Por Víctor Bronstein.
La recuperación del control de YPF por parte del Estado nacional fue un paso fundamental para cambiar la estructura del sector petrolero que nació en los noventa bajo las ideas neoliberales que dominaron aquella década y que nos habían dejado sin una herramienta fundamental para el desarrollo de una política energética. Sin embargo, la lógica repercusión sobre el nacimiento de una nueva YPF puso en segundo plano el concepto político fundamental de la ley de recuperación de YPF que establecía como objetivo prioritario de la República Argentina el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos con el objeto de garantizar el desarrollo económico del país.
En el petróleo un año es muy poco tiempo para evaluar resultados, por eso deben analizarse las políticas. Los tiempos de inversión y de desarrollo de nuevos recursos requieren de años e incluso décadas.
Durante la década de los ’90, a partir de las privatizaciones, se favoreció las inversiones en el desarrollo de las reservas descubiertas durante la etapa de la YPF estatal. Esta política permtió un aumento significativo de la producción de hidrocarburos que alcanzó su máximo para el petróleo en 1998 y para el gas en 2006, pero se relegaron las inversiones en exploración. Las consecuencias de esa política la estamos viviendo ahora. Además, en aquella época se consideró que el petróleo y el gas eran commodities sin valor estratégico y sujetos sólo a las leyes del mercado. Esto llevó a políticas equivocadas como la construcción de gasoductos para exportar gas a Chile, generando compromisos que hoy nos cuesta cumplir.
Hoy, los sectores que favorecieron aquellas políticas son los que critican a esta nueva YPF porque su producción está decayendo, sin tener en cuenta que en el petróleo la geología es la que manda y que lo que se debe evaluar es la política estratégica de la empresa para el desarrollo de los recursos no convencionales. En el mundo, desde 1985 se descubre menos petróleo convencional que el que se consume anualmente. Es decir, las reservas a nivel mundial están disminuyendo. Por primera vez en la era del petróleo, la oferta tiene dificultades para satisfacer la demanda. Ante esta situación, la búsqueda del autoabastecimiento trasciende la cuestión económica para instalarse como un objetivo político fundamental. Así lo entienden los países desarrollados y también China, quienes buscan garantizar su suministro energético a partir de tomar posiciones geopolíticas agresivas y, simultáneamente, buscar acuerdos con los países que tienen más reservas de hidrocarburos.
En este contexto, para Argentina era imprescindible recuperar YPF como herramienta fundamental para lograr el autoabastecimiento y para llevar a cabo una política que garantice nuestra seguridad energética. En este balance, estamos ganando nuestro futuro energético.
Original: http://tiempo.infonews.com/2013/04/16/editorial-100193-un-balance-politico.php