Recursos De La Tierra

La tierra funciona como un sistema único y autorregulado formado por elementos físicos, químicos, biológicos y humanos. La vida y las sociedades sólo son posibles gracias a la energía del sol, el agua y los minerales.

Los recursos que ofrecen los grandes sistemas de la tierra -atmósfera, hidrósfera, litósfera, junto a la biosfera, han sido utilizados a lo largo de la historia por las distintas civilizaciones a partir del trabajo humano y la tecnología, pero, en la actualidad, las presiones que actúan sobre ellos debido al crecimiento de la población mundial y la forma de vida de nuestras sociedades nos obligan a pensar nuevas estrategias de desarrollo y de relacionamiento con la naturaleza ya que estamos alcanzando los límites del planeta y la sustentabilidad.

En este siglo seremos testigos del fin del crecimiento y el comienzo de la declinación de algunos parámetros que caracterizan a nuestro mundo actual:

  • - Población
  • - Producción de granos (total y per cápita)
  • - Producción de Petróleo
  • - Producción de Gas
  • - Producción de Carbón
  • - Disponibilidad de agua dulce per cápita
  • - Tierra cultivable y producción agrícola
  • - Captura de peces
  • - Extracción anual de algunos metales y minerales (entre los que se incluyen cobre, oro, plata, platino y zinc)

Hasta ahora, la humanidad ha encontrado respuestas tecnológicas a los desafíos del agotamiento de algunos recursos o a los límites de la naturaleza, pero las nuevas tecnologías generan, a su vez, nuevos impactos ambientales: se aumentó la producción mundial de alimentos, pero a costa de la deforestación y el uso intensivo de herbicidas y fertilizantes; se logró compensar el “peak oil” del petróleo convencional, pero para eso tuvo que ampliarse la frontera hidrocarburífera y utilizar tecnologías de mayor impacto ambiental. La producción de minerales necesarios para la sociedad de la información, por ejemplo, el cobre y el oro, aumentaron para satisfacer la demanda del crecimiento de las nuevas tecnologías, pero para esto tuvo que desarrollarse la minería a gran escala.

La Revolución Industrial marcó un punto de inflexión en la explotación de los recursos y en la relación del hombre con la naturaleza a partir del desarrollo tecnológico. Los combustibles fósiles y la máquina de vapor fueron una de las bases de esta revolución. La posibilidad de convertir calor en trabajo mecánico, brindó a la sociedad posibilidades inéditas para la producción, el transporte, el desarrollo económico y el crecimiento poblacional. Al mismo tiempo, la utilización del carbón mineral como combustible estableció una nueva dinámica energética:

  • - por primera vez se comenzó a utilizar una fuente de energía no renovable,
  • - surge una nueva relación entre energía y minería y
  • - se establece un nuevo régimen energético que no depende de la aleatoriedad del entorno natural.

En el periodo que va desde 1770 hasta 1900, por ejemplo, la población mundial casi se duplicó, mientras que la extracción de minerales se multiplicó por 10. Desde 1900 hasta el 1970, la población vuelve a duplicarse y la producción mineral se multiplicó por 12. Esto nos da idea de cómo la humanidad incrementaba la explotación de los recursos naturales muy por encima de su crecimiento poblacional. Recién a partir del gran crecimiento económico de la posguerra, la cuestión de los límites del crecimiento entró en la agenda global. Hasta ese momento, la humanidad tomó todo lo que necesitaba de la naturaleza, sin pararse a reflexionar sobre las consecuencias.

Hoy, las economías emergentes, principalmente China e India que juntas tienen un tercio de la población mundial, luchan por conseguir situarse a la altura de los países más desarrollados. Esto genera un gran aumento en el consumo energético, de alimentos y minerales. La humanidad sigue creciendo y el aumento de la población y del consumo causan un gran impacto ambiental sobre la Tierra y sus recursos.

