Una iniciativa que llega justo a tiempo

Por Víctor Bronstein

La nueva Ley de Hidrocarburos era una asignatura pendiente desde la reforma constitucional de 1994 que transfirió el dominio de estos recursos a las provincias. Por eso, en su discusión se pusieron en primer plano, una vez más, las tensiones sempiternas entre la Nación y las provincias lo que dificultó llegar a los consensos necesarios. Los puntos conflictivos tuvieron que ver con el reparto de la renta petrolera y con la reivindicación que hacen las provincias de su derecho a decidir respecto a estos recursos. Es decir, la discusión se dio principalmente en el plano económico e institucional, olvidando el carácter estratégico que tienen los hidrocarburos para el desarrollo de nuestra civilización y, por lo tanto, la necesidad de establecer las condiciones que garanticen nuestra seguridad energética. A pesar de esto, el texto de la nueva ley favorece las inversiones y crea las condiciones para el desarrollo de los recursos no convencionales con que cuenta nuestro país.

Estamos ante una oportunidad histórica, ya que no sólo Argentina necesita de estos desarrollos para recuperar el autoabastecimiento y evitar el costo de importar energía. El mundo también necesita cada vez más de los recursos no convencionales y por eso las grandes empresas petroleras van a venir a invertir en nuestro país, más allá de algunas dificultades coyunturales. A nivel mundial, la producción de crudo convencional creció aproximadamente un 1,5% por año entre 1995 y 2005, pero a partir de ese año entró en una meseta, a pesar que desde 2004 el precio del petróleo comenzó a aumentar desde los U$S 30 a los casi 100 actuales. Si bien el alza de los precios generó un incremento en las tareas de exploración y en el desarrollo de nuevos yacimientos, sólo se logró compensar la declinación de los yacimientos maduros. Por eso, los aumentos de la producción a nivel global de los últimos años provienen de los condensados del gas natural (etano, propano, butano, pentano), yacimientos de aguas profundas, oil sands y tight (shale) oil.

Para mantener las tasas de producción, las empresas están corriendo en la búsqueda de nuevas reservas y, al mismo tiempo, están incrementando sus proyectos en gas, ya que les cuesta acceder a las reservas de petróleo convencional a nivel global y el gas está incrementando su participación en la matriz energética mundial. En este contexto, se espera que Vaca Muerta reciba inversiones por aproximadamente 10 mil millones de dólares por año. Se está acabando la era del petróleo barato y el mundo se enfrenta a un futuro de turbulencia económica y geopolítica. Por suerte, nosotros tenemos Vaca Muerta y la nueva Ley de Hidrocarburos llega a tiempo para atraer las inversiones y asegurarnos la energía para nuestro desarrollo.

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