¿Nace una alianza anti OPEP+?

El petróleo sigue siendo un elemento central en la dinámica de la sociedad y en la geopolítica mundial, y esta semana volvió a demostrarlo. La fuerte recuperación del precio del barril que comenzó en octubre con la recuperación económica y la puesta en movimiento del mundo, pasado el pico de la pandemia, genera una tensión importante entre los países importadores y los exportadores. Los países exportadores siguen con cautela la vuelta a la normalidad en el mundo, pero los importadores están urgidos por bajar el precio del crudo que atenta contra la recuperación económica post-pandémica y alimenta la inflación que está siendo una preocupación en los países OCDE. Esta situación llevó al presidente norteamericano, Joe Biden, y a los países ricos miembros de la Agencia Internacional de Energía reclamarle insistentemente a la OPEP+ para que aumente sus niveles de producción, más allá de lo acordado, con el objetivo de equilibrar el mercado.

Vale recordar que ante al derrumbe de la demanda de petróleo producto de la pandemia, el año pasado la OPEP+ (un grupo conformados por los principales exportadores de crudo de Medio Oriente y otros aliados liderados por Rusia) habían acordado reducir su producción en 9,7 millones de barriles por día. Pasado lo peor de la pandemia el grupo ha comenzado a reducir esos recortes y a incrementar la producción (actualmente los mismos se encuentran entre 4 y 5 millones de barriles por día). La OPEP+ se comprometió a incrementar los volúmenes en 400 mil barriles diarios cada mes.

Ante el silencio de la OPEP+ a los reclamos, la semana pasada, el presidente Biden anunció la liberación de 50 millones de barriles de las reservas estratégicas (SPR) de petróleo de Estados Unidos, como una medida para aumentar la oferta y presionar a la OPEP+ con un movimiento geopolítico de unificar a los principales países importadores por un aumento de la producción. Biden está en una situación doméstica complicada ya que los combustibles han aumentado más de un 60% en los últimos doce meses, pasando de 3,4 dólares por galón regular frente a aproximadamente 2,11 dólares en noviembre de 2020, y la población norteamericana es muy sensible al precio de la “nafta”. El nivel de popularidad de un presidente en la gran potencia del Norte está muy asociado al costo de llenar el tanque. Todavía el petróleo mueve al mundo.

Por lo tanto, Biden no estuvo solo en este anuncio, sino que estuvo buscando una acción conjunta de liberación de SPR con otros países importadores, incluyendo a China. Este fue uno de los temas de conversación en la cumbre virtual que tuvo con el presidente chino Xi Jinping hace dos semanas. Por eso, China fue uno de los países que aceptaron la medida, además de India, Corea del Sur, Japón y el Reino Unido. Ante esta situación novedosa, algunos analistas anunciaron apresuradamente que este martes había marcado el surgimiento oficial de una “anti-OPEP+” donde el grupo recién surgido como un conjunto de los principales países consumidores de petróleo habían tomado la dinámica del lado de la oferta en sus propias manos a partir de la liberación sin precedentes de reservas estratégicas para crear un exceso artificial en el mercado petrolero.

Si tomamos en cuenta el nivel de la liberación de las reservas estratégicas acordadas, estas cantidades son insignificantes (ya que los 50 millones de barriles liberados por Biden corresponden a tan solo dos días y medio de consumo de Estados Unidos), pero la movida tuvo fundamentalmente un componente geopolítico: intentó dar un mensaje claro para la OPEP+ de que no es el único actor en el escenario del mercado mundial del petróleo. El esfuerzo coordinado representaría la formación de una alianza no oficial del lado de la demanda para mantener a la OPEP+ bajo control si aumenta los precios a un nivel visto como insatisfactorio para estimular el crecimiento económico de los países importadores. ¿Cómo responderá la OPEP+ a este movimiento?

La decisión de liberar de manera conjunta el crudo almacenado estratégicamente, como medida de seguridad energética establecida por la AIE, después de que los países de la OPEP+ rechazaron los llamados a aumentar significativamente la producción podría interpretarse como una victoria diplomática para los Estados Unidos y un desafío al control que Arabia Saudita, Rusia y otros productores de la OPEP + tienen en el mercado.

Pero no es seguro que esta situación se consolide y, además, no está exento de riesgos. Algunos funcionarios de la OPEP + advirtieron que es probable que respondan cancelando los planes para aumentar su propia producción, compensando la adición de petróleo de las reservas en el mercado. El enfrentamiento establece una nueva lucha por el control del mercado energético mundial y la pelea amenaza con agitar la geopolítica del petróleo. Está en juego el precio de la materia prima más importante del mundo, ya que los políticos y los bancos centrales se enfrentan hoy al aumento inflacionario más fuerte en más de una década. También muestra la tensa relación entre Estados Unidos y Arabia Saudita, tradicionalmente una piedra angular de las relaciones de Washington en el Medio Oriente que dio estabilidad y mesura a las posiciones radicales dentro de la OPEP.

El viernes pasado, se ha generado un paraguas en este duelo entre consumidores y productores luego del derrumbe de los precios del petróleo de más de 10 dólares en tan solo un día. Configurando la mayor caída desde abril de 2020 en pleno pico de la pandemia. Este gran descenso se debió a los temores de la nueva variante de COVID-19 sudafricana, conocida como “Omicron”, que podría complicar aún más la crítica situación sanitaria que atraviesan los países del norte. Se sabe poco de esta nueva variante, pero los científicos aseguran que tiene una combinación inusual de mutaciones, que puede evadir las respuestas inmunitarias y podría ser más transmisible. Esto ya está obligando a varios países a imponer nuevas restricciones para frenar la propagación del virus, lo que indefectiblemente impactará en la demanda de petróleo. Sin embargo, lo más probable es que esta delicada situación sea temporal y terminará demorando la recuperación de la demanda de petróleo que a la larga la misma debería producirse.

El próximo 2 de diciembre se desarrollará la 23ª Reunión Ministerial de la OPEP+. En su reunión anterior en noviembre, la OPEP + reconfirmó su plan de ajuste de producción y su decisión de aumentar su producción en 400.000 barriles por día para diciembre. La próxima reunión de la OPEP + debe ser observada de cerca, ya que podría ofrecer un interesante juego de póquer del suministro de petróleo por venir. Si la medida es vista como agresiva por la OPEP+, el grupo podría, en teoría, incluso reducir el suministro en enero para mantener sus ganancias y mostrar que mantiene el control sobre la producción de crudo y la dinámica del mercado. En tiempos de transición energética, el vituperado petróleo sigue siendo uno de los artífices más importantes de la geopolítica mundial.

 

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