Petróleo y economía global, proyecciones de USA

Después de un descenso de casi US$10 el barril desde mediados de mayo, los precios del crudo repuntaron fuertemente la semana pasada, con los precios del WTI subiendo desde menos de 43 dólares a US$46 el barril. Aunque muchos especialistas todavía están preocupados por los excesos de stock almacenado, la mayoría de los comerciantes son optimistas de que lo peor ha pasado y que de acá en adelante los precios aumentarán debido al recorte de la producción de la OPEP. El optimismo surge en gran medida, debido a la desaceleración del aumento de la producción de shale oil en Estados Unidos, el cual achicaría el volumen de crudo que inunda el mercado.

La semana pasada se dio a conocer un informe que destacaba que Estados Unidos mostró un pequeño incremento en su inventario de crudo. Pero, es un ligero repunte con respecto a los descensos de hace dos semanas, por ejemplo hubo una caída de 900 mil barriles en los inventarios de combustibles de Estados Unidos y sumado a esto un descenso de 100.000 barriles por día hace dos semanas, según consigna la EIA.  Varios analistas reconocen que las causas de estas momentáneas disminuciones son una importante tormenta en el Golfo de México hace varios días  y una menor producción en Alaska debido a la necesidad de frenar equipos por mantenimiento.
Los precios del WTI establecidos todavía en mediados de US$ 40, siembran dudas sobre cuánto tiempo puede seguir creciendo la industria de shale oil estadounidense,  vendiendo el petróleo por un valor menor que, en muchos casos, el costo de producción. La semana pasada, el recuento de las plataformas petrolíferas estadounidenses cayó por primera vez desde enero, aunque haya sido sólo dos máquinas, es una tendencia a tener en cuenta. Los más optimistas reconocen que los precios del petróleo deben estar por encima de los US$50 el barril para que todos los operadores del shale puedan producir y generar ingresos más rentables en el largo plazo.

La semana pasada, el gobierno de Trump anunció (sin un fundamento técnica del todo coherente) que Estados Unidos pronto dominará la producción de energía a nivel global. Para el Presidente norteamericano, su país dentro de poco pasará a ser un importante exportador de petróleo y gas, por lo que Estados Unidos ya no dependerá de las inestables fuentes extranjeras de petróleo.

Como muchos observadores, incluidos los investigadores del CEEPYS, señalan que es difícil que un país que importa 8 millones de barriles de crudo al día pueda dominar la producción y exportación mundial de energía, sin embargo, la administración estadounidense tiene una respuesta optimista ignorando las perspectivas actuales. El levantamiento de numerosas regulaciones federales sobre la perforación seguramente aumentará significativamente la producción de petróleo de Estados Unidos, reduciendo así la necesidad del petróleo importado, pero no bastará ni remotamente para transformar a Estados Unidos en un país netamente exportador de crudo.
Finalmente,  el gobierno norteamericano espera que las exportaciones de GNL crezcan indefinidamente haciendo de Estados Unidos una potencia importante en los mercados energéticos mundiales. Sin embargo, la desventaja de este escenario es que la producción de gas natural estadounidense ha estado cayendo año tras año durante los últimos 14 meses debido a los bajos precios y un exceso de gas en el noreste. Todas las principales partidas de shale gas están en declive y la demanda de exportaciones de GNL y generación de energía eléctrica obligará a los precios a subir y consumir el stock almacenado.

Nuevamente, muchos analistas creen que la noción de que la industria del shale gas de Estados Unidos se convertirá en un importante proveedor de los mercados mundiales de GNL es altamente improbable. La producción de gas convencional de Estados Unidos ha estado cayendo constantemente durante algún tiempo y es probable que los principales yacimientos de gas de shale oil estén alcanzando su máxima producción en el corto plazo.

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