Por Victor Bronstein
La energía es el “recurso maestro” de nuestra civilización y el orden energético mundial, sustentado en los hidrocarburos, define los grandes ejes geopolíticos de nuestra época. Estamos viviendo en la era del petróleo, y el petróleo está distribuido en la naturaleza de tal manera que ha generado una dinámica muy particular caracterizada esquemáticamente por la interrelación de tres actores fundamentales: países productores/exportadores, países consumidores/importadores y grandes empresas petroleras.
En este esquema, las grandes empresas petroleras, big oils, surgieron a principios del siglo pasado y manejaron el negocio petrolero mundial cartelizándose, acordando precios, derrocando gobiernos y sirviendo de punta de lanza para garantizar las reservas y el suministro a los países consumidores, principalmente europeos, que no tenían petróleo en sus territorios. Eran los embajadores de la llamada “diplomacia petrolera” desarrollada principalmente por EE.UU., Gran Bretaña, Holanda, Francia y Alemania. Eran los reyes de la selva.
Es en esa época que la Standard Oil (hoy Exxon-Mobil) llega a la Argentina para explotar los yacimientos de Salta y manejar, casi de manera monopólica, el comercio de combustibles en nuestro país. Ese manejo discrecional fue el que motivó al general Enrique Mosconi a impulsar la creación de YPF y dio origen al nacionalismo petrolero latinoamericano.
Esta dinámica empieza a cambiar después de la Segunda Guerra Mundial, con la instauración de gobiernos nacionalistas en los países árabes, la creación de la OPEP en 1970 y, fundamentalmente, a partir de la crisis petrolera de 1973 que lleva a la nacionalización del petróleo en los países productores, a la creación de las empresas petroleras estatales en esos países y donde la OPEP empieza a jugar un rol fundamental en el comercio mundial de crudo. Nace así un nuevo orden petrolero mundial. Hoy, las llamadas NOC (National Oil Co.), Aramco de Arabia Saudita, National Iranian Oil Co., Gazprom de Rusia, Pdvsa de Venezuela, Qatar Petroleum, NOC Irak y Pemex, entre otras, controlan el 95 por ciento de las reservas mundiales de hidrocarburos y el 60 por ciento de la producción global de petróleo. El primer lugar entre las IOC (International Oil Co.) le pertenece a
Exxon-Mobil, pero se ubica recién en el puesto 14º del ranking general, seguida por Shell y BP.
En este contexto, Argentina es un caso particular. Tiene petróleo, pero no es un país petrolero, o al menos no lo era hasta ahora. De acuerdo con la Energy Information Administration de EE.UU., nuestro país se ubicaría tercero en el ranking de reservas de shale gas con 774 billones de pies cúbicos de gas, detrás de China y EE.UU.
El desarrollo del gas no convencional ha cambiado las expectativas energéticas en EE.UU., donde el 30 por ciento de la producción de gas proviene de este tipo de yacimientos y lo está haciendo ahora en nuestro país, permitiendo recuperar el nivel de reservas perdido en las últimas décadas y proyectar un crecimiento futuro. YPF fue la primera empresa que apostó a desa-rrollar estos yacimientos y hoy las principales empresas petroleras mundiales tienen grandes expectativas por invertir en Argentina. Que
ExxonMobil vuelva a invertir en exploración en nuestro país, después de varias décadas de haber abandonado las actividades de exploración y producción, es una muy buena noticia. Por un lado nos muestra que, a pesar de lo que digan los ideólogos que condujeron el sector energético durante los últimos gobiernos, lo que define la inversión en exploración son fundamentalmente las expectativas geológicas de una región, no las cuestiones coyunturales de corto plazo.
Por otra parte, el contexto político actual nos garantiza que estos nuevos emprendimientos sean utilizados para sustentar el crecimiento y el desa-rrollo de nuestro país. En este sentido, las declaraciones del ministro Julio De Vido, aclarando que bajo este gobierno Argentina no se convertirá en un exportador de gas aunque tengamos capacidad excedente, nos marca una política clara respecto de que garantizar los flujos energéticos en el presente y hacia el futuro es una de las tareas fundamentales de todo gobierno.
Hoy Exxon sigue siendo una empresa poderosa por valor de mercado, por tecnología, por dinámica, por capacidad de inversión, pero es un león sin garras. ¡Bienvenida entonces esta vez, Exxon a la Argentina!
Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-177537-2011-09-25.html