Petróleo y Democracia

Por Victor Bronstein

“Es para mí un gran placer darle la bienvenida al ministro Mutassim Khadafi a este Departamento de Estado. Nosotros valoramos profundamente la relación entre Estados Unidos y Libia y vemos muchas oportunidades para profundizar y ampliar nuestra cooperación.”
Hillary Clinton, 21 de abril de 2009

Cualquiera sea el resultado de las protestas, revueltas y rebeliones que están ocurriendo en el Medio Oriente, lo que está quedando en evidencia es una cuestión fundamental para entender la geopolítica actual: el problema para EE.UU. y la Unión Europea no es la democracia sino el petróleo.
No hay dudas de la dictadura de Khadafi. Pero, ¿acaso no lo sabía Hillary Clinton en 2009? Tampoco hay dudas de que las declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague, mintiendo al afirmar que Khadafi había huido a Venezuela sirvieron para avivar las llamas de la revuelta, más allá de su legitimidad, está siendo apoyada por los EE.UU. y sus socios europeos que proveen armas a los rebeldes e intervienen militarmente en Libia con el visto bueno de la resolución las Naciones Unidas.
La cuestión en Libia es diferente a lo ocurrido con los gobiernos autoritarios de Mubarak en Egipto y de Ben Alí en Túnez. El gobierno libio reprimió las protestas de la población de manera sangrienta, pero también hay que reconocer que la razón principal de la intervención extranjera en Libia es que el gobierno de Khadafi no es servil a los EE.UU. y a la Unión Europea. Hoy, después de las revueltas populares y los cambios de gobierno, en Egipto y Túnez siguen vigentes las políticas neoliberales y la maquinaria militar se mantiene intacta al servicio de los intereses de EE.UU y Europa. Estos intereses son comunes a toda la región: garantizar el flujo de petróleo hacia occidente.
Esto tiene su explicación histórica. El combustible que permitió la expansión del capitalismo en el siglo XIX fue el carbón. Y tanto EE.UU. como Europa tenían carbón en sus territorios. En cambio, cuando a principios del siglo XX el petróleo empieza a cobrar una importancia estratégica como fuente de energía, los países europeos, que no tenían petróleo, salen a conseguirlo en Medio Oriente y en América Latina. El carbón barato impulsó la llamada Revolución Industrial, alimentando a las fábricas, los ferrocarriles y los barcos de vapor. El petróleo barato, por otra parte, hizo posible el auge del automóvil, la industria de la aviación, los suburbios de las grandes ciudades, la agricultura mecanizada que hoy nos permite alimentar a seis mil quinientos millones de habitantes y dio impulso a la explosión de la globalización.
La Era del Petróleo comenzó con un puñado de países productores: Estados Unidos, México, Venezuela, Rumania, el área alrededor de lo que era el imperio zarista de Rusia y las Indias Orientales Holandesas (Indonesia). Pero la región que sació la sed mundial de petróleo después de la Segunda Guerra Mundial fue Medio Oriente.
Durante un siglo, desde el descubrimiento del petróleo en el suroeste de Persia antes de la Primera Guerra Mundial, las potencias occidentales intervinieron varias veces en Medio Oriente para asegurar la supervivencia de los gobiernos autoritarios de los países productores de petróleo. Sin estas intervenciones, la expansión de las economías occidentales después de la Segunda Guerra Mundial y la riqueza actual de las sociedades industrializadas sería inconcebible.
Un informe de BP de 2009 muestra que los proveedores de Medio Oriente y África del Norte en conjunto produjeron un promedio 29 millones de barriles por día, equivalente al 36% del suministro mundial total de petróleo. Pero es aún más significativo, para entender la importancia de esta región, destacar la participación en los mercados internacionales para satisfacer las demandas de crudo de los Estados Unidos, China, Japón y la Unión Europea. Rusia, el mayor productor de petróleo mundial, aportó siete millones de barriles diarios a los mercados internacionales, el continente africano exportó seis millones y América del Sur sólo un millón de barriles. Oriente Medio es el gran exportador, con 20 millones de barriles diarios. Sin la producción de Medio Oriente, los mercados internacionales quedan desabastecidos y la economía mundial colapsa.
