Economía Biofísica

A partir de la Revolución Industrial, surgen en Occidente las primeras discusiones acerca de los límites del crecimiento. El aumento poblacional, y su relación con la producción de alimentos, fue analizado por Malthus en su libro de 1798, “Ensayo sobre el principio de la población”. Si bien la teoría malthusiana planteaba escenarios que no se verificaron en la evolución de nuestras sociedades, sus postulados constituyen todavía un tema recurrente en las ciencias sociales. Malthus fue criticado por Marx en una nota de El Capital, donde lo acusa de no tener en cuenta el progreso científico-tecnológico, lo que permitiría, en teoría, un crecimiento poblacional indefinido. Sin embargo, John Maynard Keynes plantea en su libro “Las consecuencias económicas de la paz”, que la política europea muestra inestabilidades a causa de la presión demográfica malthusiana sobre los suministros de alimentos.

Siguiendo la crítica de Marx y su creencia en el progreso de la ciencia y la tecnología, las teorías económicas surgidas en el siglo XIX han obviado la problemática de los recursos naturales. Sin embargo, hoy comienzan a discutirse estas premisas y han surgido críticas al hecho de que la economía estándar no tiene en cuenta los sistemas biológicos y físicos que constituyen la base de la economía. Para algunos científicos y economistas (Hall, Daly, Constanza), la economía debería entenderse como un subconjunto del medio ambiente y regido por las mismas leyes biológicas y físicas que cualquier otro sistema en el planeta.

En 1850, cuando la población mundial total era de 1,26 mil millones, la idea de que los recursos críticos para la civilización industrial disminuirían o incluso se agotarían parecía exagerada. Sin embargo, ya en la década de los 70 del siglo pasado, las amenazas del agotamiento de los combustibles fósiles, el agotamiento de los minerales, el agotamiento de las aguas subterráneas, la destrucción de las pesquerías, la erosión y la disminución de la fertilidad del suelo empezaron a plantearse como problemas a resolver y hoy es una temática seriamente discutida en los círculos científicos, políticos y periodísticos. La población en 2016 ha alcanzado 7,5 mil millones y hoy nuestra civilización se pregunta si los niveles actuales del consumo pueden continuar sin amenazar la base de los recursos del planeta, así como la estabilidad del clima y de los ecosistemas críticos.

Los economistas neoclásicos han sostenido desde hace tiempo que las sociedades industriales no se quedarán sin los recursos necesarios por dos razones: 1) El aumento de los precios de los recursos escasos conducirá a un uso más eficiente de ellos, y 2) esos mismos precios favorecerán la innovación que acabará con la necesidad por el recurso escaso o encontrar un sustituto más abundante. Muchos de los mismos economistas también han aceptado la idea de que el crecimiento exponencial de la economía mundial puede prolongarse indefinidamente, en parte debido al efecto de los precios sobre el uso eficiente de los recursos y la sustitución de los mismos. La historia ha registrado casos tras caso de recursos más abundantes sustituidos por los más escasos. Y, la civilización humana ha experimentado un crecimiento económico casi continuo desde el comienzo de la era industrial.

Sin embargo, hoy algunos científicos e incluso algunos economistas dudan que lo que ocurrió en el pasado pueda continuar en el futuro. En primer lugar, señalan la imposibilidad de un crecimiento económico perpetuo. Puesto que la economía es un subconjunto del medio ambiente, no puede crecer más que ciertos límites que impone el ambiente. Podemos aprender a hacer las cosas de manera más eficiente y encontrar innovaciones tecnológicas que expandan los límites, pero en algún momento el rendimiento físico de la economía dejará de crecer. Simplemente no podemos procesar más material que el que está contenido en toda la biosfera. Y el límite de lo que podemos procesar es, sin duda, sólo una fracción de la biosfera total ya que la vida humana depende del buen funcionamiento de muchos otros ecosistemas que deben tener acceso a los recursos de la biosfera también.

