Todas las petroleras son empresas políticas, YPF también

En estas últimas semanas YPF volvió a ser objeto de discusión en los medios de comunicación a partir del cambio de su presidente, la renegociación de su deuda y el alza del precio de los combustibles. Lamentablemente, el tema se trata con poco rigor, trascendidos sin sustento y noticias engañosas que tienen claramente una intencionalidad política. Es entendible, YPF como toda empresa petrolera trasciende las cuestiones económicas y, en nuestro país, YPF está asociada a nuestra historia y a nuestra identidad.  Para ciertos especialistas formados  en una engañosa tradición liberal dentro del radicalismo, y que fueron parte de la conducción de YPF durante el gobierno de Macri, esto es un demérito. Piensan así porque no entienden la complejidad de la cuestión energética y simplifican ad extremum las categorías de análisis, entre las cuales están las cuestiones históricas y geopolíticas . Si fuera por sus esquemas mentales de eficiencia económica, YPF nunca se hubiera creado y Frondizi  debería ser considerado un error histórico.  YPF hoy es una empresa mixta que nació con objetivos políticos, lo que no niega, al contrario, reafirma la necesidad de tener buenos resultados económicos para poder cumplir con esos objetivos y también tener en cuenta los intereses de los accionistas.

El sistema petrolero mundial está estructurado a partir de grandes empresas que producen los casi 95 millones de barriles diarios que hoy el mundo todavía en pandemia necesita para su funcionamiento. Sin petróleo se para el mundo y colapsa nuestra civilización. Esta tensión apocalíptica hizo que las compañías petroleras, además de sus intereses económicos, hayan cargado a través de la historia con un mandato político impulsado por sus gobiernos: Abasteced al mundo de petróleo, extráelo de adonde este se encuentre y llevadlo a nuestros países. YPF nace para defender nuestros recursos de ese mandato y lograr nuestro autoabastecimiento.

Sólo en muy pocos momentos de su historia  YPF logró cumplir con este mandato que requería fortalecer a nuestra petrolera con recursos financieros que nunca tuvo. El primer intento serio para revertir esta situación lo propone Perón quien comprendió la importancia de la inversión privada para el desarrollo de YPF y los recursos petroleros de nuestro país. Intenta entonces un acuerdo con la Standard Oil de California, hoy Chevron. Ese acuerdo fue boicoteado por el radicalismo de entonces, donde Frondizi llevó la voz cantante como opositor. Perón llamó a los que  habían mantenido esa actitud como “nacionalistas de opereta que nos hacen peor con sus estupideces que los imperialistas con sus vivezas”.  En 1958, Frondizi llega a la presidencia con el apoyo del peronismo proscripto y formula un audaz plan para lograr el autoabastecimiento, firmando contratos con empresas extranjeras muy similares a los que había intentado firmar el peronismo. El plan fue un éxito y en poco tiempo Argentina logró el autoabastecimiento, pero derrocado Frondizi, el gobierno radical de Illia que asume en 1962 anula esos contratos  generando grandes costos para el país, la pérdida del autoabastecimiento y la vuelta a la importación de petróleo.  En 1985, Alfonsín reconoció públicamente como un error histórico la anulación de los contratos petroleros, pero el daño estaba hecho.

Luego, en 1985 Alfonsín lanza el plan Houston para tratar de dar respuesta tibiamente a la caída de las reservas de petróleo, pero el plan estuvo muy lejos de cumplir con los objetivos . Se necesitaba una reestructuración más profunda del sector que estaba altamente regulado y con una YPF muy ineficiente que llegó a tener 50 mil empleados.

Esta debilidad de YPF y del sector petrolero después del gobierno de Alfonsín permitió que se tomaran medidas  extremas para revertir la situación.  El gobierno de Menem, apoyado por los gobernadores, reestructura el sector petrolero y en 1993 se privatiza YPF, donde el Estado Nacional mantiene el control de la empresa con el 20% del capital y la “acción de oro”. Llegan importantes inversiones y la empresa se profesionaliza, pero como contrapartida se generaron importantes problemas sociales que derivan en cuestiones políticas. La producción de YPF crece rápidamente y el país alcanza el autoabastecimiento en pocos años. Sin embargo, se descuidó la inversión en exploración lo que generó una disminución en las reservas. En 1999, Menem decide, con el objetivo de prolongar el plan de convertibilidad, vender el 100% de YPF a Repsol. Con esta venta, YPF deja de ser YPF y pasa a ser Repsol YPF, una empresa que, siguiendo la lógica de las empresas totalmente privadas deja de tener como objetivo principal el desarrollo hidrocarburífero de nuestro país y establece una estrategia de crecimiento global, usando las ganancias que obtenía en nuestro país para invertir en Angola o Brasil. Una lógica de negocios políticamente inaceptable.

En 2007, el entonces presidente Néstor Kirchner, con el objetivo de cambiar esa lógica, impulsa el ingreso de capitales nacionales  a YPF, lo que le permitió tomar posición en el desarrollo de Vaca Muerta. En 2010, YPF perfora el primer pozo no convencional de gas en Argentina y comienza a adquirir áreas en esa formación, de tal forma que hoy YPF tiene el 40% de la superficie de Vaca Muerta.

En 2012, el mundo se enfrentaba a una posible crisis petrolera porque la oferta de crudo convencional estaba llegando a su máximo y la demanda global seguía aumentando impulsada por el crecimiento de China. Cristina Kirchner decidió entonces acelerar el desarrollo de los recursos de Vaca Muerta. Para esto, decide la expropiación del 51% de las acciones de YPF que tenía Repsol y que el estado retome el control del a empresa. Fue una sabia decisión política de seguridad energética. Nace así la YPF mixta con el mandato de hacer de Vaca Muerta una realidad y lograr el autoabastecimiento de manera sustentable. El único sector político que se opuso a esta recuperación fue el macrismo.

Hoy, YPF está sufriendo principalmente las consecuencias de los cuatro años de gestión macrista que la dejaron en una posición muy débil y de alta vulnerabilidad. Durante el gobierno de Macri no se tomó en cuenta el valor estratégico de YPF y funcionó con la lógica de una empresa privada sin compromiso con el país. La gestión en ese período fue errática, disminuyeron las inversiones en Vaca Muerta, aunque se invirtió en comprar centrales térmicas de generació y hasta monopatines eléctricos, y se creó YPF Luz para invertir en energías renovables, un negocio que está fuera del foco de la compañía. Además, se el aumento el ratio de deuda/ebitda de 1,5 a 2,7, un problema que tuvo que renegociar la gestión actual de la empresa.

Una vez más, la historia nos demuestra que los mejores años de YPF  fueron peronistas.

 

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