Para entender la magnitud actual de los diversos problemas ambientales es fundamental referirse a dos cambios históricos. El primero tiene que ver con el hecho de que las economías capitalistas modernas (especialmente las economías de los países desarrollados que son las que imponen el modelo de crecimiento al resto del mundo) tienen un funcionamiento radicalmente diferente al propio de los ecosistemas naturales. Estos últimos -como también las economías que caracterizan a la mayor parte de la historia de la humanidad- se basan de forma prácticamente exclusiva en el uso -directo e indirecto- de la energía solar que llega a la Tierra en un flujo continuo y en el uso de los materiales de manera cíclica. En cambio, la mayor parte de la energía utilizada por las economías modernas proviene del uso masivo de combustibles fósiles, que se pierden al utilizarse, y los flujos de materiales son en gran parte lineales, es decir, sólo un porcentaje se recicla. El ejemplo más claro de lo último es el de las materias primas que provienen de la minería y que se transforman y, antes o después, se convierten en residuos, pero también es el caso de la agricultura que no renueva sus nutrientes o de la explotación forestal no sostenible.

La segunda característica es que la economía humana -debido al crecimiento de la población y de los niveles de consumo per cápita- ha adquirido una escala cada vez mayor, un hecho al cual diferentes economistas se han referido utilizando expresiones metafóricas. En los años sesenta, el economista norteamericano Kenneth Boulding escribió que habíamos de pasar de una imagen de la "economía del cow boy", que ve la expansión económica como si siempre existiesen nuevos territorios a conquistar, a una imagen de la "economía de la nave espacial Tierra" en la cual se trata de utilizar unos recursos limitados con el máximo de eficiencia. Más recientemente, Daly se ha referido al paso de un mundo relativamente "vacío" de actividad humana a un mundo "lleno" en el cual la actividad humana ocupa una mayor parte de espacio con lo que la presión ambiental adquiere una nueva dimensión y tiende a reducirse el espacio disponible para otras especies.

El enorme flujo de energía y materiales removidos anualmente para cubrir las demandas humanas es un buen indicador de este cambio de escala como lo es el hecho, relacionado con el anterior, de que hoy las actividades antropogénicas no solo alteran las condiciones ambientales locales sino que sus efectos ecológicos adquieren una dimensión global. Un buen ejemplo de lo último es la alteración de los niveles de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera fruto principalmente de la quema de combustibles fósiles que generan cada año más de 20 mil de millones de toneladas de dióxido de carbono. Otro indicador proviene de la creciente apropiación por parte de los humanos de la "producción primaria", es decir, la materia orgánica obtenida mediante la fotosíntesis. Hoy, se estima que la parte de la producción primaria neta potencial de los ecosistemas terrestres apropiada por los humanos se aproximaba al 40%. En esta cifra se incluye tanto la materia orgánica utilizada directamente (alimentos, leña para combustible, etc.) como la producida en todos los ecosistemas fuertemente dominados por los humanos (plantaciones forestales, alimentos para el ganado, materia orgánica producida en las tierras de cultivo pero no consumida, etc.) y la que se deja de producir por cambios en el uso del suelo (por ejemplo, urbanización, conversión de bosques en tierras para el cultivo). Independientemente del margen de error de esta cifra, el orden de magnitud (sea el 40, el 30 o el 25%) parece ser tal que pone de manifiesto el cada vez menor espacio disponible para el resto de especies y evidencia los límites al crecimiento.

Si todas las naciones tuvieran el nivel y la forma de vida de los llamados países desarrollados, deberíamos doblar, triplicar o cuadriplicar el tamaño de la economía. Esto exigiría disponer de varias biosferas. Por eso, el dilema hoy es cómo desarrollarse sin replicar el modelo actual a una escala cada vez mayor (ni tampoco mantener lo mismo a muy largo plazo). El reto del futuro es mejorar el nivel de vida de la humanidad -y especialmente de los sectores más pobres- y al mismo tiempo aproximarnos a un modelo económico más "sostenible", donde los recursos de la tierra tienen un lugar insustituible.

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