Por Victor Bronstein
Los combustibles líquidos son fundamentales para nuestra vida en sociedad y para la economía de nuestro país. Más del 95% del transporte utiliza los combustibles derivados del petróleo para funcionar. Es decir, sin estos combustibles se detiene la producción y se acota nuestra forma de vida.
Esta importancia vital hace que los precios del petróleo y de estos combustibles definan en gran medida la dinámica productiva y la formación de precios de casi todos los productos.
Por lo tanto, los distintos países han intervenido siempre sobre estos mercados para, por un lado, garantizarse el suministro y, al mismo tiempo, establecer un precio que posibilite el desarrollo de sus economías. Así, el precio del petróleo históricamente se fijó en un mercado cartelizado. En 1927 se cartelizan las empresas petroleras para regular la producción y sostener el precio en un nivel que garantizaba utilidades a los grandes “trusts” petroleros pero que subsidiaban con combustible barato el crecimiento de los países consumidores, principalmente Europa y EE UU Luego, a partir de 1973, la OPEP toma la posta y es la que regula la oferta para garantizar el mejor precio posible para los países productores.
En nuestro país, durante gran parte del siglo pasado, tanto el precio del crudo como el de los combustibles estaba regulado, y era el Estado quien fijaba los precios y los márgenes de utilidad en los distintos segmentos. Si bien esto garantizaba combustibles baratos, atentó contra la inversión y el desarrollo de la industria petrolera, lo que generó tensiones y déficits que comprometieron nuestro crecimiento. A principio de los 90 se privatiza YPF y se desregula totalmente el sector hidrocarburífero sin tener en cuenta que es un mercado donde participan pocos actores y que tiende a prácticas oligopólicas.
Fue así que en esa década Argentina tuvo el precio de las naftas más caro del mundo. En 1996, cuando el petróleo alcanzó un mínimo de 10 dólares el barril, el precio de las naftas no bajó y el presidente de la YPF privatizada de aquel entonces declaró: “(…) aunque me regalen el petróleo, el precio de las naftas no se baja”. Hoy, la situación es totalmente distinta. Se ha recuperado YPF con sentido nacional y el Estado a reasumido su rol para favorecer el crecimiento de nuestro país. En este contexto, un congelamiento en los precios de los combustibles por seis meses es una medida importante en la coyuntura actual para garantizar el congelamiento de precios de los alimentos. Sin embargo, no debería prolongarse en el tiempo, ya que atentaría contra las inversiones que YPF y el país necesitan. Debemos superar los errores de los ’90, pero tampoco debemos volver a un pasado controvertido. Necesitamos una política energética para el siglo XXI.
Original: http://tiempo.infonews.com/2013/04/11/editorial-99911-el-congelamiento-es-importante-en-la-coyuntura-pero-no-deberia-prolongarse-mucho.php