Pedido de explicación al ministro Aranguren entre tantas verborragias

Juan José Aranguren no sólo saca de quicios a su colega de Economía, Alfonso Prat Gay, y a más de medio gobierno macrista cuando agarra el micrófono, según comentaron un periodista exégeta del Pro y Beto Valdez por FM Milenium, sino que los continuos aumentos que dispone en los combustibles a contramano del mundo e impulsar la firma de un contrato de importación de Gas Natural Licuado (GNL) por parte de Enarsa que abre caminos a una sociedad en la que entró el año pasado una subsidiaria de sus ex empleadores de Shell en Chile pagando a un valor 53% por encima el recibido de barcos regasificadores en Bahía Blanca y Escobar y 128% más caro que el comprado a Bolivia, dispara muchas preguntas dentro y fuera del “dream team” de Macri acerca de para dónde patea en realidad el ministro de Energía y Minas.

Los detalles que reveló el miércoles 04/05 el incisivo periodista ex Clarín Antonio Rossi en La Política Online dan cuenta que “el contrato de suministro que suscribieron Enarsa y Solgas –una firma intermediaria del grupo internacional GDF Suez—prevé la entrega de 86 millones de metros cúbicos de gas entre mediados de mayo y el 15 de agosto por medio del gasoducto Norandino que une la planta regasificadora chilena de Mejillones y la provincia de Salta”.

Pese a ser una operación relativamente irrelevante para los volúmenes de oferta y demanda de gas que se manejan en el país, el documento al que accedió nuestro colega tiene todo el aspecto de ser un leading case que siembra no pocas suspicacias. Hace apenas un mes, la propia Enarsa había aceptado pagar un promedio de 4,50 dólares por MBTU 30 cargamentos de GNL desde Chile, frente a los US$6,90 por millón de BTU (MBTU) que durante los 3 meses de invierno abonará en la frontera con Salta.

Llama la atención que la operación haya sido precedida por un informe técnico favorable que el viernes 22/04 sacó a la velocidad de la luz la gerencia de Gas y Refinación que pilotea Jorge O’ Donnell: Enarsa aceptaba formalmente los términos del convenio de compra que habían negociado el titular de la trading estatal inventada por Julio de Vido, Hugo Balboa, puesto ahí por Aranguren, y el director José María Zuliani, que era socio consultor del estudio Salaverri, Dellatorre, Burgio & Wetzler Malbrán, y se desempeñaba para Pampa Energía, antes de ser nombrado.

No es fácil de entender que se paguen por adelantado con fondos públicos que provienen del Programa de Energía Total (PET) los US$23 millones del suministro, aunque la factura sea entregada al final, que el gas se pague 53 o 128% más caro que en contratos vigentes, que el trato sea sometido a los tribunales de Nueva York y el compromiso de confidencialidad al estilo del acuerdo YPF-Chevron.

El marco en el que concreta la operación entre Enarsa y Solgas. Esta firma es intermediaria del grupo internacional GDF Suez, que integra la explotación de una de las dos terminales de regasificación terrestres chilenas, GNL Mejillones, junto a Codelco y Quintero LNG, cuyos accionistas son Enap, Endesa, Enap, Metrogas y Terminal de Valparaíso S.A, siendo que esta última ingresó en el consorcio regasificador en septiembre de 2013, cuando British Gas (BG) le vendió sus activos pero siguió siendo el principal proveedor de GNL de Chile.

El convenio entre Aranguren y su par chileno Máximo Pacheco se había cerrado el pasado 30/01 y comprende la importación de 5,5 millones de metros cúbicos diarios de GNL en total para el próximo invierno, con un desembolso de aproximadamente US$130 millones por año.

Como actualmente Argentina importa 25 millones de metros cúbicos diarios de GNL, a partir de este año el 20% de esas adquisiciones pasarían a ser chilenas.

En ese sentido, el dato que se aporta es no menor: la reciente cancelación por parte del Gobierno nacional de una deuda con Bolivia por la importación de gas por US$200 millones. Y deja picando la duda: ¿Argentina dejará de comprarle gas a Bolivia, a pesar de tener un contrato hasta 2026? Porque si bien es cierto que el GNL actualmente puede ser más barato que el adquirido en Bolivia, la decisión admitiría una mirada geopolítica, siendo que Chile, en la actualidad, es la entrada al Acuerdo del Pacífico.

El antecedente inmediato del giro del nuevo gobierno hacia los negocios gasíferos con Chile lo dio antes de asumir la Presidencia el propio Mauricio Macri, cuando cruzó la cordillera y esbozó la idea de importarles gas, siendo que al país trasandino no le sobra este recurso, sino que también debe importarlo.

Antes que él, varios actores de la industria –fundamentalmente comercializadores, transportistas y grandes usuarios industriales– habían hecho lobby infructuosamente ante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para que permitiera la importación del fluido desde las plantas de GNL instaladas en Mejillones y Quintero, en Chile.

El director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad, Víctor Bronstein, recuerda que, apenas asumió Aranguren, había declarado que lo importante no sería el autoabastecimiento, sino la seguridad energética. “Recibir gas de Chile diversifica los proveedores, lo que mejora nuestra seguridad energética. El tema es que esto no nos distraiga del objetivo de lograr el autoabastecimiento, que es la verdadera seguridad energética. Y si bien hoy el GNL está más barato que el gas que se importa desde Bolivia, no creo (espero) que el Gobierno intente reemplazar la importación del gas boliviano”, señaló.

La publicación Tiempo-Sur apunta en esta dirección que el 28/01 de este año, dos días antes de que Aranguren sellara un acuerdo con su par chileno para la importación de GNL, la anglo-holandesa Shell ratificaba la adquisición de la inglesa BG por US$69.000 millones. “De esta manera, Shell se convirtió en el principal operador de GNL en el mundo (y Chile)”, se subrayó.

Esta nueva ruta importadora de gas natural, justificada en la necesidad de cubrir los baches invernales, es mirada con desconfianza por la publicación de Río Gallegos, teniendo en cuenta que, como puntualiza, el país trasandino carece de gas propio.

“Hay que mirar a Shell como proveedor de GNL en Chile y Uruguay”, advierte.

A Bronstein, le parece sugestivo que “Aranguren se preocupara por cerrar este trato donde Enap, que le compra el gas a BG (ahora Shell), ahora venderá GNL a nuestro país. No hay duda que esta medida le abre un nuevo mercado a Shell/BG. Además, en la justificación de la compra de British Gas, el CEO global de Shell planteó el objetivo estratégico de la empresa de desarrollarse en GNL”.

No desvincula de esta línea de razonamiento la existencia de un proyecto para construir una tercera terminal regasificadora en Chile, iniciativa en la que está involucrada Shell, junto a Mitsui, a través de Mitsui O.S.K. Lines Ltd, y la nórdica Wärtsilä.

Pero además de la irrupción en el corredor gasífero pactado de la compañía en la que Aranguren fuera Ceo en Argentina, la operación desnuda un movimiento de precios que TiempoSur explica así: “Actualmente, en la cuenca austral, el millón de BTU (Unidad Térmica Británica) se paga 1,59 dólares, mientras que en el Golfo San Jorge, 3,69 dólares. Con este último valor, Santa Cruz recibiría en concepto de regalías este año 112.833.000 pesos (Austral) y otros 136.178.000 pesos (GSJ). En total, 249 millones de pesos”.

Al mismo tiempo en que se anunciaba que la importación de gas desde Chile -Uruguay también está en los planes importadores-, Aranguren deslizó entre los operadores locales que, una vez aplicado el ya concretado aumento de tarifas para el consumo de gas, el Gobierno aumentaría el precio del gas en boca de pozo.

Y si se lo llevara finalmente a US$5,80 a partir de las recientes periódicas compras efectuadas, el incremento de regalías para la producción de la Cuenca Austral aumentaría un 364 por ciento, mientras que el recurso producido en el Golfo San Jorge tendría un incremento del 63 por ciento. En total, la provincia recibiría $744 millones. Pero a la vez convertiría al gas natural importado en más barato que el producido en el país.

Sin embargo, según infieren desde una empresa del sector, el Gobierno nacional en realidad pretende llevar el precio en boca de pozo a 7,5 dólares el millón de BTU. Y ahí se expone la duda: “si la lógica de la actual administración central es la ecuación económica más que el desarrollo productivo e industrial, ¿quién garantizará que el gas producido en la Argentina a precio internacional sea adquirido localmente, en vez de importado de Chile, provisto por Shell, más barato?”.

Potenciales

La matriz energética de la Argentina posee una fuerte dependencia del gas. Del total de fuentes de energía utilizadas en las centrales térmicas instaladas en la Argentina, el 72% es a base de gas, un 22% corresponde a combustibles líquidos, un 4% al carbón y otro 2% a energías renovables. En cuanto a la producción de energía primaria por fuente, el 50,8 por ciento es a base de gas (Balance Energético Nacional, 2014).

La empresa para la que trabajaba Miguel Galuccio entre 2009 y 2012, antes de ser contratado para YPF, Schlumberger, había realizado un informe firmado por Chuck Boyer, líder global de desarrollo del negocio de no convencionales y otros cuatro expertos de la firma, en el que asegura que “Argentina posee el potencial de recursos más grande de América del Sur en materia de gas no convencional”, era la conclusión, y si bien la caída en el precio internacional del crudo hizo redireccionar las inversiones en Vaca Muerta hacia su principal reservorio, el gas, reavivó otro de los yacimientos ricos en la materia, como el que abarca a Santa Cruz y Tierra del Fuego.

La premisa de Galuccio era que Argentina mejorara la producción de gas, entre otras fuentes energéticas, o sea, la búsqueda de la soberanía hidrocarburífera, el autoabastecimiento, uno de los principales desafíos planteados desde la recuperación de YPF.

La producción de gas natural durante todo 2015 registró un incremento de 3,6 por ciento en comparación con el mismo período de 2014. Se quebró, de esa manera, la curva descendente. En total fueron 42.972.906 metros cúbicos con un promedio diario de 117.734 metros cúbicos.

Entre las principales jurisdicciones productoras, hubo aumentos en el acumulado de 2015 en Neuquén (7,9 por ciento), Estado Nacional (4,4), Chubut (5,1) y Santa Cruz (1,0). En sentido contrario, las bajas fueron en Tierra del Fuego (-10,8) y Salta (-1,8). Dentro del conjunto de empresas, YPF fue la que más creció, con un 4,5 por ciento, seguida por PAE (3,7), según se desprende del Instituto Argentino de Petróleo y Gas.

Desde mediados de los 90 hasta mediados de la década pasada, la Argentina exportaba gas hacia el otro lado de la Cordillera, para lo cual se tendieron cinco gasoductos entre ambos países. Pero en el invierno de 2006, a raíz de la caída de la producción local del hidrocarburo, el entonces presidente Néstor Kirchner cortó abruptamente los envíos de gas hacia el país trasandino y casi 10 años después se exporta una ínfima cantidad de gas desde el sur argentino.

El año pasado, los Gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet negociaron un acuerdo para facilitar el intercambio de energía, que avanzaría primero sobre la electricidad y luego, sobre el gas natural.

Representantes de la Argentina y Chile trabajaban en un borrador que estableciera un protocolo para institucionalizar la importación-exportación de electricidad de un lado y otro de la cordillera, según fuentes chilenas habían revelado a Revista Petroquímica, Petróleo, Gas, Química & Energía en el CERAWeek 2015, el mayor evento de energía de Estados Unidos, que se realizó hasta el 24 de abril de 2015 en Houston.

Se barajó como alternativa reacondicionar el Gasoducto del Pacífico –propiedad de un consorcio de empresas entre las que figura la petrolera estatal chilena, Enap–, para que pueda transportar gas desde una de las dos terminales regasificadoras de GNL hasta la provincia de Neuquén, del lado argentino.

Original: http://www.urgente24.com/252308-pedido-de-explicacion-al-ministro-aranguren-entre-tantas-verborragias

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