Por Victor Bronstein
La ley que dio nacimiento a esta nueva YPF se fundamentó en un concepto político fundamental que estableció como objetivo prioritario de la República Argentina el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos.
La búsqueda del autoabastecimiento de petróleo generó una tensión constante en la historia de nuestro país entre quienes, con un concepto estrecho de soberanía, pensaban que YPF tenía que monopolizar la producción, aunque no tuviera los recursos financieros ni tecnológicos para lograrlo y quienes con una visión más estratégica entendieron que la soberanía se defendía si lográbamos independizarnos económicamente de la importación de petróleo.
Así lo entendió Perón cuando intenta firmar el contrato con la California, resistido con «indignación patriótica», como escribió Jorge Abelardo Ramos, por Alfredo Palacios, Arturo Frondizi y Silenzi de Stagni, entre otros, hablando del territorio argentino amenazado.
En 1955, el 23% del total de las importaciones se gastaban en la importación de petróleo. Ante esta situación, Perón decide ir a fondo con el objetivo del autoabastecimiento teniendo en claro que este contrato no afectaba la soberanía ya que el petróleo seguía siendo del Estado, como lo establecía el art. 40 de la Constitución de 1949. Por eso, Perón caracterizó a estos personajes como «nacionalistas de opereta, que han hecho tanto mal al país con sus estupideces como los colonialistas con sus vivezas».
Hoy, Argentina necesita imperiosamente disminuir sus importaciones de petróleo y gas y para lograr esto YPF requiere de recursos financieros que le permitan desarrollar los importantes recursos del shale y seguir explotando los recursos convencionales. Este decreto, que establece las condiciones para favorecer las inversiones es, sin ninguna duda, un acto de soberanía.
Original: http://tiempo.infonews.com/2013/07/16/editorial-105642-un-acto-de-soberania.php