Nacionalismo mal entendido

Por Raul Dellatorre

Víctor Bronstein dirige uno de los estudios que más trabaja en el análisis de las políticas energéticas, su desarrollo regional y las oportunidades de integración, el Ceepys. Desde un enfoque nacionalista, cuestiona ciertos “nacionalismos” que ponen el eje de debate en la reestatización de YPF.

–Tomando en cuenta las dificultades en el sector energético y el comportamiento de los actores del sector, ¿considera válida la discusión sobre la renacionalización de YPF?

–El problema en nuestro país es que somos un país con petróleo, no un país petrolero, y esto obliga a grandes inversiones y una eficiencia empresaria que YPF nunca tuvo. Además debe evitarse repetir el error de que la empresa petrolera defina la política petrolera. Hoy el modelo de los ’90 está mostrando sus fallas, pero debemos evitar interpelar a los ’90 planteando una vuelta a décadas pasadas y pensar una política hidrocarburífera para el siglo XXI. Hoy el nacionalismo pasa por la seguridad energética y éste es el eje sobre el que debemos pensar las herramientas para garantizarla. El luche y vuelve con el logo de YPF es una consigna romántica que suena nacionalista, pero la historia nos dice que es un nacionalismo de opereta, como decía Perón.

–El nacionalismo también es una bandera, un símbolo, que puede significar una convocatoria a la unidad detrás de un objetivo.

–Cuando se crea YPF, el petróleo era marginal en la matriz energética argentina y el problema era la protección del recurso, en una época donde los grandes trust petroleros ejercían la llamada diplomacia petrolera con el objetivo de buscar reservas en el mundo para garantizar el abastecimiento de los países europeos. YPF estatal cumplió este rol y expandió la ideología del nacionalismo petrolero al resto de la región, pero no pudo cumplir con otro objetivo fundamental que era el de lograr el autoabastecimiento. Por eso Perón, que sufrió muchísimo en su último gobierno la falta de energía y la necesidad de gastar dólares para importar petróleo, propuso el contrato con la California y criticó a los adversarios de este contrato como “nacionalistas de opereta”. Perón planteaba en ese momento que el nacionalismo pasaba por el autoabastecimiento, no por mantener el monopolio de YPF que nos obligaba a importar petróleo.

Pero eso fue antes de la privatización. Era otra etapa histórica…

Sí. En los ’90 se cambió de raíz el modelo, desregulando el sector y privatizando YPF, lo que permitió lograr el autoabastecimiento, pero sin garantizar las inversiones para la sustentabilidad de la nueva estructura hidrocarburífera. Hoy, ante una situación crítica en el sector energético, se abre nuevamente la discusión sobre la organización del sector petrolero, donde debemos tratar de evitar caer en falsos nacionalismos. Hoy el mundo empieza a tener dificultades para abastecer el aumento de la demanda de petróleo y, por lo tanto, la discusión ya no es tanto por el precio sino por tener el recurso. En esta nueva etapa, el concepto nacionalista que debería guiarnos es el de “Seguridad energética”, que es un concepto más amplio que el de autoabastecimiento. Seguridad energética implica definir una guía de acción para garantizarnos la energía necesaria para nuestro desarrollo. Esto implica dejar los postulados neoliberales y que el estado asuma un rol preponderante en el cumplimiento de este objetivo, pensando en el mundo actual y sin volver nostálgicamente a un pasado que no fue tan bueno. El concepto de seguridad energética, implica, por ejemplo, una política de integración energética regional. En este contexto, discutir si YPF debe ser privada o estatal es poner el carro delante del caballo. Una empresa petrolera es una herramienta para llevar a cabo una política. Definir esta política de manera soberana, es el verdadero nacionalismo del siglo XXI.

Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/subnotas/188871-58061-2012-03-04.html

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