La cuenca del Pérmico es el campo petrolífero de más rápido crecimiento en los Estados Unidos, los inversores están empezando a preocuparse de que los perforadores están produciendo mucho más líquidos de gas natural y gas natural de lo esperado. El Pérmico actualmente tiene casi la mitad de las plataformas activas de perforación de petróleo de Norteamérica. Si estas tendencias continúan, las esperanzas en los Estados Unidos de una mayor producción de shale oil en los próximos meses se desvanecen rápidamente. Varios especialistas ya están hablando de que la producción de shale oil de Estados Unidos irá en declive en los próximos tres años, sin importar lo que suceda con el precio del petróleo.

La demanda global: Los precios del petróleo aumentaron la semana pasada después del informe de la OPEP que mostró que la demanda mundial de petróleo sería de 200 mil barriles por día mayor el próximo año que lo que se había previsto anteriormente. En su último informe mensual, la AIE predice que la demanda de petróleo este año se incrementará en 1,5 millones de barriles por día y 100 mil barriles por día desde el mes pasado. Además, el crecimiento de la demanda tendrá un promedio de alrededor de 1,4 millones de barriles por día en 2018. Por último, la AIE dio a conocer las revisiones periódicas de sus datos históricos la semana pasada que muestran que la demanda mundial de petróleo es en realidad 330 mil de barriles por día menos para el período entre 2015 y 2018 de lo que se pensaba.

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Petróleo y economía global

Los precios del petróleo se mantuvieron firmes la semana pasada y los mercados de futuros de Nueva York cerraron con un aumento de casi US$ 4 por barril respecto a la semana anterior, alcanzando un valor de US$ 49,71 mientras que el de Londres llegó a US$ 52,52. Esta situación se explica por una inesperada caída de 7,2 millones de barriles del stock de crudo en EE.UU. Esta disminución fue causada por un alto nivel de consumo de las refinerías  de casi 17,3 millones de barriles por día de crudo en la última semana, lo que significó un aumento de 620 mil barriles por día respecto a la misma semana en 2016.

También la disminución de la importación de crudo proveniente de Arabia Saudita fue otras de las causas que provocó esa reducción inusual de los stocks. Las exportaciones estadounidenses de crudo y productos petrolíferos siguen en un buen nivel. Las exportaciones de shale oil liviano de los puertos del Golfo continúan y hay planes para aumentar la capacidad de exportación de petróleo de Estados Unidos al permitir las exportaciones de la terminal LOOP costa afuera de Louisiana que puede recibir buques tanque más grandes. La mayor demanda de derivados del petróleo desde Estados Unidos ha sido causada por problemas de refinación en México y Venezuela lo que ha llevado a mayores importaciones de productos finales. El diferencial entre los precios del crudo Brent y WTI hace que las exportaciones estadounidenses sean más competitivas y el crudo estadounidense ha comenzado a ser enviado a refinerías más alejadas.

Goldman Sachs dijo la semana pasada que los mercados petroleros están reequilibrándose más rápidamente de lo que esperaba hace unas semanas. La consultora tuvo en cuenta una mayor demanda de crudo, el recorte de la producción de la OPEP, fuertes bajas de los inventarios estadounidenses y una tasa decreciente de aumentos de equipos de perforación. Si continúa la tendencia en Estados Unidos, Goldman espera que los mercados de petróleo sean reequilibrados a principios de 2018.

El recorte de la producción de la OPEP: La reunión del organismo en San Petersburgo para discutir el nivel de su producción no parece haber generado cambios significativos. No se habló de nuevos recortes de producción y se sigue estudiando la inclusión de Libia y Nigeria al cartel. Se está produciendo un recorte de las exportaciones sauditas a Estados Unidos, pero no está claro si esto está siendo forzado por una mayor demanda interna de verano o por una decisión deliberada de empujar hacia abajo las existencias de crudo estadounidenses. La cantidad de equipos petroleros en Estados Unidos aumentó en sólo dos plataformas la semana pasada, lo que sugiere cautela por parte de las compañías perforadoras, o quizás problemas en la obtención de personal con experiencia suficiente, arenas para el fracking o el capital de inversión necesario para expandir la producción. Hay que tener en cuenta que se tarda varias semanas para poner en marcha una plataforma después de la decisión de activarla. A mediados de junio, el petróleo se cotizaba en torno a los 43 dólares el barril, que es un valor que está muy por debajo del punto de equilibrio para muchas empresas. Con el aumento de los precios en el último mes, podríamos ver el aumento de las plataformas en actividad para finales del agosto. La cantidad de pozos de shale perforados pero no completados se ha incrementado en casi 1.000 este año, llegando a más de 6.000. Parte de esto puede deberse a que los perforadores suspenden las operaciones mientras esperan precios más altos del petróleo, pero muchos están diciendo que simplemente no hay suficientes equipos de fracking calificados disponibles después de los severos recortes en los últimos años. Los precios de los servicios de fracking se han duplicado en el último año, lo que ha generado una presión considerable sobre las empresas, teniendo en cuenta que el precio del barril aún se ubica por debajo de los 50 dólares y les cuesta absorber ese costo.

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