En segundo lugar, la eficiencia en el uso de los recursos sólo ha llevado a un mayor consumo, un resultado contra intuitivo conocido como la Paradoja de Jevons. El mundo ha visto una y otra vez que a medida que aumenta la eficiencia en el uso de los recursos, los precios bajan y cada vez más personas son capaces de pagar y por lo tanto demandan esos recursos para mejorar la calidad de sus vidas. La eficiencia también tiende a promover el crecimiento económico general. El resultado final es un agotamiento más rápido de los recursos finitos y el uso excesivo de recursos renovables, como por ejemplo la pesca.

Tercero, la sustitución requiere tiempo. Debido a que la sociedad industrial depende enteramente del funcionamiento continuo de su infraestructura de máquinas, la interrupción resultante de la falta de encontrar un sustituto de un insumo crítico, como, por ejemplo, los combustibles fósiles, en un momento oportuno, puede provocar el colapso de ese sistema.

Estas y otras preocupaciones han llevado a una literatura cada vez más amplia sobre lo que ahora se conoce como economía biofísica. La economía biofísica se utiliza a menudo indistintamente con la economía ecológica. Mientras que la economía biofísica toma mucho de su análisis de la economía ecológica, la economía biofísica se centra en el papel central de los flujos de energía a través del sistema económico y por lo tanto el papel que la entropía y el agotamiento juegan en su funcionamiento y perspectivas.

La idea principal en la economía biofísica es que el uso de recursos de combustibles fósiles finitos es un sistema lineal, una calle de sentido único si se quiere, cuando se trata de entropía. Toda la civilización humana ahora depende del uso cada vez mayor de combustibles fósiles. En términos energéticos estamos tomando materia de baja entropía y convirtiéndola en materia de alta entropía utilizando parte de la energía liberada por la conversión para realizar el trabajo en la sociedad. Esta es sólo una manera elegante de describir la combustión de combustibles fósiles que proporcionan hoy el 86 por ciento de la energía para la economía global. Pero señala un principio muy importante incorporado en la Segunda Ley de la Termodinámica. El universo se está moviendo inexorablemente hacia un estado de entropía superior. Una vez que los combustibles fósiles se transforman de estados de baja entropía (carbón, petróleo, gas natural) a un alto estado de entropía (dióxido de carbono y calor), no pueden ser reutilizados.

Dado que los combustibles fósiles son finitos y la sustitución requiere tiempo, es fundamental que el paso de estos combustibles a otra fuente de energía para la economía empiece mucho antes del agotamiento, con el objetivo de que las fuentes actuales de energía puedan ser utilizadas para construir la próxima economía energética. Esto es lo que a menudo se conoce como el problema de la tasa de conversión.

La economía neoclásica postula que la dinámica del mercado determinará la transición de la energía de los combustibles fósiles a otra cosa a través del mecanismo de los precios junto con la innovación. También se supone que la innovación aparecerá según sea necesario y, lo que es más importante, con el tiempo para ser desplegada lo suficiente como para evitar una brecha prolongada en el funcionamiento de la moderna infraestructura de la máquina, una brecha que podría conducir a un colapso del sistema.

La economía biofísica es, pues, 1) una crítica de las debilidades del actual pensamiento económico neoclásico predominante, que es omnipresente en los círculos de planificación del gobierno y de la industria 2) un intento de trazar un nuevo conjunto de principios que están basados ​​en la biofísica. La economía biofísica no pretende desechar todo lo que la economía neoclásica puede decirnos acerca de los mercados y los incentivos, ni propone proporcionar una teoría energética del valor. Más bien, está tratando de ofrecer una visión más completa de las interacciones de la economía y el mundo natural para que las decisiones de política estén mejor informadas. Los economistas neoclásicos se refieren a la problemática ambiental y de los recursos naturales como externalidades. Pero son precisamente esas externalidades que la economía biofísica intenta incluir dentro de un nuevo sistema de pensamiento económico.

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