Dos hipótesis contrapuestas

Por Víctor Bronstein

El petróleo mueve al mundo, y su precio condiciona no sólo la marcha de la economía mundial sino también el bienestar o la crisis de los países que dependen de su venta, generando tensiones geopolíticas. Hasta 1973, el precio del petróleo era controlado por las grandes empresas petroleras y los países importadores/consumidores de Europa y EE UU. Así, desde 1930 hasta la primera crisis de 1973, el precio se mantuvo casi sin variaciones entre 2 y 2,50 dólares el barril, y los países productores recibían alrededor de un 50% de este valor. El petróleo barato subvencionó el crecimiento de los países desarrollados.
Esta situación cambia radicalmente en 1973, el petróleo pasa en menos de dos meses de 2,50 a 10 dólares, se nacionalizan las reservas y se estatizan muchas de las empresas petroleras de Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait, entre otros, y la OPEP empieza a regular el precio a nivel mundial. En 1979, se produce la segunda crisis petrolera y el precio del crudo alcanza los 35 dólares, equivalentes a 90/100 dólares actuales.
Este fenomenal aumento del petróleo generó una gran recesión mundial e hizo crecer el poder de la Unión Soviética. El entonces presidente de los EE UU, Reagan, negocia en 1986 con el rey Fahd de Arabia Saudita para que aumente la producción y provoca una gran baja en el precio del barril, que llega a menos de 10 dólares en 1986. Esta caída fue un golpe mortal para el alicaído sistema productivo soviético. En 1990, la Unión Soviética deja de existir.
Después de la crisis de 2008, el petróleo comenzó a aumentar y se estabilizó en alrededor de 100 dólares, un precio histórico muy alto. Esto se debió fundamentalmente al aumento de la demanda proveniente de la incorporación de China e India a la civilización industrial y a la declinación de los yacimientos convencionales.
A diferencia de la baja de 1986, hoy la producción mundial es mucho más compleja, por lo que el análisis sobre las consecuencias de la baja del precio del crudo que se ha dado en estos últimos meses permite enunciar algunas hipótesis que pueden llegar a ser contrapuestas.
Hay un hecho objetivo que condujo a la baja del precio del crudo. Los altos precios del petróleo de estos últimos años permitieron el desarrollo en Estados Unidos del petróleo no convencional, lo que hizo que su producción aumentara en más de 3 millones de barriles diarios. Así, pasó de importar 10 millones de barriles diarios a sólo 7 millones.
Ante esta situación de aumento de la oferta, la OPEP, en vez de recortar la producción para sostener el precio, decidió en su última cumbre, a fines de noviembre, mantener los niveles de producción en alrededor de 30 millones de barriles diarios. Esto fue una decisión política tomada por presión de Arabia Saudita, que aceleró la baja del precio del crudo de estas últimas semanas. Arabia Saudita tiene un costo de producción menor a 20 dólares, por lo que este nivel de precios es perfectamente sustentable para su economía y le permite desarrollar una política estratégica. Aquí es donde podemos plantear dos hipótesis contrapuestas: 1) Arabia Saudita acordó con EE UU sostener la baja del precio para hacer colapsar la economía de Rusia, como ya lo hizo en 1986, obligandolo a detener sus políticas agresivas con Ucrania.
2) Arabia Saudita decidió detener el desarrollo del shale en EE UU y para eso planteó una guerra de precios, sabiendo que la producción en EE UU no puede mantenerse con un petróleo por debajo de 60 dólares. Las consecuencias de esta baja ya han comenzado a verse. En noviembre, los permisos de perforación fueron de 4500 contra los 7200 registrados en octubre, un 40% menos. Como los pozos de shale declinan muy rápidamente, esta baja en el número de perforaciones generará una baja en la producción dentro de unos meses.
La historia nos muestra que el petróleo es un arma, todavía no sabemos para dónde está disparando Arabia Saudita y cuáles serán sus consecuencias.

Original: http://tiempo.infonews.com/nota/140812/dos-hipotesis-contrapuestas

Compartir: