En la guerra de Ucrania, la energía continúa definiendo la geopolítica mundial

La invasión rusa a Ucrania está reconfigurando el sistema energético global y los países de Europa y EEUU se encuentran frente a una encrucijada: revisar el camino trazado de la transición energética o profundizar y acelerar esa transición para salir de la dependencia de los combustibles fósiles. Las distintas agencias internacionales, conducidas por burócratas, siguen sin cambiar el discurso y quieren profundizar el rumbo. Los líderes políticos, que tienen responsabilidad de gobierno y tienen que garantizar la energía y el bienestar de la población, están revisando el camino hacia el net zero. Si bien aún es demasiado pronto para saber cómo se desarrollarán los acontecimientos, la crisis puede dar lugar a cambios duraderos en los mercados energéticos ya que la invasión rusa ha mostrado que todavía el mundo depende de los combustibles fósiles y ha puesto a la seguridad energética nuevamente a la vanguardia de las agendas públicas.

En estos últimos años, los países más desarrollados de Europa habían pensado que la seguridad energética era una idea pasada de moda. Instalaron un gran número de turbinas eólicas y paneles solares, prohibieron el fracking para gas natural y cerraron las plantas de generación eléctrica que usaban carbón e incluso, en Alemania, las que usaban energía nuclear. En noviembre del año pasado, en la cumbre climática de Glasgow, Europa trataba que los demás países la imitaran en ese aparente camino sin dificultades hacia las energías renovables. Las discusiones eran si el net zero se iba a alcanzar en 2050 o 2060 y quienes se comprometían más a hacerlo. De repente, en el peor momento posible, la realidad energética les explotó en la cara y Europa se encontró completamente dependientes del gas ruso para obtener calor y electricidad confiable y segura.

En EEUU, la situación no es tan alarmante todavía, pero la combinación de la invasión de Ucrania con la reanudación de la guerra de Obama contra los combustibles fósiles por parte de la administración Biden también ha dejado a la gran potencia americana vulnerables a un aumento de los precios del petróleo y el gas en los mercados mundiales, justamente porque la oferta se ha reducido artificialmente por la hostilidad del gobierno a la producción de combustibles fósiles. El mundo está hoy frente a lo que podría convertirse en la mayor crisis de oferta desde la crisis petrolera de 1973. Las consecuencias de una posible pérdida de las exportaciones de petróleo ruso a los mercados mundiales no pueden subestimarse. Rusia es el mayor exportador de petróleo del mundo, aportando 8 millones de bpd de productos de petróleo crudo y refinado a todo el mundo.

Si bien las sanciones impuestas a Rusia hasta la fecha excluyen a las exportaciones de energía, muchas empresas navieras, bancos y otras petroleras presionados por la opinión pública, están tratando de evitar seguir haciendo negocios con Rusia, lo que podría sacar del mercado en algunos mese alrededor de 3 millones de bpd, según un informe de la Agencia Internacional de Energía. También es un gran exportador de gasoil a Europa, por lo que hay preocupación respecto a la posible escasez de este combustible fundamental para el transporte.

Sin embargo, la propia agencia con sede en París estimó de manera poco rigurosa que Europa podría reemplazar el gas ruso en un año, aumentando la generación a carbón, consiguiendo nuevos cargamentos de GNL, aumentando la energía nuclear y disminuyendo el consumo a partir de ajustar los termostatos y pasar a calefaccionarse con bombas de calor. Esto último era el objetivo de Boris Johnson para el Reino Unido pero que nunca logró concretarlo por el costo que tiene para los usuarios y la resistencia que generó. Una vez más, la AIE hace análisis siguiendo su mandato político hacia las renovables dejando de lado las cuestiones técnicas que muestran las dificultades para reemplazar a los combustibles fósiles. Justamente, la nueva realidad energética ha hecho que Boris Johnson decidiera conformar un grupo de trabajo de energía para reforzar los suministros de petróleo, gas y energía nuclear del Reino Unido mientras busca una salida a la crisis energética. Dos expertos de alto nivel de la industria encabezaran este grupo y reportarán directamente al Primer Ministro. Asesorarán sobre un período de transición centrado en los combustibles fósiles con el objetivo de aumentar la autosuficiencia energética del Reino Unido y mantener bajas las facturas de energía de los hogares. Pareciera que el gobierno británico, tal vez el que tenía los proyectos más ambiciosos para salir de los combustibles fósiles, ha decidido abandonar, o por lo menos retrasar, la descarbonización de la economía para 2050. Los posicionamientos energéticos son también geopolíticos.

Así, Arabia Saudita reafirmó su compromiso con Rusia a pesar de la invasión a Ucrania. El príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman (MbS) reiteró el compromiso con el acuerdo de la OPEP+ (la coalición de los principales productores de Medio Oriente y sus aliados), donde el otro socio clave del acuerdo es Rusia. Esta postura hizo que la OPEP+ continuara con el modesto aumento de 400 mil bpd a pesar de la invasión y del problema causado a las economías desarrolladas por los altos precios del petróleo y el gas. En realidad, lo que MbS mostró es el cambio geopolítico y económico del reino a partir de la Guerra de Precios del Petróleo 2014-2016, donde el desarrollo del shale de EEUU le generó graves consecuencias económicas y políticas. Arabia Saudita decidió entonces salir de la esfera de influencia de EEUU y volcarse hacia China y Rusia y conformar la OPEP+ en 2017. Hoy, lo está ratificando, con el impacto que este reposicionamiento tiene para el mercado energético mundial.

Otras de las consecuencias energéticas de la invasión es que China continuará maximizando el uso del carbón en los próximos años mientras atiende a su seguridad energética, dijeron esta semana los principales responsables políticos chinos, entre ellos el presidente Xi Jinping quien afirmó que la transición energética es un proceso largo y China no puede frenar el uso del carbón inmediatamente. En 2020, los últimos datos disponibles, la participación del carbón cayó al 57%, en comparación con el 58% en 2019. China decidió operar sus centrales eléctricas a carbón a plena capacidad mostrando que su prioridad es su seguridad energética. China es hoy una gran potencia económica e industrial que necesita de enormes cantidades de energía y es la mayor emisora de gases de efecto invernadero. La política energética de China afecta al mundo.

Justamente, el mes pasado se cumplieron 50 años de la visita del entonces presidente Nixon de EEUU a la República Popular China, un giro geopolítico ideado y promovido por su asesor en seguridad Henry Kissinger con el objetivo de debilitar a la Unión Soviética, la otra gran potencia mundial de entonces. Con China actualmente como el único país capaz de desbancar a Estados Unidos como la principal potencia mundial, muchos en Washington piensan que hubiera sido mejor que el presidente Nixon nunca hubiera hecho su histórico viaje a China. Fue la reunión de Nixon con el presidente del Partido Comunista de China, Mao Zedong, y la política de compromiso que inició con el acuerdo de Shangai, lo que propulsó a hacer de China una superpotencia económica y, hoy, una amenaza geopolítica para EEUU. Para estos analistas, la visita de Nixon, lejos de ser un golpe de genio diplomático, fue uno de los mayores errores estratégicos de la historia. Para justificar su estrategia, Kissinger sostenía que había que evitar que la Unión Soviética se aliara con China. Siguiendo este pensamiento, Kissinger establece una relación amistosa con Putin a quien visita en Moscú en 2016 y 2017. El enemigo era entonces la ahora gran potencia China y había que tratar que no se generara una alianza con Putin.

Sin embargo, algo salió mal nuevamente para Occidente y la energía tuvo mucho que ver. China comenzó a tejer alianzas para garantizarse la energía para su desarrollo, tanto con Rusia como con los países de Medio Oriente. Como repetimos siempre, somos sociedades de altísimo consumo energético y la energía está definiendo, una vez más, la geopolítica mundial.

Compartir: