Debate sobre la exploración en el Ártico

La reciente decisión del gobierno de Barack Obama de permitir a la petrolera Shell retomar las actividades de exploración en la región del Ártico, al aprobar un contrato de arrendamiento del 2008 para explorar en el Mar de Chukchi, frente a Alaska, ha abierto una vez más el debate acerca de la extracción de recursos hidrocarburíferos de petróleo y gas en dichos territorios.

Según el informe del Departamento de Energía de los Estados Unidos de 2013, el consumo energético mundial crecerá un 56% entre 2010 y 2040. En esta perspectiva, si bien las energías renovables y la generación nuclear serán las que más crecerán en este período, los combustibles fósiles seguirán siendo las fuentes de energía más importantes, con una participación de casi el 80% en la matriz energética mundial. El problema es que el mundo ha alcanzado su máxima producción de petróleo convencional y los descubrimientos de nuevos yacimientos vienen decayendo año a año desde 1960, cuando se alcanzó el pico de hallazgos. El informe también refleja que con la tecnología actual, las energías renovables no pueden sostener la dinámica y el desarrollo de nuestras sociedades.

Los avances en tecnología y el aumento de los precios internacionales entre otras cuestiones han hecho posible entrado el Siglo XXI el desarrollo de los recursos no convencionales de gas y petróleo, entre los que podemos incluir a las distintas formaciones tight (shale oil, shale gas y oil shale, tight oil y tight gas), las arenas bituminosas, el petróleo pesado y el ultrapesado, el presalt y el petróleo de aguas profundas, como en el caso del Ártico. La declinación de la producción de los yacimientos maduros convencionales ha llevado a ampliar las fronteras hidrocarburíferas para sostener y aumentar la producción a través del desarrollo de estos recursos, antes considerados demasiado costosos y difíciles de extraer.

Según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA), la producción mundial de petróleo subió de 85,1 millones de barriles diarios en 2005 a 92,9 millones en 2014, gracias al aporte de los no convencionales y a pesar del declive continuado de la producción convencional.

En este contexto, Chevron, Exxon, Royal Dutch Shell y otras grandes compañías invirtieron enormes cantidades de dinero y recursos en una carrera por el petróleo y el gas no convencional considerando que el abastecimiento de hidrocarburos en el futuro dependerá cada vez más de este tipo de recursos.

En particular, en Estados Unidos la explotación de los no convencionales ha permitido revertir la caída en la producción de recursos convencionales fundamentalmente gracias al desarrollo del shale. La exploración en aguas profundas como en el Golfo de México y la puesta en marcha de la producción de los recursos del Ártico son parte de la misma estrategia de aumentar la producción local para garantizar la seguridad energética del país y reducir la dependencia de los recursos importados.

Sin embargo, desde Junio del 2014 el precio internacional del petróleo ha registrado una caída abrupta, poniendo en riesgo futuros planes de exploración alrededor del mundo para perforar en las aguas del Ártico, que requieren de cuantiosas inversiones: la noruega Statoil pospuso sus planes de perforación en el mar de Barents y en la costa oeste de Groenlandia. Chevron pospuso su plan para perforar en el mar Beaufort en Canadá. ExxonMobil, tras la crisis de Ucrania y las sanciones estadounidenses a Rusia, frenó temporalmente las perforaciones en el mar de Kara en el Ártico ruso.

No obstante, el CEO de Exxon, Rex Tillerson, indicó en una reciente entrevista con Associated Press que el Ártico es la próxima gran frontera de petróleo y gas, en la carrera contra el agotamiento. “Cada año se pierden alrededor de 4.5 mbps de la producción de petróleo que tiene que ser sustituida por la nueva producción que se está volviendo más difícil de encontrar (…) llegará un momento en que todos los recursos que hoy están suministrando las economías del mundo van a entrar en declive.” Él ejecutivo dijo que podría tomar 20 a 30 años poder producir el primer barril de petróleo en el Ártico y para entonces el precio del petróleo podría ser mucho más alto. “La cantidad y el valor de los recursos encontrados tiene que ser lo suficientemente grande para compensar el riesgo del capital que necesita ser invertido. El Ártico es uno de los pocos lugares donde creemos que esa oportunidad existe (…) Exxon no estaría gastando miles de millones para perforar en el Ártico si hubiera posibilidad de encontrar suministros importantes de petróleo en los climas más cálidos.”

Dilema ambiental

En febrero del 2013 Shell había decidido suspender sus actividades offshore en el océano Ártico estadounidense iniciadas en septiembre del 2012, después de dos accidentes sufridos en sus equipos de perforación y una serie de reveses legales. Las aguas profundas constituyen un ambiente de extrema dificultad para la producción de hidrocarburos debido a las altísimas presiones, temperaturas de casi congelación, los suelos blandos, el fuerte oleaje y las corrientes marinas. Una sentencia en enero de 2014 a favor de las tribus locales inuit y de los defensores del medio ambiente obligaron a la compañía a no perforar durante ese verano boreal. No obstante, en base a estudios ambientales encargados por el gobierno estadounidense, el pasado 31 de marzo se dio luz verde a nuevas actividades de perforación.

La empresa anglo-holandesa ya había comenzado a trasladar equipos de perforación a la zona días antes de la decisión de la administración Obama. Pero la autorización para retomar la exploración provocó la reacción de activistas de Greenpeace, quienes abordaron una de las plataformas petroleras de Shell (Polar Pioneer), a 750 millas al noroeste de Hawai, con el propósito de denunciar y advertir sobre los riesgos de esta iniciativa: “Estamos aquí para llamar la atención sobre el hecho de que en menos de 100 días Shell irá al Ártico a realizar perforaciones en busca de petróleo” declaró John Smith, uno de los seis ambientalistas que tomaron la plataforma. “Este entorno prístino debe ser protegido para las generaciones futuras (…) Pero en vez de eso las acciones de Shell está explotando el hielo que se derrite para aumentar un desastre causado por el hombre”, añadió. El Ártico es uno de los ambientes más frágiles del planeta y la polémica en cuanto a los daños ambientales que estas actividades pueden ocasionar ha despertado la preocupación de grupos ambientalistas. El principal temor es que una vez que empiece la producción sería muy difícil limpiar cualquier derrame como el sucedido en el Golfo de México en 2010. Un hipotético accidente afectaría terriblemente el hábitat oceánico y la vida de las comunidades de la región.

Por su parte, el secretario del Interior estadounidense, Sally Jewell, emitió un comunicado en el cual argumenta que «El Ártico es un componente importante de la estrategia nacional de seguridad energética de la Administración, y seguimos comprometidos a tomar un enfoque reflexivo y equilibrado para el arrendamiento de petróleo y gas y la exploración costa afuera de Alaska (…) Este único, sensible y con frecuencia desafiante medio ambiente requiere una supervisión efectiva para garantizar todas las actividades se llevan a cabo de manera segura y responsable».

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