Esta participación será aún más importante en los próximos años, debido a que esa región posee alrededor de dos tercios de las reservas de petróleo mundiales. De acuerdo con proyecciones recientes del Departamento de Energía de EE.UU., Oriente Medio y África del Norte en forma conjunta proporcionará aproximadamente el 43% del suministro mundial de petróleo crudo para el 2035 (frente al 37% en 2007), y tendrá una proporción aún mayor en la exportación petrolera mundial.
La economía mundial actual, con China e India entrando a la civilización industrial, exige un aumento de la oferta de petróleo que sólo puede venir de esa región. Es por eso que los gobiernos occidentales apoyaron regímenes autoritarios en esos países, ya que garantizaban la estabilidad y la seguridad en el suministro de petróleo. Ahora, este orden se está desintegrando y las revueltas populares pueden complicar la producción de petróleo y establecer un nuevo orden que puede ser impredecible y contradictorio con los intereses de occidente: Si los países de Medio Oriente comienzan a democratizarse y a dar participación a la población en la riqueza generada por el petróleo, aumentará el consumo interno y disminuirá su capacidad exportadora. Dado que ninguna otra área es capaz de sustituir a Medio Oriente y al Norte de África como principal exportador mundial, el principal objetivo de los países occidentales sigue siendo el mismo: garantizar la oferta de crudo proveniente de esa región. Ese fue el objetivo de la invasión a Irak y será la guía para la intervención en Libia. Que China y Rusia no hayan vetado en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la resolución sobre Libia plantea dos hipótesis, más allá de las ideologías: 1) China comparte con Occidente la estrategia de garantizarse el recurso petrolero y 2) Rusia, como gran exportador de hidrocarburos, se beneficia con el aumento del precio del petróleo que genera este conflicto, como ocurrió en los setenta.
Argelia, Bahrein, Egipto, Irak, Jordania, Libia, Omán, Marruecos, Arabia Saudita, Sudán, Túnez y Yemen nos muestran, a pesar de sus diferencias, dos aspectos similares. Por un lado, todos comparten un modelo político autoritario y, además, todos están conectados en alguna medida al orden petrolero mundial, cada uno cumpliendo su rol. Argelia, Irak, Libia, Omán y Sudán son productores de petróleo, Egipto y Jordania de vigilar los oleoductos vitales para la exportación del crudo y, en el caso de Egipto, un canal fundamental para el transporte de petróleo. Bahrein y Yemen, así como Omán, ocupan puntos estratégicos a lo largo de las principales vías marítimas del petróleo. Todos recibieron considerable ayuda militar de los EE.UU. o alojan en sus territorios bases militares. Y, en todos estos países, la gente comenzó a interpelar a sus regímenes autoritarios.
Dos de estos regímenes han caído ya, tres se tambalean y otros están en riesgo. El impacto sobre los precios mundiales del petróleo fue rápido y sin escalas: el 24 de febrero, el precio del crudo Brent del Norte, un referente en la industria, alcanzó los US $ 115 por barril, el valor más alto desde julio de 2008, unos meses antes de la crisis económica mundial. El West Texas Intermediate, otro crudo de referencia, ya cruzó el umbral de los cien dólares.
Sin embargo, el reciente aumento en el precio del petróleo es sólo un temblor leve que anticipa los grandes problemas por venir. El petróleo no desaparecerá de los mercados internacionales, pero en las próximas décadas, nunca llegará a los volúmenes necesarios para satisfacer la demanda mundial proyectada, lo que significa que, más temprano que tarde, la escasez se convertirá en la condición dominante en el mercado. Se acabó la era del petróleo barato, esa es la gran preocupación de los países desarrollados, no la democracia de los países del mundo árabe .

Original:http://sur.infonews.com/notas/petroleo-y-democracia

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